Una vieja estación convertida en un centro cultural. Un proyecto gestado desde la necesidad de ocupar el espacio que el Estado dejó vacante, y un presente donde convive el atractivo turístico con el arte, en un barrio platense para conocer.
Por Eduardo Spínola
El devenir del transporte ferroviario argentino atraviesa nuestra historia, desde la segunda mitad del siglo XIX a esta parte. Su esplendor y su ocaso respondieron a diferentes modelos de gestión de un país que ostenta miles de kilómetros de extensión, especialmente de norte a sur, y con un diagrama férreo que confluye indefectiblemente en la ciudad capital, Buenos Aires.
Pero es en el siglo XX cuando se producen los cambios más significativos en los ferrocarriles nacionales. Las primeras décadas del 1900 encontraron ala Argentinaconvertida en el «granero del mundo», y más específicamente de la vieja Europa. Un continente asolado por una Gran Guerra, luego rebautizada como Primera Guerra Mundial, cuando ya la segunda había sobrepasado todos los límites del horror conocidos hasta entonces por el hombre moderno.
La nuestra llegó a ser la décima red ferroviaria del mundo, con47.000 kilómetrosde vías en todo su territorio. Capitales ingleses y franceses financiaron su construcción, y con ella se contribuyó al crecimiento poblacional y económico de la nación.
El peronismo, bisagra histórico-política argentina, concretaría la nacionalización de los trenes. Por su lado, el desarrollismo de los sesenta, con la mirada puesta en favorecer el transporte por ruta, abriría un camino de retroceso que se acentuaría en la década del setenta y encontraría su declive más dramático en los neoliberales años noventa.
En La Plata, como Meridiano V se conoce a un barrio de la zona sur, que toma su nombre de una vieja estación provincial. Esta fue bautizada así, a su vez, por el paralelo que delimita la frontera entre las provincias de Buenos Aires yLa Pampa. Inaugurada en 1910, dejó de funcionar el 6 de julio de 1977. En el medio, sufrió los avatares antes descriptos. Actualmente, la zona se ha erigido como un centro turístico que, además de haber producido una transformación sorprendente en sus calles, y entre sus vecinos, también modificó la oferta cultural de la capital provincial.
Para mediados de la década de los noventa, el barrio era poco menos que un área marginal de la ciudad de las diagonales, con apenas unos pocos bares abiertos, como «el Ocampo». El pintoresco local cerraba pasado el mediodía, luego de atender a los parroquianos que iban a «tomarse una caña». Ese mismo sitio es hoy por hoy un restó de precios poco accesibles, con hostel para extranjeros incluido. Pero este cambio rotundo tiene su propia historia y marca la trascendencia de unir voluntades cuando el Estado — entendido como poder político— no está presente como debiera.
El GrupoLa Grietase formó en 1993. Desde entonces, viene desarrollando diversos proyectos culturales y artísticos, que van desde la edición de libros, revistas y cortos de animación, a la organización de recitales de música y poesía, y de muestras plásticas y fotográficas, entre otros. Su llegada a Meridiano V se produjo en 1995, cuando pusieron en marcha la primera «muestra ambulante». Los sedujo la belleza de un barrio de calles de adoquines, casonas y almacenes viejos, y una arboleda que competía con los pastizales de los terrenos, por los que en otros años pasaba el tren.
La propuesta no era sencilla de concretar: la idea era hacer la exposición en los negocios que aún resistían el embate del «1 a1». Lo lograron, y sumaron talleres para chicos, música y funciones de teatro y de títeres en el playón de entrada a la «estación vieja», aunque esto implicara convivir con los micros del Talp, TransportesLa Plata, que se estacionaban allí.
Para entonces, la única experiencia colectiva barrial era la Asociación Vecinosde la EstaciónProvincial, AVEP, formada por residentes del lugar, con más nostalgia por los años gloriosos que expectativas de mejoras a corto o mediano plazo. Con el beneplácito de sus miembros, el grupo organizó una fiesta under, otro signo cultural noventista, en 1996. Mientras tanto, el país entraba en la segunda mitad de una década marcada por el individualismo y la falta de perspectivas, cuyo sombrío corolario llegaría con un año clave, el 2001.
El comienzo de milenio trajo consigo la creación del Centro Cultural Estación Provincial, además de la realización de asambleas barriales que dieron lugar a una combinación intergeneracional. Se pusieron en común las inquietudes y los intereses de los más viejos y los más jóvenes, muchos de los cuáles habían formado el grupo teatral Los Okupas del Andén. En medio de la convulsión que signó el nuevo siglo, se gestaba en Meridiano V un cambio que sería definitivo, y definitorio.
Los integrantes deLa Grietaya eran parte del barrio y del cambio. Luego de funcionar de forma itinerante, se les cedió el antiguo galpón de encomiendas y equipajes, de la desaparecida estación. Era el año 2004, y resonaba todavía la lapidaria frase que pedía «que se vayan todos». Pero el proceso de cambio del barrio iba a contrapelo de esta exigencia desesperada.
Al cumplirse 10 años de la primera experiencia, la muestra ambulante volvió a realizarse, esta vez en los garajes de los vecinos que aceptaron ser una galería, aunque solo fuera por 5 días. Como lo resalta Fabiana Di Luca, miembro del colectivo cultural, «eso nos permitió abrir una relación con todo el barrio, a pesar de haberse instalado el miedo y la idea de inseguridad. Fue tan impactante lo que pasó en esa segunda muestra, que en el 2006 la gente ofrecía sus garajes, y tuvimos el doble que el año anterior».
Hacía el 2009, la transformación de Meridiano V estaba consolidada y no tendría marcha atrás. La «vieja estación», como también se conoce al barrio —nombre que tomó el bar donde suelen presentarse artistas como Dolores Solá o Leo Masliah—, es hoy por hoy una zona platense que tiene un aspecto de lunes a jueves y otro bien diferente los fines de semana, cuando se ve copada por gente de otros barrios, e incluso de otras localidades de la zona.
Pero los proyectos que se inician con pretensión de libertad, como en este caso, siguen luego su propio camino, con el riesgo de derivar hacía un presente que no siempre complace a todos los actores que intervinieron. «Los precios de las casas aumentaron, como pasó también con el de algunos restaurantes que se reconvirtieron o abrieron en el barrio. Esto no a todos nos cierra, pero tenemos también opciones baratas o incluso gratuitas, como ferias de artesanos o propuestas de teatro aéreo».
La transformación en Meridiano V, con la apropiación de la obsoleta estación y su entorno, se gestó a partir de la intención de grupos que armaron un colectivo mayor y diverso: los viejos vecinos, los nuevos, los jóvenes, los recién llegados, los dueños de los comercios. Del otro lado, una municipalidad que articula con ellos o, lo que es lo mismo, con el barrio, a través de un coordinador, y que supo leer el mensaje que dan los ciudadanos cuando el Estado parece tener otras prioridades.
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