Esther Diaz – La filosofía en cuerpo y alma
Por Tatiana Souza Korolkov
Adentrarse en el universo conceptual y corporal de la filósofa argentina Esther Díaz es una experiencia que moviliza todos los sentidos. Desde sus famosas cátedras en la Universidad de Buenos Aires, sus numerosos libros, su película Mujer Nómade hasta su reciente libro Filósofa Punk se vivencia cómo el devenir de las cosas a fuerza de energía vital se impone por sobre las tragedias.
El exitoso documental sobre su vida «Mujer Nómade» – dirigida por el joven cineasta Martín Farina – la puso en la vidriera como si fuera una celebridad, con lo cual ella a su decir «no se identifica, pero disfruta el instante, lo fugaz, lo efímero».
Una película donde el director desde su concepción quería expresar cómo un cuerpo es atravesado por la filosofía. La puesta en escena de su vida, de sus clases magistrales y de la relación con sus alumnos, de sus dolores como madre, esposa y mujer, así como de su libertad sexual expresada sin tapujos, no dejan indiferente a ningún espectador.
Un registro visual atrapante que logra que la intimidad del cuerpo y alma que Esther Díaz de anima a exponer sacudan – para bien o para mal – la estantería conceptual de cualquier cristiano – liberal o conservador – que sentado en su butaca se ve interpelado por el ejercicio del deseo y la libertad.
«Ni Martín Farina ni yo imaginamos nunca que iba a tener semejante aceptación y nos dimos cuenta el primer día del BAFICI que la película no está terminada, como cualquier obra, la termina el que la consume, el que la lee. En esa devolución nos dimos cuenta que la gente se siente movilizada por lo que ve, inclusive personas que han tomado una resolución crucial en su vida a partir de la película, que han cambiado de profesión o de pareja o han puesto sus cosas más en claro a partir de lo que sintieron.
Si bien es cierto que lo que se cuenta tiene que ver con esta edad de mi vida, de mis deseos como mujer, observamos junto al director que a partir de los efectos que produce, de la respuesta en el debate posterior a la proyección, tiene que ver con el ser humano en general.
Por ejemplo, en la última función en el Malba hubo una chica de Rusia que tradujo los tatuajes que tiene escrito en idioma ruso el que es mi amante en la película y eso fue de una gran riqueza porque no sabíamos lo que significaban y eran las palabras: Voluntad, Poder y Libertad. Esas cosas que uno no sabe las va completando el público. Mi deseo es que la película se siga haciendo con cada persona que la está mirando».
Y la vida para Esther Díaz a sus casi 80 años se sigue haciendo a fuerza de estar conectada brutalmente a la vida a pesar de los tantos dolores por lo que atravesó y que la película cuenta. Si se enumeran así no más, es decir y contar, que fue una mujer golpeada, que se casó muy joven por mandato familiar, que se separó, que tuvo dos hijos, que transgredió por completo los límites de su familia humilde de Ituzaingó que no la dejó estudiar el secundario porque al decir de su madre «era cosa de putas».
Que lo hizo en dos años y a los 29 ingresó a la carrera de filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Que trabajó como peluquera para mantener a sus hijos mientras estudiaba. Y que así el devenir la convirtió en escritora, le trajo reconocimiento como intelectual prestigiosa, experta el Foucault, Nietzsche y Deleuze, al mismo tiempo que un intento de suicidio a los 50 años y la muerte de sus dos hijos en los últimos 4 años de su vida.
Una biografía al extremo del dolor y las pasiones, tanto tristes como alegres, la convierten en la Mujer Nómade que sostiene que la vida es una tragedia griega y le preguntamos ¿por qué?.
«Por que como toda tragedia griega la vida es conflictividad, no hay resolución para los problemas que vamos teniendo, momentáneamente parecería que si, pero el problema fundamental es el problema de encontrarse con el otro.
El encuentro feliz con el otro que nos hicieron creer de chicos, no existe o no de manera absoluta como en los finales de Hollywood. Los finales de Hollywood son dramas y el drama es un género literario teatral que comenzó en la modernidad.
En la antigüedad no existía el drama existía la tragedia».
¿En que se diferencian?
En que el drama es dialéctico y tiene una posición, una negación y una superación. Nos proponemos algo, encontramos obstáculos, algunos finalmente los superamos y todo anda bien aparentemente para siempre.
Eso es la dialéctica. En cambio la tragedia es tensional, no dialéctica.
