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15 octubre, 2015

Las marcas que llevamos en el cuerpo

Las marcas que llevamos en el cuerpo

Entrevista a Fabro Tranchida

Por Marifé Marcó

  “Bello es ese objeto al que le es esencial el velo”
W.Benjamin

 

 

La obra de Fabro Tranchida se caracteriza por su potente metáfora. La fotografía abandona el lugar de lo evidente, para hacernos pensar sobre el cuerpo a través de la metamorfosis.  En la sociología, el cuerpo es producto del desarrollo cultural y solo puede entenderse a partir de lo que determina una época o sociedad; mientras que para la teoría Psicoanalítica es el yo el que hace existir el cuerpo, nombrarlo, existenciarlo, marcarlo, sufrirlo, gozarlo.

Fabro coloca el acento en los rituales de amistad, la masculinidad en sus diferentes estadios y en las marcas del cuerpo, plantea una representación que refleja tanto lo social como lo cultural y, que en la adolescencia y juventud, da cuenta de las tensiones asociadas a la autoafirmación del cuerpo en la construcción de la identidad. Por otro lado, el tatuaje es leído como un signo identitario de autoafirmación que revela una parte del yo más íntimo. Marca que solo tendrá sentido de pertenencia en un grupo, pero tal vez de rechazo en otras personas. Conceptos que poco importan al tatuado que, en definitiva, desea es ser mirado. El tatuaje desde su marca, propone configurar una nueva identidad, construye un personaje, promueve un nuevo hombre, una marca que vela la primera identidad del sujeto o que la completa de manera imaginaria.

Para adentrarnos en esta interesante producción, El Gran Otro entrevistó a Fabro en  su estudio en el espacio de arte La ira de Dios.

¿Cuándo empezaste con la fotografía?

La verdad es que desde chico siempre me manejé en un campo más gráfico que fotográfico. Primero empecé con el dibujo, el grabado y los objetos. Mis primeros intereses visuales arrancaron con el mundo de los cómics —principalmente norteamericanos— las películas clase b de terror y las novelas de ciencia ficción. Todos esos temas que ya se mezclaban en mis dibujos fueron los primeros en aparecer cuando me puse a investigar el lenguaje fotográfico. En este sentido la primera serie que tomó una forma que me convenciera fue Star Wars Collection. Fue un proyecto en el que quise generar mis propias imágenes de esa mitología tan revisitada y lo hice a partir de juguetes que colecciono. Parte de esa serie estuvo expuesta en la galería Pasto y en el espacio Osde Neo de Buenos Aires Photo, por el 2013.

Esas obras tenían como personaje principal a Luke, cuya historia no es otra que la del camino del héroe, un patrón narrativo que ya aparece en el ciclo descrito por Joseph Campbell. De ahí me fui interesando más en los obstáculos del viaje, del crecimiento y del pasaje del niño al joven, del joven al adulto. Entonces empecé a trabajar sobre la figura arquetípica del muchacho y sus formas de representación, de la mitificación a la desmitificación. De este modo realicé la serie Tom Sawyer, inspirada en la iconografía que se desprende de los textos de Mark Twain, pero llevando esos elementos universalmente anacrónicos a lo local y contemporáneo. Este recorrido se fue dando al pasar por las clínicas de Fabiana Barreda y los workshops de Mariana Bersten. Sus miradas fueron muy importantes y enriquecedoras para el desarrollo de mis últimas obras.

¿Podrías fundamentar la obra o serie con la que te sientes identificado?

Cuando abandoné la búsqueda en relación con la infancia y lo lúdico , me volqué de lleno a la investigación de los jóvenes varones y sus ritos de amistad. Se trata de un proyecto abierto en el que busco analizar los ideales clásicos de la masculinidad y evidenciar las construcciones culturales que existen entorno a este tipo de belleza; según los diferentes programas visuales que conocemos desde la antigüedad y que nos muestran a los jóvenes como  escanciadores, mártires, guerreros, o narcisos. Con la idea de actualizar ese conjunto arquetípico ahora estoy trabajando en nuevas series de retratos de muchachos en contextos e identificaciones que pertenecen a diferentes expresiones de la cultura urbana, como el hip-hop, el Break Dance y el skateboarding.  Son trabajos que se van a ver en una muestra que estoy preparando para noviembre en el Centro Cultural Paco Urondo.

