Ejercicios para la visión contemporánea
Por Nadia Paz.
¿Qué son acaso aquellas cosas que vuelven a nuestra mente una y otra vez, que toman nuevas formas pero conservan intacto su contenido? ¿Qué ocurre cuando hacemos caso omiso de sus recurrentes apariciones? La exposición «La Máquina de la visión. Ejercicio 3: El retorno de lo reprimido» de Adriana Bustos, con la curaduría del antropólogo Gustavo Blázquez, explora aquellos mecanismos que a nivel social retornan cíclicamente a través del tiempo y permanecen hasta nuestros días. La muestra, que se presenta en la Fundación Federico Jorge Klemm es, en realidad, la tercera parte de un proyecto de investigación más ámplio que la artista viene desarrollando con anterioridad, primero en «Ejercicio 1», realizado en el Kabinet de Arteba edición 2018 y luego, en «Ejercicio 2: Venus», expuesto en Galería Nora Fisch el pasado octubre. En esa máquina social que la artista propone mirar se ponen en juego historias, recorridos, trayectos que se cruzan unos con otros, y que al unirse dan cuenta de un entramado, de un dispositivo en acción que no cesa: la esclavitud y el comercio ilegal de personas alrededor del mundo.
El retorno de lo reprimido es, para Sigmund Freud, el mecanismo psíquico por el cual aquellos contenidos expulsados de la conciencia reaparecen constantemente de manera distorsionada, en forma de síntomas, sueños, lapsus, etc. Este mecanismo manifiesta que la represión nunca es completamente efectiva, y que lo reprimido es indestructible en su totalidad. Por su parte, Adriana Bustos lleva este proceso del plano individual analizado por Freud al social y propone involucrar al visitante para decirle «ya sabés todo esto, aunque aún no lo sepas». Estos interrogantes ya hemos podido observarlos en la obra de Louis Bourgeois, quien a partir de un trabajo autobiográfico explora conceptos como la soledad, la traición o la ansiedad, accediendo a sus propios fantasmas infantiles. A través de sus grandes esculturas logra provocar al espectador, lo angustia y lo involucra sin saber bien porqué. Y es que en ese no saber de quien observa, hay algo familiar, algo propio del ser humano que es compartido aún en su forma singular más absoluta.
Adriana da cuenta de un presente, encarnado en el retorno permanente del pasado. Un presente que se hace el distraído de su propia realidad abrumada por el insistente deseo por la máquina, como dispositivo de poder. Se mete en las entrañas del capitalismo profundo para mostrar sus cimientos, su estructura de apoyo, ligada a viejos y reconocidos métodos de dominación. En este sentido, las obras son reflexiones sobre la humanidad, sobre los sistemas sociales que han impuesto sus condiciones, y con ellas, su dominación implacable sobre los sujetos considerados como mercancías. Y del mismo modo, nos alerta sobre el poder de la cibernética y el lugar prioritario de las relaciones mercantiles, por sobre cualquier otra relación social. Nos propone despertar de aquel videojuego de zombis en el que sostenemos la pantalla de la realidad social.
La muestra involucra a los espectadores en esa búsqueda a través del tiempo y propone un juego de pistas, que se van develando en el mismo recorrido por el espacio. Las noventa acuarelas sobre papel, de pequeño formato montadas como parte de una misma composición, atraen la mirada y proponen la cercanía con los detalles de cada uno de los casi cien barcos que a lo largo de la historia han sido conductores de muerte. Se trata de ejercicios para hacer ver y saber, para dar un conocimiento epistemológico, ontológico, histórico y sobre todo, político.
El mar es uno de los ejes centrales. Se exhibe como el gran canal facilitador de las rutas de comercio humano que se revelan a través de los extensos mapas exhibidos y la colección de acuarelas que exploran el tráfico marítimo. De este modo, la belleza de la inmensidad azul condecorada por los clásicos, queda a merced de la especulación y la dominación mercantil, que a su vez, llega a ser vista a través de pequeños círculos de acceso.
Esta tercera serie de ejercicios que propone la artista, presenta la posibilidad de profundizar en aspectos de nuestra contemporaneidad circundante para abrir los ojos a través de la máquina de visión ofrecida. Si, como afirma Gustavo Blazquez, «la comunicación es fundamental para controlar el control», Adriana nos ofrece una nueva vía para ponernos en contacto, como espectadores y a la vez, protagonistas activos de la sociedad en la que nos encontramos inmersos.
Ejercitar la visión contemporánea entonces refiere a algo un poco más profundo que simplemente mirar. Implica poner el cuerpo, ejercitarse hasta lograr atravesar la angustia y disolver el síntoma que nos devuelve siempre al mismo lugar, para sentar las bases de una sociedad más justa, más equitativa y más libre.
«La Máquina de Visión. Ejercicio 3: El retorno de lo reprimido» se puede visitar en la Fundación Federico Jorge Klemm, Marcelo T. de Alvear 625, de lunes a viernes de 11 a 20 hs, con entrada libre y gratuita.