Cine: El silencio es un cuerpo que cae
«Libre no significa tener que estar en una jaula»
Por Osmar Peña
La mirada recopilatoria de Agustina Comedi genera un viaje de memorabilia, un relato biográfico de la historia de su padre, de los amigos que tuvo, de anécdotas que conformaron una vida, que delinean el perfil del protagonista de la historia y a su vez, la presencia de los momentos culturales y políticos de los 80 y los 90 en Argentina, el autodescubrimiento y la integración desde el individuo, el cómo se trata la sexualidad sin ser explícitos… todo esto es El silencio es un cuerpo que cae.
Este relato documental dejará al público satisfecho, una cinta que en la última edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) obtuvo una mención especial del jurado en la sección de Derechos Humanos y que destaca por su trama, su enfoque y la técnica que se utilizó para manejar el discurso central.
Este documental puede ser considerado como sincero, si decidimos decantarnos por un adjetivo para describirlo. La construcción de la historia se inicia porque la hija, Agustina, decide volver sobre más de 160 horas de material grabado por su padre en cintas de VHS de recuerdos familiares y de amistades que él mismo generó, así, la directora se permite observar la intimidad, los pensamientos, el punto de vista de lo que el padre de esta historia decide almacenar y compartir con su familia, su papá, Jaime. Adicional, están algunas entrevistas realizadas durante el desarrollo de la producción para complementar este perfil del padre, de su vida… todo siempre conservando como en salmuera una cosa: la construcción desde el recuerdo.
Así, la técnica de grabación (o de recuperación) del material conservó y aplicó algunos efectos propios de cintas grabadas desde una videocámara familiar para la época (VHS y en súper 8), como problemas de tracking o el set de fechas en la parte inferior de la pantalla. El tamaño de proyección del video se mantiene casi en un cuadrado por la edición que se le ha dado a la película y que nos hace centrar la atención a lo que nos contará poco a poco cada invitado, cada pensamiento que la directora graba en voz en off y que genera cierto sentimentalismo hacia el formato en VHS, todo ello nos recuerda un pasado cercano que se ha dejado atrás muy rápido.
Ahora, la trama posee un revestimiento político-cultural que recae sobre el tema de la homosexualidad, de cómo se vivía en la Argentina de los 80 y, cómo algunas leyes se quedaron grabadas en las mentes de quienes temían a la policía, otros interrogantes giraban entorno a los amigos o los conocidos de una persona, atravesaban terapias de electroshock… y con este conglomerado de barreras reales, entendemos también lo transgresor del film de Comedi, el cual se enfrenta no solo al pasado, sino al qué dirán en la actualidad, una época donde el shock ya no se sienta en el banquillo para ser juzgado por ser homosexual, sino más bien se enfrenta a la crítica de la construcción de la historia y la realidad del relato, agradeciendo desde siempre que el pasado es el que nos ha traído hasta donde estamos, nos hace ser quienes somos y disfrutar de las libertades que tenemos.
Las batallas de otros, entonces, son narrativas vigentes, las preguntas y los descubrimientos personales siguen viviéndose a cada minuto en nuestro país y seguimos construyendo historias gracias a un pasado que no siempre es visible o popular, pero que está ahí y que nos mantienen despiertos directores como Comedi.
El viaje de este documental que se terminó de producir en el 2017 ha incluido presentaciones en festivales internacionales de cine como el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam, el Festival Internacional de cine LGBT de Ecuador «El lugar sin límites», el Festival Internacional Jean Rouch de París, Francia, entre otros muy mportantes en el mundo del cine independiente en el mundo.
Imperdibles
Como recomendación general para el espectador, se sugiere estar abierto a recibir un relato contado desde la mirada personal que permite el cine documental, además a una grabación fragmentada que busca, con su propio ingenio, hacer entender (acercar) una parte de la historia de vida de una persona, una parte política, sentimental, de su sexualidad y sincera. Sin faltar, claro está, una estética de cintas de grabación que traen consigo ese efecto de presencia del tiempo ya vivido, del ayer, del papá que grababa las cintas familiares.
Ficha técnica:
Argentina, 2017. 72 minutos. Dirección y guion: Agustina Comedi; fotografía: Agustina Comedi, Ezequiel Salinas y Benjamín Ellenberger; edición: Valeria Racioppi; sonido: Guido Deniro; música: Virus; producción: Ana Apontes, Matías Herrera Córdoba y Juan C. Maristany; producción ejecutiva: Juan C. Maristany; casa productora: El Calefón.