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2 septiembre, 2020

ARTE ¿BA O NO VA?

Por Amanda Ravasi

ARTE ¿BA O NO VA?

La feria de arte más importante de Argentina está pidiendo a gritos ser renovada, pero parece que algunos escuchan y otros no. ¿Hablamos de un cambio superficial de formato o de una redistribución de los puestos? No. Se trata de una transformación estructural que esté en consonancia con lo que sucede a nivel global y nacional: las mujeres, en el arte, no nos callamos más.

 

Que la feria de arte situada en el complejo de La Rural en la Ciudad de Buenos Aires venía sufriendo algunas dolencias en relación a su conformación no es novedad. Si bien se trata de un encuentro significativo en la escena artística nacional, hace ya algunos años que arteBA se ha convertido en un evento donde convergen diversas y complejas situaciones. Desde los precios de los puestos y la distribución de las distintas galerías, hasta las problemáticas concretas del arte contemporáneo, la feria ha ido sorteando –a veces con cintura, a veces no- los procesos intrincados que las últimas décadas nos han arrojado.

El intento de arteBA por actualizarse tuvo su punto clave este año, cuando a partir de la crisis generada por el Covid-19 se volcó al medio virtual como modo de salir adelante. Si bien es cierto que ya existían tiendas en línea para la compra de producciones artísticas, el hecho de trasladar un evento de esta magnitud de lo material a lo digital conlleva un enorme trabajo que merece la pena analizar. A simple vista, pareciera que se trata de una maniobra audaz que varias ferias del mundo adoptaron en este contexto, pero es necesario visualizar que debajo de ese manto de compromiso con la causa se esconden entramados un tanto más complejos. Sería inocente pensar en arteBA como un evento meramente artístico, ya que al tratarse de una feria lo económico posee un rol fundamental, y es en este sentido que la relación virtual-monetaria no da los mismos resultados que la experiencia ‘en vivo’. Por otra parte, hace tiempo ya que varias galerías locales se sentían desplazadas por sus homónimas internacionales, que eran recompensadas por su participación ocupando los principales puestos. Este desplazamiento de lo nacional no es un hecho fortuito, pues da cuenta de los intereses simbólicos y económicos que existen detrás de la gestión de la feria realizada por Fundación arteBA, que pregona en sus objetivos “el incentivo y la promoción de la producción artística contemporánea”. Producción contemporánea, sí; nacional… no tanto.

Más allá de las reconversiones materiales, que pueden resultar interesantes, hay otro tipo de modificaciones estructurales que hace años han aparecido en el mundo y vienen adquiriendo fuerza y compromiso, y tienen que ver con el rol de la mujer en el campo del arte. Si antiguamente la producción artística era restringida únicamente a los hombres, siendo el modelaje el papel principal de las mujeres, de un tiempo a esta parte estos paradigmas han empezado a cuestionarse. Desde ya que la inequidad en este sentido sigue un tanto vigente, pero la brecha comienza a acortarse y las trabajadoras del arte van adquiriendo protagonismo por la labor que realizan como productoras, realizadoras, curadoras o críticas. Así, vemos como los puestos de autoridad en el campo del arte como lo son el de Curaduría o Dirección artística en los Museos, tanto estatales como de gestión privada, comienzan a ser ocupados por mujeres calificadas. Es el caso del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, dirigido actualmente por la Lic. En Historia del arte y curadora independiente Victoria Noorthoorn; o el mismo Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires –MALBA- que recientemente ha nombrado a la reconocida especialista en arte latinoamericano Gabriela Rangel como Directora Artística. Si bien en arteBA se designó a la artista y coleccionista Amalia Amoedo como Presidenta de la Fundación, siendo la primera mujer en ocupar ese cargo, lamentablemente este hecho se vio opacado por la renuncia de Amalia y el posterior nombramiento “express” de Juan Carlos Lynch como Presidente, y Matilde Grobocopatel como vice-presidenta. Podría pensarse que, tal vez, en otro momento una acción como esta hubiera pasado desapercibida, pero no hoy. No en los tiempos donde los feminismos están atentos, y mucho menos en esta cuarentena en la que lo virtual toma una relevancia particular e instantánea. En este sentido, fue la gestora cultural y antigua miembro del colectivo Nosotras Proponemos, Estefanía Papescu, la que alertó acerca del contenido de los posteos de Lynch. La artista visual y representante de Argentina en la 57º Bienal de Venecia Claudia Fontes colaboró al masificar que el reciente designado como Presidente de arteBA es un personaje con discursos machistas que ya no tienen aceptación posible en el mundo del arte. A partir de la difusión de varias imágenes compartidas por este sujeto en sus redes sociales, pudo comprobarse que la mentalidad del nuevo representante de la fundación no se condice con los tiempos actuales, ya que se trata de viñetas que, lejos de ser graciosas, generan un mensaje misógino, gordo-odiante y racista. Asimismo, quien fuera elegida como vice-presidenta para compartir la gestión con Lynch, la señora Matilde Grobocopatel, tampoco pasó desapercibida, ya que forma parte de una de las familias más comprometidas con la utilización de glifosato en los campos de soja en nuestro país.

 

 

Sin embargo, más allá de este nombramiento “express” que sirvió como alarma dentro del campo del arte, es interesante abordar los diversos y contundentes mensajes de repudio que surgieron inmediata e instantáneamente. Esto demuestra el nivel de compromiso que existe por parte de quienes trabajan en el mundo del arte y las instituciones –públicas o privadas- donde pueden ejercer su profesión. Fue así que las declaraciones no tardaron en aparecer: personalidades destacadas como Rangel o Noorthoorn expresaron su malestar a través de las redes sociales, respaldando la denuncia que el colectivo de artistas feministas “Nosotras Proponemos” había publicado previamente, en el que se hablaba de un “retroceso en la lucha contra las violencias”. La red federal Artistas Visuales Autoconvocades Argentina también publicó un comunicado en el que se pregunta “¿Hasta cuándo vamos a naturalizar la violencia machista y racista dentro del campo de las Artes Visuales?”. Incluso la reconocida historiadora e investigadora del arte Andrea Giunta sentenció: “La no representación de lxs artistas en las instituciones que viven de ellos ya no resultan admisibles”. El último batacazo lo dio la cámara de galerías argentinas, Meridiano, cuando a través de una carta a la Fundación solicitó se retire su pedido de incorporar a un representante de dicha asociación en el Consejo de Administración de arteBA.

Entre el machismo y el ecocidio, la última maniobra de arteBA fue inmovilizada gracias a la organización y la lucha conjunta de distintas agrupaciones del campo del arte. Y es este compromiso tejido en forma de red el que, además de sentar un precedente histórico, brindará un marco de referencia para que quienes se encuentren al mando de instituciones artísticas escuchen, de una vez, el reclamo de quienes trabajan para y por el arte, en el territorio.