¿Es el amor un camelo?
La imposible posibilidad del amor
Por Ana Frandzman
Al sumergirme en esta serie titulada «Los Amantes» del pintor surrealista belga René Magritte, resonó en mi memoria un pequeño fragmento de la obra del dramaturgo irlandés Samuel Beckett «Fin de partida». El diálogo se produce entre Nell y Nagg (padres de Hamm, un viejo amo ciego) quienes no tienen piernas y viven en cubos de basura:
(Reclina la cabeza en el respaldo del sillón , permanece inmóvil. Nagg golpea la tapa del otro tacho de basura. Pausa. Golpea más fuerte.La tapa se levanta. Aparecen las manos de Nell aferradas al borde. Enseguida emerge la cabeza.Gorro de encaje.Tez muy blanca.)
NELL: ¿Qué pasa, mi amor? (Pausa.Con intención) ¿Tienes ganas?
NAGG: ¿Dormías?
NELL: ¡Oh, no!
NAGG: Bésame.
NELL: No se puede.
NAGG: Intentemos.
Las cabezas se aproximan penosamente. No llegan a tocarse se apartan.
(Beckett, 1957, p.10)
¿Será que tanto Beckett como Magritte, comparten el afán de demoler el sentido a través de su arte?. Magritte (1898-1967), gran cuestionador de la realidad pictórica, le dio al misterio un estatuto clave en sus producciones; «lo oculto era para él más importante que lo reconocible. Ello vale tanto para su propios temores como para su manera de exponer el misterio. Si cubría los cuerpos con telas, si extendía cortinas y lienzos, si encapuchaba las cabezas, ello era menos por ocultar que por crear lo extraño por disimulación».(Meuris, 2007, p.17)
Un acontecimiento decisivo se produce en 1912, a los 14 años de Magritte cuando encuentra a su pereciente madre de 41 años ahogada en el Sambre, cerca de Chatelet. «René y sus hermanos encontraron su cadáver prácticamente desnudo, cubierto con un camisón mojado y roto, pegado al cuerpo» (Meuris, 2007,p.12). Si bien no existe una confirmación fehaciente de este suceso, se considera como determinante en la creación de un ‘sentimiento de misterio’ que puede observarse notoriamente a lo largo de su vasta obra, la cual oscila entre lo conocido y lo oculto, jugando con lo revelado y lo secreto.
Tanto Beckett como Magritte al privar a sus personajes de la sensación, deconstruyen el concepto de beso; mostrándolo tal cual es; en su imposibilidad. A través de lo absurdo, consiguen hacer estallar el sentido y así poner en evidencia la importancia del acto.
Ambas creaciones; «creación, poiesis viene de poeio que significa hacer» (Platón,2009, p.229); son justamente modos de hacer con eso que se sustrae, con lo que no encastra, buscan asir lo real, mostrar su incidencia. Por eso mismo, pueden ser pensadas como modos de presentificar lo onírico. Lacan refiere que «en el momento en que el sujeto relata un sueño, tiene el sentimiento de que falta allí algo que ha olvidado, o que algo es ambiguo, dudoso, incierto» (Lacan, 1958-1959,p. 50). Eso que se muestra como enigmático, que aparece como un interrogante a nivel de la enunciación del sueño, es lo que denuncian Los Amantes. El realismo de la composición de la obra discute con el efecto de misterio que producen los rostros tapados intentando tocarse; y si agregamos a esto el juego de sombras impecablemente logrado, obtenemos como resultado un verdadero jaque a la realidad pictórica. Tanto el sueño, como la obra de Magritte y la de Beckett pueden pensarse como enunciación de sujeto, en la medida en que algo está más allá de la enunciado, haciendo surgir el estatuto de enigma.
En este ida y vuelta, entre lo que se afirma y lo que se niega como oda a lo imposible, decanta que, de lo que se trata en el amor, gira en torno a una aporía, como paradoja irresoluble; como imposibilidad lógica.
Aporía es también el modo de interrogación socrático que introduce una dialéctica mediante la cual «si me permiten este juego de palabras en griego, el eromenos, el amado, se convierte en erotomenos, el interrogado-, surge un tema, (..) a saber la función de la falta». (Lacan, 1960-1961,p.137)
En «El Banquete» de Platón, Sócrates interroga a Agatón acerca de su discurso sobre el amor. El hecho de interrogar a quien habla sobre conocimientos que ya tiene, hace consistir la función de la falta como constitutiva en el amor: «si parte al encuentro de lo que tiene y no conoce, lo que va a encontrar es aquello que le falta». (Lacan, 1960-.1961,p.80)
Lacan alude esta cuestión a la altura del Seminario 8 : «Todo lo que Agatón dice, por ejemplo, sobre lo bello – que pertenece al amor, que es uno de sus atributos- sucumbe ante la interrogación de Sócrates- Este amor del que hablas ¿es o no es amor de algo? Amar y desear algo, ¿es tenerlo o no tenerlo? ¿Se puede desear lo que ya se tiene?» (Lacan,1960-1961, p.137) y luego agrega “el objeto de deseo es para quién experimenta dicho deseo algo que no está en absoluto a su disposición y que no está presente- en suma, algo que no posee, algo que no es él mismo, algo de lo que esta desprovisto- es por esta clase de objeto por la que siente tanto deseo como amor.” (Lacan,1960-1961, p.137).
