Goran Filipec, pianismo artesanal
Por Darío Duarte
En su paso por la Argentina, el pianista croata conversó con nosotros sobre su formación, sus concepciones alrededor de la tarea de los pianistas y la influencia de Liszt en su pianismo.
De origen croata, el pianista Goran Filipec ha visitado numerosas veces nuestro país. De hecho, su historia con la Argentina viene de larga data, de al menos unos quince años, actuando en salas que se encuentran en puntos cardinales tan disímiles como la ciudad de Rosario, Buenos Aires, la Ciudad de Tucumán y, la ciudad más austral del mundo, Ushuaia. Este año ha regresado por dos razones. Primeramente, para seguir ofreciendo al público argentino lo mejor de sus interpretaciones. Prueba de ello fue su presentación el 22 de junio en el Salón Dorado del Teatro Colón, con un programa entero dedicado a Liszt, en el que se incluyeron piezas de Años de Peregrinaje y los Estudios después de Paganini. Pero, además, ha sido convocado a formar parte del prestigioso jurado del 2° Concurso de piano de la Ciudad de Tucumán que se realizó entre el 24 y el 28 de junio. Este Concurso tiene su origen en una iniciativa cuando Filipec visitó esta ciudad por primera vez, cuya primera edición se realizó en 2016. «Argentina es un país de gran cultura musical, el más orientado a la cultura europea de Latinoamérica y justamente por ese motivo llegué a la conclusión en 2014 cuando visité esta ciudad por primera vez que es una lástima que no haya un concurso internacional de piano. Entonces el concurso se hizo. Es una realidad muy linda en este país». Su visita ha sido, por tanto, una excelente oportunidad para conversar sobre su carrera y las ideas que tiene sobre la ejecución del piano.
Un artesano del piano
Goran Filipec posee una voz calma y reposada. Habla con términos precisos en un castellano clarísimo y posee una cordialidad que hacen que el intercambio que mantuvimos sobre su carrera como pianista sea agradable, distendido y profundo. Reconocido y celebrado tanto por la crítica como por el público, este músico ha sabido conjugar en sus ejecuciones dos elementos que son centrales para un pianista: por un lado, un virtuosismo elegante y, por otro, un lirismo y una musicalidad, que se hace presente en cada una de las interpretaciones. La precisión y el ascetismo son la marca de su pianismo, lo que le ha permitido abordar un amplio repertorio entre los que se cuentan, sólo por mencionar algunos, obras de Domenico Scarlatti, Frederic Chopin, Sergei Rachmaninov y Franz Liszt, este último con quien tiene una enorme afinidad.
Filipec se ha formado en diferentes instituciones. Comenzó sus estudios en su país natal y tuvo un paso por diferentes instituciones en Alemania, La Haya, Italia, Francia y Rusia. De cada una de sus estadías en las diferentes casas de estudio tiene un recuerdo especial. Pero es destacable que entre sus influencias más fuertes gravitan especialmente los maestros provenientes de Europa del Este, en lo que podemos decir es la reconocida escuela rusa del piano. Filipec menciona especialmente entre sus referentes a sus primeros maestros en la Academia en Croacia, la georgiana Marina Ambokadze y el ruso Evgeny Zarafiants y a Oxana Yablonskaya, Naum Grubert y Natalia Trull, de su paso por el Conservatorio de Moscú. «La escuela rusa del piano fue muy importante para mí en la parte artesanal de la interpretación pianística. Quizás un poco menos en la parte intelectual, analítica, filosófica que descubrí en mis estudios en Francia».
