Poesía pictórica como critica al hombre actual
Entrevista a Rodrigo Suarez
Por Agustina Sarni y Marifé Marcó
¿De qué hablamos cuando hablamos de pintura hoy?¿Es la pintura consecuente con el momento actual y con su entorno? Ambos interrogantes insisten una y otra vez al pensar la misteriosa obra de Rodrigo Suarez. El artista se apropia de imágenes cotidianas para narrar con metáforas, las imágenes que surgen de sus pensamientos. Su producción esta compuesta por paisajes solitarios, objetos, seres sin rostros, sin identidad, personajes protegidos por sombrillas a modo de escudos, poesía pictórica que aparece como una crítica al hombre actual, en la cual prevalece el anonimato, el hombre masa.
La creación de sentido es el eje sobre el cual gira la obra de Rodrigo. Allí se aprecian reminiscencias de grandes maestros, sin embargo, quien habla con más fuerza es Magritte, por su forma de plantear la incomunicación, concepto que nos conduce a la mirada psicoanalítica de que no hay encastre en la forma de comunicarnos y, respecto al amor, Lacán se refería a él en su seminario Ancore como el circuito que trazamos con el goce.
Para conocer sobre su producción artística El Gran Otro, llegó hasta su taller para entrevistarlo:
¿Cuándo nace tu vocación por el arte?
En realidad siempre pinté, fui a talleres desde chiquito por fuera del colegio. Cuando terminé la escuela, no supe que estudiar y empecé la carrera de arquitectura. Me recibí y en todos esos años no pinté nada, y la verdad es que tiempo después, trabajando como arquitecto, sentí que me faltaba algo que me gustara realmente y caí en cuenta de que la arquitectura no era algo que me apasionara. Era como si me hubiese olvidado de pintar en ese entonces, dibujaba, pero la carrera me había cambiado bastante la visión de las cosas. Después de un tiempo empecé a pintar, a ir a un taller de una artista que se llama Sofía Huidobro. Ahí comencé nuevamente con la pintura y no pude dejar más, dejé la arquitectura. Al principio no entendía porque había estudiado esa carrera, pero después empecé a usar varias de sus herramientas para pintar.
¿Qué significa la pintura en tu vida?
Me divierte. Es un placer pintar y me hace ver el mundo con otros ojos. Poder pintar las cosas como yo las veo está buenísimo. La arquitectura me resultaba muy fría, siempre había que trabajar para el ojo del otro, cumplir con la expectativa de los demás. En la pintura trabajo para mí, pinto para mí y hago lo que yo disfruto y lo que tengo ganas.
¿Tiene etapas tu producción artística?
Yo creo que toda mi obra tiene un hilo conductor. No siento que haya etapas marcadas, puede cambiar la temática, la paleta, pero en sí, hoy creo que es la misma energía en toda la producción, no siento que haya habido un cambio de etapa importante o un quiebre.
¿Cómo te llevas con el mercado del arte?
La primera obra que vendí fue una serie de sillas. Con el mercado del arte tengo una relación particular, la verdad es que no me gusta mostrar, no me gusta estar. A mí me gusta pintar, con todo lo que rodea a lo que es pintar no me siento tan cómodo. A mí me gusta que la obra haga su camino, y me gusta estar en mi taller pintando, es eso lo que a mí me apasiona realmente.
¿Qué materiales usas?
Para mis obras trabajo con acrílico. A veces preparo una base de enduido y cola para darle textura a la obra, o una riqueza de luz y sombra, pero en sí es todo acrílico lo que estoy trabajando. En una época he trabajado con óleo, hace muchos años, pero el acrílico me da otra velocidad para poder trabajar. Puedo avanzar y descubrir más rápido los colores, es un material que me gusta mucho.
¿El colorido de tu paleta tiene algún motivo en especial?
La realidad es que trato de transmitir en mi paleta como siento las cosas, me gusta que las obras tengan colores. Yo creo que el color transmite mucha energía, mucha vida y yo lo que busco es que la obra tenga eso, que refleje eso, y me interesa reflejar el lugar donde me gusta estar a mí o un estado de ánimo.
¿Una obra con la que te sientas identificado?
Hay una obra muy importante para mí que decidí nunca vender. Esa obra estuvo en la tapa de la revista del Diario La Nación para el 21 de septiembre, el día de la primavera del año 2010. Fue una obra que me gustó lo que transmitía y como se expresó en la nota. Ese es un cuadro que guardo y quiero, porque resulta muy importante para mi. Se llama “Un Domingo Perfecto” y era para la revista del día domingo.