Hay dos posiciones, la positiva y la negativa. Y entre esas dos posiciones está la tensión, nosotros, con nuestros afectos, trabajos, estudios, que a veces se cumplen pero nunca cierra nada definitivamente para siempre.
El drama no es solo llanto es poner en escena algo de la vida. El drama tiene resolución, es dialéctico y se supone que se superan cosas en la vida.
Por mi experiencia de vida veo que lo que más prevalece es una tensión, y eso es igual que en la tragedia griega que nunca hay un final feliz. No hay un cierre, siempre quedan punta desgajadas, se arrancan los ojos, se suicidan, y siempre te quedas con ganas de….
Porque la vida es eso, siempre quedarse con ganas de….no hay un cierre definitivo y como decía Lacan el deseo no tiene objeto, esto quiere decir que nos creemos satisfechas de algo pero después empieza de nuevo la ansiedad. La tragedia no cierra los dramas siempre permanece en la tensión y la conflictividad.”
El titulo Mujer Nómade a su decir la define, ¿por qué?
El término proviene de Gilles Deleuze en el sentido que tanto nuestras familias como nuestras tradiciones, nos han cargado de culpas y de mandatos que hay que cumplirlos sí o sí porque si no estaría todo mal.
Según nos van criando – nos van cargado con una cantidad de imperativos que como no se cumplen nos llenan de culpas.
La única manera de sacarse esas culpas, que nos impone la moralina – familiar o social – es devenir.
Devenir es siempre devenir para mejor para sacarse esas cargas, que la cultura nos impone. Lo que dice Deleuze es que se deviene mujer, no se nace mujer – sí genéticamente – pero hay que construirse – se deviene niño, animal, el niño es el que no está atado a lo que le marca la cultura.
Lo ideal sería devenir imperceptible. Deleuze pone como ejemplo, los dibujos japoneses que con una sola línea se expresa lo que quiere decir el dibujante. Ese devenir nos dejaría más libres ya que en última instancia mujer nómade es la que se sale del lugar horrible en que nos ha puesto la sociedad machista y logra la independencia.
Eso es lo que hago yo desde el primer momento en que tengo uso de razón deviniendo en otra mujer para salir de las restricciones y el abuso familiar y quisiera seguir deviniendo porque todavía quiero hacer muchas cosas.
El asunto es devenir siempre, pero no para menos, no se deviene varón, porque el varón tiene el poder. El varón puede devenir mujer, niño, animal, imperceptible pero no al revés. Nosotros estamos fuera del poder y por eso deberíamos devenir para ser libres.
Y en el caso del nomadismo respecto de la sexualidad que también lo tomo en mi película, tiene que ver con un movimiento post – feminista, que se llama post – porno. Este movimiento es una crítica al porno tradicional, al que va a un hotel de alojamiento heterosexual y toda la importancia se le da a los genitales, el hombre tiene que estar bien dotado, siempre parado, y la mujer tiene que tener unos orgasmos espantosos, terroríficos, gritar, sollozar, pedirle al tipo que la haga gozar mas.
¿Cómo se devendría de esa situación en la que somos objeto?
Dejaríamos de ser mujer – objeto y pasaríamos a ser sujeto, si fuéramos concientes de que todo el cuerpo es un órgano sexual, no solamente la genitalidad. Y que no necesariamente con un coito tradicional se puede llegar a un orgasmo cosa que yo logro en la película.
El final, en cierto modo es la realización del ideal post – porno, porque en ese final el actor que trabaja conmigo, esa parte está actuada aunque es un documental – no eyaculó por ejemplo, no hubo penetración, sin embargo yo si logré un orgasmo”.
El tema de la sexualidad en la gente mayor es algo sobre lo cual usted ha profundizado en artículos y libros como El Himen como obstáculo epistemológico y en la película lo vive en primera persona. Para mujeres y varones el deseo parece acabarse en la tercera edad, casi por decreto cultural. ¿Qué piensa usted?
Si seguro, se niega el deseo de las mujeres primero y de los varones también. No nos olvidemos que el actual presidente dijo hace un tiempo que le había cortado Internet a los pacientes de un geriátrico porque se entusiasmaban mucho con lo pornográfico. Eso es cortar el deseo.
Pero igual hay más cosas permitidas al varón porque es el que tiene el poder, un hombre de mi edad, 79 años, puede andar con una mujer más joven y nadie se escandaliza, si yo lo hago produce escándalo, se siente la presión social.
Ni siquiera se atreven a mostrarse en público los jóvenes a los que les gustan las mujeres grandes porque está instalado en el imaginario que a la inversa no es.
