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1 junio, 2015

Metáfora y poesía en la obra de Juan Pfeifer

Por Margarita Gómez Carrasco

Metáfora y poesía en la obra de Juan Pfeifer

Fotos  Matías Saldaña

La obra de Juan Pfeifer esta llena de metáforas y poesía. En Mayo montó una exhibición en el Centro Cultural Paza Castelli, compuesta por pinturas y dibujos. Para saber sobre su recorrido artístico, lo entrevistamos para El Gran Otro.

Además de artista, a que te dedicas?

Soy arquitecto,  estamos haciendo hoteles, el edificio residencial más alto de Argentina, muy ocupado en la profesión.

La carrera de arquitectura arroja muchos artistas y buenos.

Si, en general los arquitectos tienen vocación por el dibujo, urban sketchers, tienen seguidores en distintas parte del mundo.

¿Cuando empezaste con la pintura?

En 2010 empecé con mi primer cuadro de esta etapa de mi vida, pintando en una casa que tenemos en el Delta, siempre con acrílico, también con pastel que me gusta mucho,  no es fácil cambiar de técnica cuando uno lleva un hilo. Con óleo pinté hace mucho tiempo, el acrílico es rápido y la rapidez del secado te permite mas experimentación, lo que valoro mucho, te permite probar e indagar con el material. Sobre papel, lo hago como si fuera acuarela, en aguadas, capa sobre capa.

¿Cómo surgen tus ideas, producís por tema?

Sartre decía «uno es lo que hace con lo que hicieron de uno», una frase difícil pero interesante, hoy la pondría con signos de interrogación, porque no se si es posible hacer de lo que hicieron de uno lo que uno quiera.

En cierta manera, esa frase tiene múltiples lecturas, el sujeto que no se hace cargo diría «soy lo que soy por el otro» y eso de alguna manera es cierto, porque  la función de madre es la encargada de pasar los primeros significantes al niño, pero hay un tiempo en el que la libertad es solo tuya y te empuja a decidir.

Esa frase de Sartre es compleja, pero contiene cierta omnipotencia el pensar que uno puede hacer lo que le viene en ganas hacer de lo que han hecho de uno, las circunstancias condicionan, te ponen límites. Las cosas van apareciendo a partir de las vivencias en el tiempo, este año cumplo sesenta y cuatro. Pinto a partir de mi experiencia de vida, no soy un pintor de joven. Seguramente un artista joven pintará cosas distintas porque su cabeza es distinta a la mía que tengo un camino mas largo transitado. Hay cosas de mi historia de vida que me vuelven a la cabeza y son las que pinto.

Hay una obra puntualmente que me pareció muy metafórica y fuerte que es «Sudestada», tiene salpicaduras que parecen ser de sangre.

Si, al igual que mi obra «Vuelos» remite a los vuelos de la muerte. En «Sudestada», a pesar del colorido de las obras expuestas, una de mis preocupaciones fue la paleta gris y alguna sutileza que obliga a una segunda lectura. Si uno es textual y diáfano en la propuesta, el mensaje – por ser más directo – es rápidamente digerido y el observador no se detiene a mirar y a analizar el cuadro. Esto lo veo con más claridad en mi obra «Nocturno» que es un cuadro oscuro, del cual recibí los mejores comentarios, un cuadro intrigante que obliga a mirarlo más de una vez para ver de que tratan las cosas que se sugieren, ese tiempo invertido en observar  hace que se retenga en la memoria. Me parece importante que uno pueda no solo transmitir un mensaje sino que el público construya su propia historia a partir de sus impresiones. Una persona me dijo «Yo miraba ese cuadro y escuchaba los ruidos del tigre» ese tipo de experiencias son buenas y alentadoras. Lo sutil en una obra tiene su retorno, me gusta pensar que el observador es cómplice a partir de imaginarse historias en mis pinturas.

«Sudestada» es terrible, las olas golpean muy fuerte sobre la estacada y a mi me hace acordar a la época de la dictadura, es una especie de memoria, el río esta violento, enojado.

