Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Menu +

Arriba

Top

4 julio, 2012

 

RECOMENDADOS

 

Por Maximiliano López

 

La adaptación televisiva de la mega-novela de George R. R. Martin que revolucionó la literatura fantástica trastocó el mundo de las series, generando un fenómeno que no se veía desde Lost. Variaciones en torno al culebrón del momento, que se desarrolla en un mundo ficticio pero tiene todos los condimentos (explotados al límite) propios de la condición humana cuando hay ambición y poder de por medio.

 

Game of Thrones, la serie televisiva creada por el tándem David Benioff/D. B. Weiss producida por HBO, basada en los libros de la saga literaria (aún inconclusa) Canción de Hielo y Fuego (A Song of Ice and Fire) que viene escribiendo George R. R. Martin desde 1996, se transformó en una propuesta superadora que trasciende ese género geek por antonomasia llamado «fantasía medieval». Siguiendo la tendencia hacia el mainstream iniciada por la adaptación cinematográfica de la saga de El Señor de los Anillos, la historia narrada y adaptada a la TV en cuestión se propone, al igual que los libros, reducir drásticamente las ya clásicas dosis de magia y personajes fantásticos, para dar prioridad a los personajes y sociedades con características del más puro realismo.

 

 

Más cerca de Dickens y Maquiavelo que de Tolkien

La serie estrenada el año pasado que empezó con A Game of Thrones, el primer libro de los cinco que conforman hasta ahora la monumental saga, tiene muchos elementos que la alejan en parte de lo que se ha hecho previamente en el rubro. Se basa en una novela que está más cerca de Balzac y Melville que de Tolkien. Como en una narración panorámica y aventurera del siglo XIX, pero introducida en un contexto medieval fantástico, en ella existen diferentes civilizaciones (con sus respectivos y dispares niveles de desarrollo) en pugna por el poder político, económico, social y cultural del mundo en el que desarrollan sus vidas.

Es inevitable encontrar en sus tramas un mar de paratextos ligados tanto a otras creaciones literarias del rubro y de otros géneros, como a las épocas históricas del Medioevo y (en menor medida) la clásica; cada una de las sociedades que pueblan el eternamente convulsionado mundo de Game of Thrones (compuesto, en principio, por dos continentes; Westeros y Essos) incorpora, de forma posmoderna y aleatoria, diferentes tipos de elementos (tradiciones, cultura, organización política y social, etc.) de los pueblos europeos y asiáticos durante esos tiempos. Son lideradas o influenciadas por personajes cuyas caracterizaciones son dignas de Dickens o Chejov. Allí, la crónica de la lucha por la corona encabezada por familias aristocráticas que conforman a los Siete Reinos está enormemente inspirada en la Guerra de las Dos Rosas, la gran conflagración medieval y familiar alrededor del trono de Inglaterra entre 1455 y 1485.

Game of Thrones, tanto en los libros como en la adaptación televisiva, carece de la magia estereotipada que puede presenciarse en la mayoría de los relatos fantásticos. No obstante, esto no quiere decir que no haya personajes u elementos con rasgos anormales, que son ubicados en parámetros realistas. Hay un enano (interpretado por el sorprendente Peter Dinklage), pero no es de una raza de enanos, sino una simple anomalía. Hay huevos de dragón, hay un prospecto de Conan que lidera una horda de bárbaros, un proto-Aragorn interpretado por Sean Beam, etc. Existen varias tramas, vistas cientos de veces, cuyo común denominador es la toma o defensa del trono de Westeros, el continente donde sucede la mayor parte de la acción, hasta el momento.

El realismo se hace presencia en el momento en que aparecen el sexo, la violencia, la ambición y la traición como catalizadores o consecuencias de esa lucha encarnizada por el poder político y militar. Dentro de un esquema en el que se incluyen elementos trillados del Medioevo, también son introducidas ciertas nociones maquiavélicas que son las que, en gran parte, aportan la gracia y el gancho masivo que tiene tanto la saga literaria comola serie. No existe una dicotomía clásica entre el bien y el mal. Cada uno de los personajes trata de hacer lo que les parece perfecto en un momento en el cual se produce una aceleración temporal de acontecimientos a causa, en el fondo, de una fuerza mayor: la llegada de un largo y crudo invierno.

 

 

Entre The Sopranos y Herederos de una Venganza

Un factor que diferencia a esta adaptación televisiva de otras similares es que no se trata de una serie dirigida a un público especializado o fino. En una televisión que se obsesiona por establecer productos gourmet con mensajes entre líneas (a veces forzados), Game of Thrones representa lo contrario. No es que no sea sofisticada, ni que no tenga mensaje, sino que su sofisticación es distorsionada en su propia esencia hardcore, pero apta para todo tipo de subjetividades. No se esconde nada entre líneas. Más allá de la exquisitez de su producción, la mozzarella chorreada por la historia que narra incluye, a la vez y con éxito, elementos básicos dignos de un melodrama de esos que generan altos niveles de dependencia en el televidente. En su mundo de extremos, esa intención no se esconde en ningún momento. En el fondo de las escenas sexuales y la violencia, la serie no busca ser ninguna otra cosa más que un relato novelesco sobre el amor, la guerra y la intriga política.

Como se mencionó antes, la saga literaria, luego de cinco tomos aún se encuentra inconclusa (su creador ha confesado que inventa geografías y mitos a medida que escribe, así como también consulta a hiper-fanáticos con el fin de seguir dándole impulso a épica obra, ver  http://www.newyorker.com/reporting/2011/04/11/110411fa_fact_miller). La serie va por su segunda temporada y se encuentra en el mejor momento. El desafío de mantener a flote las múltiples tramas se irá haciendo más grande a medida que vayan integrándose más personajes y más civilizaciones, con sus correspondientes historias, objetivos e intereses.

La saga literaria y la serie, si bien no rompen ninguno de los moldes establecidos, juegan con ellos. Los usan, en su constante intensidad épica, a fin de crear situaciones y desenlaces como hace rato no se presentaban ni en la literatura fantástica ni en las series de TV. Se trata de un producto cultural que encierra características contradictorias. Vanguardista y novedosa, pero clásica y nostálgica a la vez, en Game of Thrones no hace falta analizar bajadas de línea ni nada parecido, solo hay que disfrutar y dejarse llevar por una historia impredecible, llena de ricas aristas, tramas y personajes humanos en un mundo violento dominado por una realpolitik sin escrúpulos ni códigos, donde cualquiera (sea rey, aristócrata o plebeyo) puede morir de un momento para otro.

 

 

Game of Thrones:
Primera temporada (AVH)
Segunda temporada (HBO)

 

Tomos traducidos disponibles de Canción de fuego y hielo:
Juego de tronos (Plaza & Janes)
Choque de reyes (Plaza & Janes)

[showtime]