Las mujeres grandes a las que nos gusten los jóvenes somos censuradas y mal vistas. Por supuesto se pueden tener relaciones en privado sin mostrarse socialmente, de hecho es lo que hago yo desde que tengo cierta edad, pero lo que hay que resistir es esa idea machista de que las mujeres somos cogibles hasta más o menos los 40 años y después se acaba todo señores.
El deseo no se acaba. Lo tenemos desde que nacemos – inclusive desde el feto hay una manera de pre-masturbación que se ve en las ecografías de los fetos tocándose los genitales – y se sabe también por los geriátricos que las personas mayores de más de 90 años suelen decir que sí quisieran tener sexo otra vez.
Entonces, de alguna manera, mi micro – militancia es que las mujeres no tengamos miedo de manifestar nuestro deseo y saber que podemos ser deseadas también.
No es una lucha que voy a ganar ahora, incluso es tanta la presión que hay con el deseo cuando se pasa cierta edad que algunas lo clausuran, después de los 40 o 50 años dicen: Cerré el negocio y lo hizo porque no se atrevieron a enfrentarse con los prejuicios sociales, lo cual comprendo porque lo he vivido en carne propia, pero prefiero apostar al deseo y al goce femenino, porque lo merecemos y no hay porque prohibírnoslo.
Hay que reafirmarlo y luchar contra el machismo y también vale aclarar que hay muchas mujeres atravesadas por el machismo – que es un conjunto de valores que no tiene género y que se escandalizan con lo que yo digo, porque no admiten que si fueran sinceras tendrían que reconocer que a ellas también les gusta pero se auto reprimen.
Mi lucha es para que salgamos de esa represión si no es con un hombre, al menos con juguetes sexuales pero animarnos a realizar nuestro deseo.
Trabajar sobre la realización del deseo fue una preparación de toda mi vida y que me llevó por ejemplo a ser multi-orgásmica después de los 50 años, cosa que siendo joven no logré, lo logré de grande.
En algún momento de la película digo que se puede ser nómade sin salirse del lugar porque, no es necesario ir corriendo de un lado para otro, si uno está creando algo, está deviniendo, porque es libre en tanto pueda crear.
Devenir es devenir libre.
Cuando se resume su vida en hechos genera un gran impacto por todas las experiencias y dolores que atravesó junto a los logros enormes transitando la tristeza. ¿A qué le teme?
Fui muy religiosa cuando era jovencita hasta que empecé a estudiar filosofía. Pero ya no tengo fe, no creo en dios ni en ninguna vida después de la muerte.
Cuando terminé mi libro Filósofa Punk – Una memoria – me pregunté a mí misma.
¿Tengo miedo a la muerte? Y me contesté taxativamente que no.
Sí tengo miedo al sufrimiento, pero he sufrido tanto y visto sufrir tanto que sé que es algo más de la vida, lo que pretendo es reafirmar la vida. No me angustia la falta de trascendencia, lo que sí me angustia es el deterioro, pero es el pago por vivir tantos años.
Prefiero no que alguien me convenza de tener fe y de que hay una vida después de la muerte, sino que todos, hasta el último momento de esta vida la reafirmemos y vivamos intensamente.
¿No hay techo mientras se esté en esta tierra?
¡No hay techo! Exactamente. Cuando me obligan a jubilarme en la Universidad con todo lo que yo puse, 45 años trabajando allí, parecía que se me terminaba la vida, y además con las desgracias personales que me pasaron, no veía horizonte.
Se me acercó Martín Farina, y me ofreció la película. Fui al festival de Cine de Mar del Plata, Bafici, Malba, Gaumont, la película se ha visto en el Festival de la Habana, de Venecia, he recibido mucho reconocimiento que no imaginaba a esta altura y he aprendido a disfrutar el instante, lo fugaz, a no querer que nada permanezca, porque lo que se consuma lamentablemente, se consume y yo no quiero vida consumida, quiero vida siempre fresca.
Y la única manera es con las cosas nuevas y sabiendo lo efímero de la vida.
Terminó la película y apareció el libro.
En Lo que el Viento se Llevó la protagonista perdió todo, el amor, el hombre que ella quería no la quería, con el que se casó la abandona, se le muere la hija y le va mal económicamente.
Y cuando parecía derrumbada, que no hay salida ninguna, mira a la cámara, aprieta un puño y dice, mañana será otro día, la tragedia griega que no tiene final.