Como vemos habitan en Goran dos corrientes, una práctica, de métodos concretos, producto de sus inicios en la escuela rusa y otra de aproximación más intelectual, producto de su paso por la Sorbona en donde obtuvo un Doctorado. Son precisamente esas dos corrientes, la de Europa oriental y la francesa, las que recorren las fibras de la interpretación de Goran Filipec y que lo hacen enfatizar en sus palabras los dos aspectos de gran importancia para tener en cuenta para un pianista. Para Goran, éstos son las técnicas que se utilizan en la interpretación, las cuáles son las herramientas básicas y comunes a los pianistas, y los elementos personales, en donde se evidencia aquella dimensión artesanal que señala. «Para cada pianista, y para el pianismo de manera general, el aspecto artesanal es siempre un momento importante». Podemos ver que su manera de concebir el arte de la interpretación musical es aquello que lo hace un músico muy completo, logrando un equilibrio entre esas dos corrientes que le permiten una enorme capacidad para el desarrollo de interpretaciones al mismo tiempo ascéticas técnicamente y con una profundidad en el conocimiento del material musical.
En este encuadre para Filipec, el virtuosismo es un lenguaje y no sólo una exhibición de cualidades técnicas. «Hay que admitir que las sonatas de Scarlatti, de Mozart tiene un cierto virtuosismo de otra época, de otra estética. Ya en la segunda mitad del siglo XX se han impuesto tradiciones más estrictas con respecto al texto del compositor, buscando interpretaciones más auténticas. En el siglo XXI, el virtuosismo es un elemento indispensable que no implique el virtuosismo que tuvo su punto máximo en el siglo XIX en el arte pianístico».
La influencia de Liszt en Goran Filipec
Liszt es un compositor que para Goran representan una referencia muy fuerte. Se hace patente en algunos datos: un trabajo discográfico dedicado al compositor húngaro que grabó en 2016 para el sello Naxos, llamado Paganini Studies, en donde grabó los Seis Grandes Estudios de Paganini, los Estudios de ejecución trascendental después de Paganini y el Carnaval de Venecia, el reconocimiento que ese álbum le valió en la Academia Franz Liszt en Budapest y el haber sido cofundador de la Société Franz Liszt de Genève.
Darío Duarte: La figura de Liszt es una presencia importante en su trabajo, ¿cuál considera que ha sido la influencia de este músico en usted?
Goran Filipec: Liszt es un personaje de la música clásica con el que pude siempre, de una cierta manera, identificarme y creo que ese es un punto muy importante que tiene que pasar entre el compositor y el intérprete. El intérprete debe tener una cierta conexión, que es difícil de describir, con el compositor o con la obra, porque sabemos que las obras de los compositores son escritos en estilos diferentes. Siempre pude identificarme muy bien con Liszt. Sabemos que ha sido un gran innovador en el pianismo del siglo XIX. Vivió en una época en donde el piano estaba en una gran evolución. Hizo salir al piano de los salones parisinos, fue el primero en tocar un recital entero de piano donde se presentó solo. Posicionó el piano en la gran sala de concierto. Revolucionó la manera de tocar el piano y el concepto del pianismo en general dándole mayor capacidad de recursos. Le dio el piano un rol central en la música y asimilaba las culturas musicales extra-pianística, lo que podemos ver tanto en sus obras como en sus transcripciones.
Darío Duarte: Un aspecto que usted ha referido como destacable en la obra de Liszt son las paráfrasis, ¿cómo considera este trabajo que le otorga al pianista una posibilidad de amplia libertad creativa incluso interviniendo en la creación?
