Caminante Urbana: Mujer y naturaleza en comunión
Por Milly Vázquez
A Caminante Urbana le agrada caminar por la calle bajo el sol, con la mente en blanco o proyectando sueños y de ahí ha tomado su seudónimo. La naturaleza es su fuente de inspiración, su gran musa. Ella nos habla de la simbiosis del hombre con su entorno natural. Urbana también escribe poesía y no es casual que sus imágenes sean ricas en metáforas. En su muestra más reciente, «Impresiones de una caminante», podemos apreciar su arte en blanco y negro con tramas profusas. La abstracción es otro de sus puntos fuertes. Su obra denominada “Guerra” nos presenta un cementerio y los rayos que se pueden apreciar, las líneas quebradas, nos hablan de la violencia del hombre. Hay algo que tiene que ver con Escher, asimismo, en su obra: lo laberíntico, lo intrincado, lo que puede verse e interpretarse de varias maneras.
La imagen «De otros mundos» parece sugerir una mujer de Oriente, cubierta de ornamentaciones pero en esencia velada; bajo las tramas asoman unos ojos expresivos. Formas parecidas a flores o caracoles y la geometría presente en la naturaleza son habituales en los dibujos de Urbana. A veces con tinta china, otras, con solo lápiz organiza mundos que tienen su propia coherencia donde suele primar el horror al vacío. Podemos ver entre sus imágenes, la de una mujer cubierta de motivos que parecen remitir a lo floral, como si fuera un tatuaje. Esta mujer mantiene una expresión neutra, puede estar en estado de meditación o invadida por pensamientos y también deja ver una cierta melancolía. La exploración del universo femenino como en «Féminas» es otra indagación clave. Las formas delicadas aunque potentes nos enseñan cómo lo femenino puede surgir de múltiples maneras. Mujeres que se funden con las tramas o se ven envueltas por ellas; las formas de la naturaleza cobran protagonismo y cubren por momentos a la presencia humana afianzando su primacía.
La caminante que estudió en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y luego en la Manuel Belgrano, nos ofrece «fragmentos de un todo indescifrable». «Muestro lo que en esencia sabemos, la unicidad… en el fluir de la sangre fluyen los ríos de la tierra, los peces de los océanos, las luciérnagas encendidas; en los corazones se deshojan los árboles invernales y brotan las mariposas cuando dan frutos, en las mentes, los pensamientos exceden la velocidad de la luz y el universo se muestra en miríadas de galaxias que convergen en nuestro interior», expresa la artista, aunando microcosmos y macrocosmos. Lo inmenso, lo inconmensurable de todo lo creado y lo diminuto propio de la existencia humana confluyen. El exterior refleja lo interior y viceversa.