Mathieu Pernot: El asilo de las fotografías
Por Mariano Barrientos | Corresponsal en Paris
La Maison Rouge, la gran galería de arte contemporáneo ubicada a pocas cuadras de la histórica plaza de Bastille, tan colorida y repleta de movimiento, fue este último mes testigo de una nueva muestra de fotografías de archivo. La exposición está acompañada por una serie de instalaciones e imágenes del artista Mathieu Pernot.
Al comenzar el recorrido por el «asilo de las fotografías», nos encontramos con una breve descripción de la muestra: en 2010, el fotógrafo francés Mathieu Pernot fue llamado junto con el historiador Philippe Artières para trabajar en el archivo del hospital psiquiátrico abandonado Le Bon Sauveur, situado en Picauville, Normandía. Para ambos, el hallazgo fue impactante y hoy podemos ver el resultado de esta experiencia.
En la primera sala, nos encontramos con las camas y colchones originales que utilizaron en ese entonces los pacientes del hospital psiquiátrico. Rústicas y oxidadas por el paso de los años y con grandes manchas de humedad, las camas son de 1930 y parecen la expresión del estado de locura. El artista intervino atando los colchones con chalecos de fuerza, aferrados a la cama y en forma discontinua e inquietante, como si los pacientes todavía estuviesen presentes exacerbando nuestra imaginación.
La sala contigua alberga un archivo de fotografías de la misma época de los colchones, que nos hace ver, como una foto escolar, el llamativo número de pacientes que residieron en el hospital. Sus miradas y expresiones nos llevan a viajar a través del tiempo y, por momentos, nos hacen tomar conciencia de la inocencia de más de un retratado.
En la tercera sala, Pernot se encargo de mostrarnos cómo es hoy en día cada rincón arquitectónico del hospital. Enfocado en la geometría perfecta y trabajando toda la serie con iluminación natural, nos muestra los baños, duchas, habitaciones, salas de estar y patios de Le Bon Sauveur. De esta forma, hay un recorrido donde, hoy en día, se percibe un ambiente tenebroso y lúgubre, lleno de manchas de humedad, suelos gastados; un claro signo del paso del tiempo.
La última sala consiste en una gran instalación de diez máquinas de diapositivas que proyectan automáticamente un archivo exquisito del hospital: las fiestas de Navidad, fin de año y los cumpleaños de los pacientes. Esta parte es la que más tiempo le demanda al espectador, ya que al estar todas las máquinas proyectando al mismo tiempo, el ojo no encuentra un eje conciso de atención, y nos dispersamos: hay fotos de pacientes que están enmascarados, soplando velitas de cumpleaños, bailando, cantando y jugando a ser distintos personajes. Sin duda, es el espacio más cómico y tierno, en el cual el espectador se convierte en un invitado más dentro de esta fiesta que irradia felicidad, y la sonrisa es la única acción carente de locura que nos sustrae de lo siniestro que encierran sus muros.
Le bon saveur significa el buen salvador, y en este caso, ¿qué salvación se plantea? ¿se intenta salvar a la humanidad de la locura? Todo esto nos recuerda los conceptos de M. Foucault: la locura no existe por fuera de las formas de repulsión que la aíslan, la excluyen o la capturan.
* Las fotografías corresponden a la colección del museo.