Goran Filipec: La pregunta la encuentro muy importante e interesante. Sabemos que la cultura de la improvisación en el campo pianístico fue un punto muy importante para todos los pianistas sino también para los organistas y cembalistas, para todos los instrumentistas del teclado en general, hasta la primera parte del siglo XX. Sabemos que Bach improvisaba, Mozart, Beethoven, sabemos también que Liszt era un gran improvisador. Se supone que en estas tradiciones las composiciones no eran más, como Busoni decía siempre, la notación era una manera para fijar la improvisación para que ella pueda ser explotada más tarde. En ese sentido, la música de Liszt no es nunca una música terminada. Por ejemplo, publicó varias veces varias de sus obras, como por ejemplo los estudios o los Años de peregrinaje. Las publicó dos o tres veces en varias versiones diferentes y en esas versiones nosotros encontramos diferentes maneras de realización de una idea musical. Todas estas composiciones son realidades, pero realidades del momento. Creo que los grandes pianistas siempre tenían la tendencia de intervenir en las obras musicales porque era muy conscientes del momento temporal de la música. La interpretación es una cosa variable, nunca es la misma. Un pianista cuando toca una obra la interpreta de una cierta manera, pero dos años después la puede tocar de una manera totalmente diferentes. Esta naturaleza que viene de la parte interpretación de la música se mezcla con la parte de la composición y en este sentido las intervenciones de los pianistas de la época del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX implican muchas modificaciones textuales de obras que tocan. En mi tesis doctoral los llamé los pianistas del gran estilo, que vienen de las tradiciones lisztianas del piano orquestal que viene realmente del violín de Paganini de los que Liszt intentó traducir al piano lo que Paganini hizo al violín. Sabemos, por ejemplo, que Liszt enseñando a sus alumnos cuando tocaban algunas de sus obras, les decía porque no la tocaban de otra manera y un alumno le dijo, pero yo no lo tengo escrito así y él les contestaba que no tomaran de una manera tan literal todo lo que había escrito en su obra. La música de Liszt y de los pianistas del gran estilo es una música que puede ser variada y que incluye el aspecto de la improvisación y de la variación.
Darío Duarte: ¿Qué aspectos considera centrales en la elección de su repertorio?
Goran Filipec: Lo que me interesaba en el repertorio eran obras que necesitaran de una gran subjetividad del intérprete. Son obras de una cierta manera que reflejan mucho la personalidad y las calidades musicales y pianísticas del intérprete. No son sólo obras que tienen una cierta calidad, sino que son obras que dependen mucho del intérprete. Por ejemplo, si escuchamos una sonata Dante o la Sonata en Si menor de Liszt tocada mal en un concierto, tendremos la impresión de la obra está escrita muy mal. Pero si la escuchamos en una buena interpretación esta obra va a parecer una obra fantástica. La obra toma la personalidad y las características del intérprete. El caso de las sonatas de Beethoven no sería el caso. La obra de Beethoven si está tocada mal la obra es buena, pero nos damos cuenta de que el intérprete es problemático. Siempre me gustarán esas obras en donde se necesitaba mucha fantasía, subjetividad y libertad y que permitían al intérprete buscar su manera, su interpretación sin demasiadas restricciones.
Consejos para pianistas
Dado que Filipec es un pianista de referencia con una maestría impresionante, también quisimos preguntarle por algunas cuestiones que puedan servir para orientar a los pianistas de las nuevas generaciones.
Darío Duarte: ¿Qué consejos le da a una pianista en formación?
Goran Filipec: Creo que aconsejaría que se oriente sobre todo en lo que es lo individual y lo personal y lo que es la transmisión directa en la música clásica. Esos son creo puntos que no pueden sustituidos por algunos elementos que pueden ser sin problemas en otros tipos de música que obviamente facilitan la difusión. Creo que la música clásica va a reducirse a salas más pequeñas, a lugares un poco más íntimos, donde las personas que la escuchan van a volver a encontrar este contacto directo con el artista que las enormes salas no permiten. Esta música de la que hablamos ha sido escrita en un período donde no existía sin músico y hoy con la tecnología que tenemos ha cambiado mucho la realidad musical. El punto fuerte de la música clásica es la individualización y la transmisión de ideas y emociones en forma directa que un intérprete puede transmitir al público.
Dario Duarte: ¿Qué aspectos hay que destacar en un pianista que se presenta a un concurso?
Goran Filipec: Es muy difícil responde a esta cuestión, porque es una cuestión muy compleja. El pianismo es una cosa individual, a veces no podemos saber cuál será la cosa que vamos a apreciar en el arte de alguien. Hay que considerar lo que el artista hace en su totalidad, evaluar lo que cada uno de los candidatos presenta e intentar entender su manera de pensar la música.