Es de este modo, como se presenta la imbrincada relación del deseo, el amor, y la falta: «de la conjunción del deseo con su objeto en tanto que inadecuado, debe surgir aquella significación que se llama el amor». (Lacan, 1960-1961, p.46)
Lo que es inmanente a la falta es la actividad, y es bajo estas coordenadas como enmarca la cuestión del amor, el mito que introduce Sócrates mediante el discurso de Diotima, personaje que se anuncia como una extranjera, una maga. Toda la situación transcurre en el festejo del nacimiento de Afrodita al que Aporía (que significa pobreza, límite de los recursos, callejón sin salida) se presenta. Al no tener nada para ofrecer decide no entrar, se queda en la puerta, cerca de las escaleras. En un momento aparece Poros (astucia), borracho de néctar, y se queda dormido. Aporía, encausada en su falta estructural, se hace embarazar por él y así concibe a este retoño que es el Amor.
De esta manera, el amor queda situado en esta hiancia, en este desagarro, «si, a propósito de esto, les planteo la formula amar es dar lo que no se tiene, ello no tiene nada de forzado (…) porque la pobre Aporia, por definición y estructura, no tiene nada que dar salvo su falta, aporía constitutiva» (Lacan, 1960-1961, p.145).
El amor, entonces, esta estructurado alrededor de esa falta por el hecho de que en lo que desea solo puede haber falta; pero si bien ésta es constitutiva también es singular en el punto en que «lo que le falta a uno no es lo que esta escondido en el otro. Ahí esta todo el problema del amor” (Lacan, 1960-1961,p.51)
Quién ama es sujeto de deseo, lo que caracteriza al erastés, al amante, es lo que le falta, y podemos agregar, lo que no sabe que le falta, en esa ignorancia propia del estatuto de lo inconsciente. Lo mismo sucede con el amado, el eromenos, el único que en dicha pareja tiene algo, ese tener se constituye sobre la necedad de saber lo que posee.
Con lo cual, en la fórmula de la metáfora de amor, se produce la significación del amor en la sustitución del eromenos, el objeto de deseo, por el erastés , sujeto deseante. Sin embargo, este deslizamiento forma también un hueco, lo que le falta al erastés no es lo que el eromenos posee, no hay coincidencia en ese punto.
La definición que Diotima brinda acerca del amor podría pensarse bajo la lógica de la función metonímica del deseo, más allá de los objetos, a través de los objetos «si se pasa de la búsqueda de un bien a la realización de un deseo, se verá que la realización del deseo no es la posesión de un objeto» (Lacan, 1960-1961, p.80)
En el marco de este recorte conceptual, puede ponerse en perspectiva la obra de Magritte y acentuando la ultima parte de la frase «Amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es» podemos pensar que las sábanas que cubren los rostros de los protagonistas no hacen más que velar que «el hábito ama al monje, porque por eso no son mas que uno. (…) lo que hay bajo el hábito y que llamamos cuerpo quizá no es mas que ese resto que llamo objeto a. Lo que hace que la imagen se mantenga es un resto. El análisis demuestra que el amor en su esencia es narcicista, y denuncia que la sustancia pretendidamente objetal –puro camelo- es de hecho lo que en el deseo es resto , es decir, su causa y el sostén de su insatisfacción, y hasta de su imposibilidad». (Lacan, 1972-1973, p.14).
Las imponentes imágenes de Magritte y la obra de Beckett son singulares modos de hacer de la falta un estandarte. A la luz de los desarrollos lacanianios podría decirse que introducen en su manera mas radical la idea de obrar a partir del agujero de lo real contorneando esa hiancia que se presenta misteriosa y enigmáticamente.
El amor revela que el objeto privilegiado del deseo, tiene carácter de agalma, de oculto, que posee un brillo particular que le da relieve por sobre los demás, «este otro, como objeto del deseo, es quizás la suma de un montón de objetos parciales, lo cual no es en absoluto semejante a un objeto total». (Lacan, 1960-1961, p.170)
Estos objetos parciales, no hacen mas que señalar ahí la identificación con el objeto que falta, el objeto a. Si entonces el amor es un modo de responder a esa imposibilidad ineludible, ¿es un camelo?
BIBLIOGRAFIA:
– Beccket, S (1957) Fin de partida España, TusQuets
-Lacan, J. (1958-1959). El seminario de Jacques Lacan: libro 6: El deseo y su interpretación Buenos Aires, Paidós.
– Lacan, J (1960-1961) El seminario de Jacques Lacan: libro 8: La transferencia Buenos Aires, Paidós.
– Lacan, J (1972-1973) El seminario de Jacques Lacan: libro 20 : Aún Buenos Aires, Paidós.
– Meuris, J (2007) René Magritte 1898-1967 Taschen
– Platón (2009) Banquete dirigido por Silvana Mari; con estudio preliminar de Lucas Soares : Buenos Aires, Miluno Editorial