¿Fuiste perseguido?

Estuve en el centro de estudiantes en la facultad de arquitectura, fui candidato a presidente de ese centro en 1975 así que imagínate,  bien no la he pasado. Decidimos con mi esposa, vivir en Brasil donde estuvimos ocho años y con la vuelta de la democracia retornamos, porque si bien Brasil fue un país muy acogedor, las raíces siempre estuvieron acá y con Alfonsín y la democracia, regresamos. Ahí me metí de cabeza en mi profesión de arquitecto.

En la muestra encontré una obra con la reinterpretación de «El grito»  del noruego  Edvard Munch…

Si, ese grito esta detrás de unas manchas casi abstractas que tienen los colores del otoño, que es mi estación favorita, a mi me encanta aunque es la que precede al invierno. Siempre vi en el grito de Munch una mezcla de cosas que circulan en el inconsciente, pero que finalmente tienen que ver con la muerte. Es el grito de la naturaleza también, detrás de ese fondo.

Pero también es un grito de resistencia,  de espanto, ¿será al paso del tiempo?

Si, claro, el espanto que tenemos a la muerte, o el grito de la naturaleza frente a los ataques que recibe, que uno lo percibe más claramente en un ambiente natural que en la ciudad. Aquí es cosa de todos los días ver como se la agrede; sin embargo, en un río limpio ver pasar una bolsa de basura te espanta. En la ciudad vemos la basura en la vereda y seguimos de largo, hay una cuestión paradójica, cuando las cosas no se ven diáfanas uno empieza a descubrirlas, si se está atento.

También tienes obras con una paleta potente y otras con tonos pasteles, ¿A qué se debe esa elección?

Si vos miras las cuatro estaciones tenés paletas muy distintas, es la vida. Hay momentos de paz, la muerte es pálida, la violencia gris que es del río en la sudestada, no son festejos y euforia como en una cancha de futbol. Las paletas se identifican con el estado de ánimo. Soy un observador obsesivo, me gusta tanto lo natural como lo urbano, hago fotos constantemente, tanto de personajes como de situaciones que me llaman la atención, son registros cotidianos, son escalas distintas de trabajo, me gusta lo figurativo, sugerir una historia. En «Tiempo» hablo sobre dos turistas que en lugar de mirar el mapa, miran un reloj de arena, preocupados tal vez por el tiempo que les queda. En mis obras también hay ironía y humor, yo también las tengo.

Hace un tiempo dijiste que tu producción es figurativa,  ¿Cómo piensas que se inserta ésta figuración dentro del concepto de arte contemporáneo?

Yo creo que la vida en la sociedad actual es muy compleja, por algo no encasillamos, antes  se tenía una idea sobre el impresionismo y quien se salía de esos límites no era impresionista, lo mismo pasaba con la academia. Había que estar dentro de un paquete normativo, lo mismo ocurrió con los ísmos en la pintura en el sigo XIX , había algo que lo contenía. Yo no estoy preocupado por eso. Creo que mi preocupación está en lograr expresar lo que estoy sintiendo. Hay un texto muy interesante «Conversaciones con Enrique Pichon Rivière» de Zito Lema que habla sobre el arte y la locura, sobre el proceso creativo. Decía él que el acto creativo es una suerte de proceso de desarmado y armado, de descomponer, diseccionar para luego volver a armar y construir; y la locura como presencia amenazante cuando esa recomposición de lo anteriormente descompuesto no se logra. Esa es mi preocupación, usar todos los medios que tengo a mi alcance para poder componer lo que todavía está desarmado en mis pensamientos. En eso la pintura tiene sus límites y posibilidades, no estoy preocupado por seguir corrientes. Creo que cuando se trata de pintar uno tiene que ser lo más libre que pueda. Paul Cézanne luchaba contra el chiché de sí mismo, el quería crear siempre una obra distinta.

¿Cómo influye en tu producción el contexto y el mercado del arte?