Con esta serie más urbanaque se titula Sobre los declives y las islas—me siento muy identificado por que también formo parte de ese mundo. Los chicos que salen en las fotos son amigos y colegas artistas, compañeros del skatepark y del taller. No solo son registros de ellos en el contexto de la actividad que los identifica, sino que también es un testimonio de poder compartir ese proceso de aprendizaje con ellos (mientras más porrazos te pegas con el skate más te vas superando) aunque claro que eso es una experiencia personal que no necesariamente tiene que verse en las fotos.

¿Cuáles son tus referentes nacionales e internacionales?

Dentro de los nacionales te puedo mencionar en primer lugar a las que considero mis maestras y colegas, como Fabiana Barreda y Mariana Bersten. También Leandro Allochis, que es un amigo del que aprendo mucho. La poética de Res y Gustavo Di Mario me interesan mucho y si tengo que mencionar a un pintor contemporáneo de cabecera para mi ese es, sin dudas, Nahuel Vecino.

De Karina Acosta, que es amiga y vecina en los talleres que tenemos en La Ira de Dios, aprendo mucho también, además de que me encanta su obra. Después internacionales tengo unos cuantos dando vueltas en el disco rígido, quizás el primero y más obvio que me viene a la mente en este momento es Larry Clark, cuya obra en su totalidad da cuenta justamente de las problemáticas de los jóvenes en el contexto de las culturas urbanas. Finalmente la obra de Pier Paolo Pasolini, sus textos y films que abordan la belleza erótica y la inesperada ternura de los muchachos como nadie, son una referencia constante en mis trabajos.

¿Por qué te interesa fotografiar gente tatuada?

Me interesan las cicatrices visibles y también las no visibles. Las marcas que llevamos en el cuerpo y que nos identifican, que pueden ser estigmatizantes o reveladoras, tienen para mí un carácter votivo y espiritual. El tatuaje es la parte más íntima de la cultura urbana que estoy explorando y creo que hoy forma parte de la construcción social de las diferentes masculinidades juveniles que aparecen en mis fotos. Se trata de la actualización secular de un pequeño martirio que es fundante de la juventud. Curiosamente yo no llevo ningún tatuaje en mi cuerpo.

Expláyate sobre tu futura muestra ¿En torno a que temática gira?

Se trata de un registro sobre la neotribalización juvenil. Son retratos sobre los discursos que los muchachos inscriben en sus cuerpos con determinadas estéticas que responden al carácter performativo de las culturas urbanas. El resultado va a ser muy interesante porque responde al entrecruzamiento de dos miradas diferentes. Se expondrán obras inéditas que producimos en forma colaborativa con Leandro Allochis y que apuntan directamente a la construcción de la identidad social del cuerpo masculino y sus rituales.

Mi parte para este proyecto llega con una serie de retratos que tienen a un muchacho rocker como protagonista, en relación con un espacio de pertenencia determinado. Se trata de un “garaje-fortificación-reducto” en el que este chico toca con su banda, se relaciona con sus amigos y define su mitología personal, combinando el pasado familiar impregnado en unos tapices indios heredados con los ornamentos que él mismo lleva tatuados en su cuerpo. Un mapa de imágenes que convive también con los posters de rock que tapizan las paredes como un repertorio de los modelos de masculinidad presentes. Es un trabajo en equipo que aun continúa en etapa de proceso y expondremos en 2016.

La propuesta de Fabro Tranchida, nos permite pensar en una época donde los velos han caído y donde el arte habla restituyendo la fuerza de la imagen.

 

 

SITIO WEB: http://cargocollective.com/fabrotranchida

FACEBOOK: https://www.facebook.com/fabrotranchida.art