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26 agosto, 2020

Marie Orensanz: “Mis temas siempre son la libertad y la justicia”

Por Verónica Glassmann

Marie Orensanz: “Mis temas siempre son la libertad y la justicia”

Marie Orensanz es una artista marplatense radicada en París y reconocida en el mundo entero por ser una de las más desacatadas figuras del arte conceptual. Fue galardonada con el Gran Premio a la Trayectoria 2018, otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Sus emblemáticas obras llegaron para cambiar el mundo e impregnarlo de una poética sutil y potente a la vez: creadora de nuevos lenguajes, utópica, lúcida y tenaz, dulce y conmovedora, inigualable. Pararse ante cualquiera de sus obras es una invitación que nos atraviesa y nos conecta con los valores que debiéramos perseguir como sociedad e individuos: libertad y justicia. Hoy conversa con El Gran Otro sobre su trabajo y su vida.

 

¿Cómo decidió ser artista? 

Después del bachiller quería estudiar abogacía con la ilusión de ayudar pero un viaje a Europa con mis padres y hermanos, recorriendo museos y todo lugar donde hubiera esculturas y pinturas hizo que descubriera que con el arte podemos comunicarnos y compartir ideas que pueden transformar, aunque esto pueda sonar utópico.

 

¿Quiénes fueron sus referentes o maestros con los que se formó?

Estudié con Emilio Pettoruti y Antonio Seguí con los cuales aprendí diferentes técnicas. Después busqué mi propio lenguaje.

 

¿Qué opina del rol de la mujer en el arte? 

Indudablemente el rol de la mujer tiene que ser igual al rol del hombre, porque no es el sexo sino su inteligencia y su trabajo lo que hay que observar. Como todo artista, contribuye al desarrollo del arte.

 

 

Pero a lo largo de su trayectoria ha vivido experiencias que le indicaron que ese camino iba a ser más difícil. Hay una anécdota en la que cuenta que una vez devolvieron una de sus obras cuando se enteraron que era una mujer…

Cuando llegamos a Roma por la beca Francisco Romero expuse en la Galería Paesi Nuovi, gracias a Vittorio Minardi que trabajaba en el InstitutoItalo- Americano con Federico Brook. En ese momento firmaba con mi nombre Marí con i latina y acento. En italiano puede ser un nombre masculino. Un señor compró una obra y al enterarse que era una mujer la devolvió. Desde ese instante firmé “Marie”, que tiene la misma pronunciación, para que no haya ninguna confusión.

 

¿El manifiesto “Fragmentismo” es un hilo conductor de su obra? ¿Puede explicarnos en qué consiste?

En Milano, hacía dibujos. Después los rompía porque no me gustaba que estuvieran delimitados por las líneas del papel. No me interesaba mostrar esos dibujos rotos porque el hecho de romper no es algo que esté dentro de mi personalidad. Fui a Carrara, en Italia, y encontré fragmentos de mármol ya rotos. Esos fragmentos los dibujé, escribí pensamientos sobre ellos e hice un texto que se llama Fragmentismo, un manifiesto. A veces, cuando esos mármoles se rompían, encontraba dentro de ellos cristales porque el agua, a través del tiempo que había vivido dentro del mármol, se transforma en cristal. Es decir que lo que vemos no es solamente lo que vemos, sino lo que hay dentro de cada uno, lo vivido,  lo aprendido…

El fragmentismo busca la integración de una parte a un todo transformándose, por sus múltiples lecturas, en un objeto inacabado e ilimitado a través del tiempo. Como siempre me preguntaban cómo llegaba a expresarme de esa manera y entonces decido hacer el manifiesto como hilo conductor donde doy algunas referencias sobre en qué consiste mi búsqueda.

 

 

“La acción es la consecuencia del pensamiento”, “Encontrar en la imaginación soluciones vitales”, “Pensar es un hecho revolucionario”, “El ambiente condiciona a la gente” y “Tenemos el poder de elegir” son algunos de las proposiciones que escribió hace más de treinta años. ¿Cómo nace el manifiesto Eros?

Vivíamos en Milán y Lea Vergine y Pierre Restany me invitaron hacer una obra que durara un día. Allí puse en la pared cien copias del manifiesto Eros. La gente podía tomarlo de la pared y llevarlo a su casa. Dos actos que en general son prohibidos en una galería. Arriba de la hoja decía “podes tomarla y llevártela a tu casa”. Eran doce frases que empezaban con «Pensar es un hecho…» en italiano. El doce es un número que utilizo por sus diferentes significados: las horas, los meses etc…

 

¿Cómo nacen sus obras?

Es algo especial. Me gustaba tomar baños de inmersión; en la soledad y relajación se me ocurrían ideas. También en la soledad del taller después de recorrer las calles del país en el cual vivía, me aislaba y se producía el milagro de la creación.

 

¿Cómo elige los materiales?

De distintas maneras. El mármol fue un descubrimiento en Carrara cuando necesitaba un material sin límites. Encontré los fragmentos que habían tenido una vida anterior y que empezaban una nueva vida conmigo. El acrílico por su trasparencia ilimitada y así a medida que tenía ideas buscaba el material para expresarme.

 

¿Cuáles con los temas principales de su obra?

Creo que la justicia y la libertad.

 

En la muestra de Bellas Artes pudo verse una gran instalación, compuesta por campanas de cristal colgadas del techo con cadenas. ¿Cómo fue esa experiencia?

Es una instalación que incluía en la pared la frase «¿Para quién suenan las campanas?”. No “por quién” sino “para”. En cada campana colgaba una respuesta diferente: para los que crean, para los que piensan, pero también para los que adulan, para los que venden. Es como para hacer reflexionar, como si dijéramos para quién son los aplausos. El público recorría y leía las diferentes respuestas.

 

¿Cómo nace “Pensar es un hecho revolucionario”? ¿Qué significa para usted que esté en el Parque de la Memoria?

Fui la ganadora del concurso internacional que se llevó a cabo para elegir las esculturas propuestas por artistas de todo el mundo para mantener, desde la perspectiva artística, la memoria viva en temas como el terrorismo de Estado y los desaparecidos. En el manifiesto de Eros se hace presente por primera vez el pensamiento y cuando me presenté al concurso fue darle otra dimensión y unir el Fragmentismo y el Eros. Con un material donde estaban caladas las letras en forma irregular y en dos bloques separados y se leían en el vacío. El público tenía que hacer un esfuerzo para leerla. Así es la comunicación. Así es pensar. Pensar es un trabajo que hay que hacer todos los días. Lo que me interesa es que el otro piense, que descubra, que intervenga. Para mí es un gran orgullo que mi trabajo esté en el Parque de la Memoria. Ya no me pertenece, es parte de todos.