Sin dudas, todo artista está influenciado por el contexto, pero yo no me pongo a pintar lo que se supone que el mercado del arte pide. Por ejemplo, la obra de Anselm Kiefer no se conoce tanto, pero cuesta millones. Es un artista plástico que me gusta mucho, me interesa como aborda la obra, como se zambulle en un mundo en el que perdés referencias, todo el tiempo hace cosas distintas aunque se vean muy parecidas. Creo que lo más importante es la libertad del artista, si no la tiene las cosas nunca saldrán bien. Hablo de la libertad de arriesgarse, sino la tenés, no seas artista. Pintar es buscar todo el tiempo ese espacio de libertad, mi búsqueda es esa. La clés de champs significa libertad de movimiento, encontrar la clave para ser libre en tus movimientos.

El ejercicio de la libertad también tiene que ver con la neurosis de cada uno…

Para eso está el psicoanálisis, yo lo hago y ayuda, esa búsqueda me parece fundamental en el arte como en la vida. Cuando estoy en el taller experimento esa libertad de movimiento hasta en términos físicos. La libertad de movimiento es importante para que uno mismo esté convencido y pueda convencer a los demás, en el sentido de transmitir algo. Un ejemplo es Jean-Luc Godard, que aún hoy arriesga. Hay cosas que sorprenden cuando uno pinta y va armando de a poco ese rompecabezas, es como la vida misma. Estamos más informados, y esa inmensa cantidad de datos hoy hace más difícil separar la paja del trigo.

Lo que me sorprende de tus pinturas es que está llena de metáforas, de veladuras, porque esta época se caracteriza porque  el artista intenta mostrar una realidad descarnada, no representa, sino que en acto presenta el presente.

¡Eso me encanta escucharlo! Yo no me propongo las metáforas, es lo que me sale. Los árboles son verdes, pero no para todo el mundo, se pueden ver azules o naranjas, depende de la percepción que tiene cada uno al verlos.

Si tuvieras que elegir de esta muestra una obra que te represente ¿Cual sería?

Yo creo que ninguna me representa porque todas son parte de distintos momentos. Aunque tengo una preferida, que es la que me da el pie para lo que seguiré produciendo. «Nocturno», es la que me ha hecho ver que los mensajes que no son directos provocan más interés en el observador, se emplea mas tiempo para mirarlo y se descubren más cosas. Me gusta mucho la idea de la segunda lectura, de ir decodificando, de buscar la complicidad del observador en descubrir la realidad.

…Y de taparla también

Ahí está la paradoja, creo que escondiendo se necesita hacer un doble esfuerzo para descubrir lo que está detrás, lo verdadero.

Por eso es que usas tanta poética para representar  la realidad cruda. Sin la metáfora en esa realidad podría aparecer lo siniestro, su espanto,  por eso optas por la veladura.

Carlos Alonso – por ejemplo – es crudo en muchas de sus pinturas, describe la realidad sin contemplaciones. Tengo conmigo uno de sus cuadros, un pastel lindísimo y que lleva un mensaje muy directo, como si te dieran una cachetada y esa es otra manera de mostrar una realidad.

Al mostrar con esa potencia, Alonso, pone en acto una realidad en su pintura, vos estás en la etapa de la veladura y la poesía, lo cual me parece fantástico.

(Silencio) No se si estoy en una etapa, creo que es una búsqueda y  «Nocturno» en este camino es como el disparador para trabajos en los que va a primar la neblina, el humo, los papelitos de la cancha de futbol, ese «algo» que oculta a la vez que insinúa, el misterio es fascinante y es lo que voy a ir a buscar.

El camino artístico de Juan Pfeifer esta construido por una autentica libertad. Una de las principales características de su obra,  es la resignificación de temas y  la fusión de corrientes en la materialidad de sus pinturas, en ella también se encuentra, la huella del pasado del  artista.

Deleuze y Guattari – filósofos del arte -en su tarea de construir conceptos, pusieron el acento en el auto-conocimiento narrado por etapas, éstas, conducen a la comprensión de quien  se es. Es un modo que nos ayuda a pensar la narración de la historia de cada uno, como etapas  del autoconocimiento.