¿En qué te inspiras para hacer lo que haces? ¿Qué es lo que te lleva a pintar?
Soy observador, me gusta mucho salir a caminar. Ahora descubrí que con las cámaras de los teléfonos hay cosas que puedo guardar ahí y no solamente en la cabeza. Antes era tenerlo en la memoria y readaptar lo que me acordaba de eso. Hoy en día, con la cámara del celular, se perdió un poco esa magia de intentar recordar y reproducir lo que quería pintar, como transformarlo. Ahora es más real la imagen que tengo. A su vez, me gusta mucho mirar libros, revistas, fotos, descubrir cosas y cruzarlas, mezclarlas, transformarlas. Me gusta investigar y buscar cosas para después poner en la obra. También el caminar y pasear me abre la cabeza a descubrir un montón de cosas y me parece que eso está bueno.
¿Cuáles son tus referentes artísticos?
Me gusta mucho la obra de Carlos Gorriaena, de Mariano Sapia,
¿Cómo comenzó la producción de la serie de “Paseo de Otoño”?
“Paseo de Otoño” es una serie en la que llené toda una galería de arte de hojas secas. Había hablado con la galería en la que la expuse y había acordado hacer una muestra. Cuando me di cuenta de la fecha de mi exposición, noté que era cuando empezaba el otoño. Yo justamente estaba arrancando una serie, y empecé a buscar y pensar que elementos tenía el otoño. Como esa estación me resultaba muy monótona, de colores muy ocres y dorados, decidí utilizar esa base para empezar a darle vida a la estación dentro de la obra, y recuperé los colores que estaba dejando de lado del verano y la primavera. Entonces fue llenar de colores y de energía esa estación. Ese otoño lo traté de trabajar desde otra forma y empecé a utilizar texturas y formas de hojas, y a esas darle un fuerte contraste. Durante la producción me di cuenta que ese color ocre que tiene el otoño jugaba muy bien con ciertos colores que me gusta utilizar, y que además los levantaba mucho.
Hay una obra que me llama mucho la atención, se llama “Con Vos”. Es una mujer que a mi criterio está embarazada, y que sin embargo, al mostrársela a otras personas, surgieron varias interpretaciones: algunos pensaban que estaba ocultando algo debajo del saco, o que estaba protegiendo algo…
Sí, es una mujer embarazada. Esa obra la hice cuando mi esposa estaba embarazada del menor de mis tres hijos. De todas formas, depende de la lectura que tenga cada uno. Me gusta que se de ese juego en que cada persona encuentra elementos distintos. Yo la hice con esa intención y descubrí que un montón de personas cuando la veían no encontraban a la mujer embarazada.
Porque además no tiene rostro…
Mis obras en general no tienen rostro, y eso lo hago porque me gusta que el que ve la obra juegue a completarla. Uno la puede completar aunque esté el rostro, pero yo siento que si no está, y el espectador tiene ganas de involucrarse en la obra puede completarla, puede enriquecerla y llenarle ese el rostro y a su vez terminar la historia. La cara podría estar en la historia para completar un poco más la obra pero sin la cara uno puede acercarse más, e interactuar mejor.
¿Cómo describirías tu producción artística para a la gente que no conoce tu obra?
A mí me apasiona pintar y trato de reflejar eso. Yo en cada obra busco espacios y lugares de placer, siento que la pintura es muy personal, y los lugares donde pinto son los lugares donde me gusta o me gustaría estar. Me interesa usar colores que transmitan energía, buen estado de ánimo, que tengan sol, que tengan agua. Esta es una obra para que la gente se enganche con eso. Lo que yo intento reflejar en mi producción es un sinónimo de un buen estado de ánimo, de estar bien. Eso es lo que busco transmitir, después esta en cada uno lo que puede encontrar y descubrir en la obra.
Veo que parte de tu producción son sillas, o que en muchas de tus obras dibujas sillas. ¿A qué se debe?
