El arte de la gastronomía taiwanesa conquista un lugar en el corazón de los argentinos
Por Margarita Gómez Carrasco
La belleza de la isla de Taiwán nos permite comprender por qué fue llamada «Hermosa», que es la traducción de la palabra portuguesa «Formosa». Su sentido artístico también se evidencia con la presencia de una parte de la gran colección de arte de las dinastías Ming y Quin en el Museo Nacional del Palacio de Taipéi. Y un hecho interesante, más cercano a nosotros los latinoamericanos, es el gran parecido físico de sus habitantes, las costumbres y las mitologías con los antiguos Mayas. Me arriesgo a decir que el extraordinario legado artístico de Taiwán y sus hábitos tienen puntos en común con los antepasados autóctonos de México y esa semejanza se nota en el arte culinario.
Hace unas semanas, en el marco de los festejos del Festival de la Luna, los chefs recién llegados a nuestro país, Wenchi Wu y Jinhan Luo, ofrecieron en la residencia del embajador Matthew Lee una degustación del arte culinario taiwanés. La excelencia de ambos cocineros demostró las razones por las que obtuvieron medallas de oro en la Competencia Mundial de la Cocina China realizada en Pekín.
La comida taiwanesa se caracteriza por el sabor liviano y esto se debe a que utilizan ingredientes frescos, sobre todo, mariscos y pescados. La manera de cocción está influida por los estilos de la cocina fukienesa, cantonesa y japonesa, y se caracteriza por poner el acento en el sabor natural de los alimentos, sin recurrir al uso de condimentos complejos. La clave está en lograr un sabor suave, fresco y ligero.
Los chefs lograron funcionar la cocina china, heredada durante milenios, y también tomaron elementos de los hakka, un subgrupo de los Han, antepasados cuyo origen se remonta a 1700 años en el norte de China, pero que las constantes migraciones hicieron que hoy en día se encuentren mayoritariamente en el sur. De ellos, tomaron el estilo simple y la utilización de especias y salsas para aderezar.
Cabe mencionar que los pueblos aborígenes de Taiwán que viven en las montañas y cerca del mar se alimentan de lo que obtienen de pesca y de la caza, y su estilo de vida se caracteriza por ser más despreocupado en comparación con la mentalidad del mundo occidental. Sus platos incluyen recursos locales como el jabalí, peces y camarones, y sus métodos tradicionales de cocción son el vapor y el asado. A la hora de condimentar, utilizan la pimienta negra de la zona y otras especies exóticas, con lo cual su cocina se torna incomparable.
El Gran Otro fue invitado junto a otros importantes medios para este banquete. Los comensales coincidimos en decir que habíamos entrado en éxtasis gracias a la degustación de estos tradicionales bocadillos y de las delicias que nos sirvieron. Quedamos maravillados. Me tomo el atrevimiento de emitir esta opinión en nombre de todos los asistentes. En un momento de la velada, casi nadie hablaba, nos dejamos llevar por una sensación jamás imaginada. Coincidimos en que era algo excelso, un sentimiento sincero nos conmovió. De esta forma, la cultura culinaria de Taiwán pasó a ocupar un lugar en el corazón de los argentinos, un espacio de cortesía conquistado a través del paladar.