El dibujante y pintor inglés David Hockney decía que «no es necesario creer en lo que dice un artista, sino en lo que hace», y es ese acto continuo e insistente, como una búsqueda, el que se advierte en la obra del colombiano Raúl Zuleta, de paso por nuestro país, recién llegado de Portugal, donde recibió un importante premio internacional.
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Por: Margarita Gómez Carrasco
Cuéntanos sobre el premio que recibiste en Portugal.
Participé en un concurso, uno de los más importantes del mundo en caricatura. El requisito es que la caricatura esté publicada en un periódico de venta durante el año anterior a la convocatoria; nunca había podido publicar en algún periódico que me permitiera participar, pero el año pasado pasó algo muy interesante: la caricatura con la cual gané, la hice para un concurso de Brasil donde fue seleccionada y, a su vez, en otro concurso en Colombia, donde fue premiada con una mención de honor. Publiqué la noticia en Facebook y, dentro de los muchos comentarios, recibí un mensaje privado de uno de los caricaturistas más importantes del mundo, que se llama Ángel Boligan, un cubano que vive en México; me sugirió que la publicara porque, según su ojo, valía la pena y, bueno, yo sin saber dónde publicarla. En diciembre me escribe un caricaturista de Perú, quien estaba por lanzar un periódico solamente sobre caricatura. Me invitó a participar en este proyecto; entonces fue muy interesante porque era la primera vez que me involucraba en ese tipo de proyecto, y así fue como participé en esta publicación de Perú y entonces se confabuló todo para que esta postulación al premio de Portugal se diera.
¿Volaste a Portugal?
Este concurso es tan importante, que invitaron a los nueve premiados; son tres categorías: editorial, que son caricaturas que salen con temas políticos; luego caricatura-fisionomía, que trata sobre un personaje famoso, y humor gráfico. Mi caricatura tuvo el tercer puesto en humor gráfico, y me invitaron a la ceremonia en Lisboa; de esa manera, tuve la oportunidad de asistir personalmente a la ceremonia. Es lo máximo a que puede aspirar un caricaturista.
¿Cómo fuiste construyendo tu trayectoria artística?
Mi carrera se divide en cuatro líneas: artista plástico, fundamentalmente me dedico a la pintura; caricatura; he sido profesor de la Universidad de Antióquia, donde impartí cursos de historia, pintura, e historiador de arte, que es donde tengo la maestría. Dentro del campo de la pintura, me planteaba la pregunta: ¿La pintura hacia donde más se puede abrir? Entonces empecé a experimentar encontrando nuevos soportes para la pintura; esas preocupaciones que voy desarrollando desde lo artístico las llevaba al campo teórico; esto me llevó a la tesis Pinturas contemporáneas, estrategias y medidas, donde le doy una reflexión teórica y conceptual a ese asunto de cómo la pintura puede expandirse, y eso de expandirse es como encontrar esos nuevos límites. Entonces se van reflejando esas preguntas plásticas en respuestas teóricas.
En nuestro país, León Ferrari armó instalaciones compuestas por imágenes de vírgenes y santos. Me llama la atención que tu obra también está compuesta por imágenes, pero sobre paredes rotas. ¿Cómo surge tu inspiración en este punto?
En mi trabajo plástico, hay una referencia notable de lo barroco colonial. En el sentido, me interesan dos asuntos: primero, la presencia del cuerpo en lo barroco, donde encuentro una experiencia muy interesante, y la estética barroca, que representan los colores que manejo en mi obra. En el caso de las instalaciones
de los santos, aparece la pregunta más bien por expandir la pintura; para hacerla un objeto, yo anulo un poco la imagen iconográfica, y por eso mi trabajo gira mucho en lo abstracto. Suelo anular el contenido y me enfoco en la estética. Lo religioso es una referencia que enriquece estéticamente mi trabajo. Se convierte en un repertorio en el cual me escudo: imágenes, materiales, soportes, que van nutriendo esas preguntas que tengo sobre el cuerpo y la expansión de la pintura. Con respecto a la relación con la obra de Ferrari, apuntamos a la misma referencia pero con preguntas distintas.
¿Por qué elegiste trabajar soportes compuestos por paraguas para realizar pintura expandida?
Ese trabajo forma parte de dos referencias; la primera concuerda con un tiempo de estudio del barroco sobre los cielos nublados, que es muy característica de la pintura barroca, donde vemos ángeles parados encima de santos o cúpulas que siempre hablan del cielo, y hago una contraposición con los cielos nublados de Colombia, donde yo vivía; entonces los cielos negros se convierten en misterio. Lo veo como una lectura que hace el romanticismo del paisaje, de cómo los cataclismos afectan los sentimientos humanos, ese tipo de relación es la que me interesa, pero por otro lado responde a cómo hacer pintura pero que no sea en un cuadro. También responde a cómo la superficie del paraguas me brinda un espacio para pintar; de esa manera, se unieron mis preguntas sobre un elemento que está relacionado directamente con el cielo, que es la sombrilla, y este a la vez me daba la posibilidad de hacer una pintura que había prescindido del cuadro; y de esta manera surgió esta instalación, que fue creada para una bienal de arte contemporáneo en Bolivia.
¿Cuándo aparece tu vocación de ser artista?
Es extensa y curiosa mi relación con el arte; se da muy tempranamente, desde chico siempre estuvo en mí y fue tan fuerte, que a los diez años ingresé a talleres de arte. En ese centro cultural, tuve un profesor que tenía formación netamente académica, y hasta los 19 la mí fue solamente académica, y a partir de ahí comenzó mi formación contemporánea.
¿Por dónde piensas que va el arte en este momento?
Es complejo, pero hay algo claro, que es lo que caracteriza la posmodernidad: no estamos encaminados en una misma dirección, ya que todos los caminos son válidos. Pero hay tendencias por la figuración de alto nivel que en los últimos años ha desplazado a lo abstracto, tanto en la pintura como en la escultura. Pero creo que eso no nos dice nada, ya que son solo tendencias. Como les digo a mis estudiantes: todo es válido cuando se tiene una tendencia netamente contemporánea.
¿Qué papel juega hoy la ética en el arte?
Debe haber ética en cada acción humana. Se la ve en el arte cuando se afrontan temas; en concursos se encuentra en lo que se presenta. La ética en el arte está con la honestidad, es esencial; uno hace arte para uno antes que para los demás. Si se hace de esa manera, entonces el arte ha cumplido su función. Cuando se hace arte para los demás, se está fallando en uno de los pilares principales del arte.