Empecé a dibujar sillas con la primera obra que vendí. Yo venía de la arquitectura que es muy geométrica, fría, racional y estructurada. Cuando empecé a pintar yo me daba cuenta que tenía la mano muy rígida. A todo le ponía perspectiva, profundidad, croquis, entonces lo que hice fue empezar a dibujar sillas, romper con toda esa estructura. Me parecía un elemento muy rico porque encontraba muchísimas formas de sillas y en cada una podía jugar no solamente con romper esa geometría que tenían sino también con texturas, con colores, con contrastes. Entonces no solamente me servía para ablandar la mano, sino que también me servía como un banco de pruebas de colores y texturas aplicables en obras grandes.
Así empecé a jugar y a veces me cuesta un montón salir de las sillas porque me gusta integrarlas en otras obras. Creo que reflejan un poco lo que es mi producción, en distintas etapas aparecen sillas y creo que es un elemento característico.
Yo lo que veo, sobre todo con las obras en las que hay sillas, son reminiscencias de Picasso. Con el tema de la tercera dimensión, los colores, la paleta fuerte…
Es como yo te decía, con las sillas uso ese elemento de la tercera dimensión que tengo arraigado de la arquitectura. Cuando yo empecé a estudiar esa carrera me parecía imposible poder dibujar un croquis, por ejemplo. Yo venía de pintar desde los 6 hasta los 18 años, y pintaba lo que tenía ganas, no había nada que me condicionara.
¿Porque comenzaste a estudiar arquitectura y no directamente pintura?
Creo que se debe a que vengo de una familia donde mis dos padres estudiaron carreras universitarias y son profesionales. Mi papá es Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, nada que ver con arquitectura, pero siempre estaban presentes las universidades y era inevitable pensar una carrera así. Los pasos eran ir al colegio, y estudiar en la universidad, y al momento de elegir estuve pensando en muchas carreras, pero nunca se me pasó la pintura como una carrera porque no la siento así, yo siento la pintura como un lugar donde puedo jugar, divertirme, es un lugar de placer y no un lugar de estudio. Esa es mi imagen de lo que es la pintura, por eso nunca lo plantee como una posibilidad.
Es por esto que decidí estudiar arquitectura. En los primeros años tuve una materia en la que había que inventar y diseñar elementos, y me resultó interesante, pero cuando empecé a avanzar se volvió todo mucho más rígido. Está buenísimo para quienes pueden hacer cosas con eso pero yo no tenía la creatividad para hacerlo, desde la arquitectura me costaba un montón. De todas formas considero que fue una herramienta, hoy conociendo las reglas de la perspectiva, me permito romperlas todo el tiempo, como con las sillas, pero dejando cierto equilibrio para que las cosas no floten, sino que tengan peso, tengan lógica.
¿Cuáles son tus proyectos?
Ahora seguramente haré una muestra en el verano, en Uruguay, y después tengo planeadas muestras para el año que viene. No tengo cerrado todavía ni tiempo ni fecha.
Hoy en día las redes sociales hacen que llegue todo de otra manera, la gente te viene a buscar más al taller que a otros espacios. La gente si se interesa en tu obra, te busca por internet y se contacta. A las personas les interesa venir al taller y eso está buenísimo porque descubren otro mundo y se ve de otra manera la obra. Es todo mucho más cercano, podes charlar, mostrar que hiciste, que estás haciendo, a la gente le gusta ver los bocetos de la producción. Se genera otro clima, es generar un vínculo con el artista. Para muchos tener colgada una obra en su casa, es tener también en ese ambiente una parte del artista y por eso está buena esa relación que se genera con la gente que viene al taller y te conoce.
Ahora, en paralelo, también estoy experimentando mucho trabajar en madera, cortando piezas y retazos de madera, armándolas con los colores que yo trabajo. Es un nuevo soporte para la obra. Trabajo con piezas de distinta madera, de distinto espesor y grosor y ya he hecho obra para una bodega en Salta, en Cafayate. Fui allá a vivir un tiempo para pintar eso y estuve trabajado sobre carreteles en madera calada en distintos planos, cortando las piezas y pintándolas, dándole un cuerpo a la obra distinto. Descubrí que es otra forma de jugar, investigar y probar cosas.
Hay una huella del expresionismo en la obra de Rodrigo Suarez, el acento esta puesto en su paleta por donde expresa sus sentimientos, una atmosfera fría flota en sus paisajes, como una lejanía, otra dimensión por donde transita la alegría. El artista ha encontrado su clave, una original forma de interactuar con el público, y un decir crítico a través del arte, sobre el ser humano contemporáneo.