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3 octubre, 2011

Los trazos y formas que se plasman en la tela son, para siempre, el comienzo de una poesía, de alguna verdad subjetiva. A través de las pinturas de la artista Mariela Bianchi, formada en el Instituto Nacional de Artes, diferentes pronunciamientos brotan del lienzo, como una amalgama de impulsos que luchan por salir.

 

Por Alejandra Santoro

Así, como cientos de años atrás se vivió una aceleración política y cultural, también ahora la historia muestra que ésta se acelera en sus novedades, en sus modificaciones, en las cosas más inéditas que plantea. Pero también esta atmósfera de aceleración se da principalmente en la subjetividad de los actores de la historia, en la conciencia de los sujetos históricos, y esto se refleja incesantemente en el arte. Sobre todo, en un tipo de arte que va a hacer eje, no en la representación fidedigna del mundo, de la realidad, de la sociedad, sino en la liberación del instinto, de nuestro instinto como experiencia sofocada, reprimida a través de la cultura que enajena el deseo. Y como contrapartida de este enclaustramiento, surgirá a través del arte la reivindicación y la recuperación del inconsciente como lugar de otras voces, otras palabras, otra verdad necesitada de expresarse.

Precisamente de esta forma es que se nos presenta la obra de la artista Mariela Bianchi, nacida en Comodoro Rivadavia, Chubut, y que a los dieciocho años viajó a Buenos Aires para aprender y producir en artes. En sus cuadros uno puede avizorar que Bianchi plantea el arte como una liberación concreta de lo instintivo, no solamente de lo reflexivo e intelectual. Hay una potencia reprimida que la artista pone de manifiesto.

Mariela Bianchi realizó la Licenciatura en Artes Visuales y tomó talleres con distintos maestros de la pintura. Integra sus obras a diferentes disciplinas del arte, combinando las artes plásticas con el cine, el teatro, la música y la literatura y, al encuentro de las sutilezas del lenguaje plástico-visual, rescata y juega con símbolos y representaciones de la naturaleza. Recientemente, Bianchi realizó la pintura que es tapa de libro El Viaje Iniciático, de José Luis Parise, re-editado internacionalmente. Participó en producciones de cine con artistas de gran talento como Marcela Luchetta y Eugenio Zanetti. Realizó exposiciones colectivas e individuales, entre las que se destacan Camino al Faro y Espacios de Tiempo. En su recorrido, y de la mano del psicoanálisis, comenzó a preguntarse respecto de la función del arte, el proceso creativo y la producción de la obra como lugar de encuentro consigo misma. Eso es lo que, desde entonces, integra y transmite en el taller de arte que brinda.

De sus pinturas brota cierto encanto natural, salvaje, nativo y algo polimorfo. Las variables para poder leer sus obras están dadas por la consideración de su propia subjetividad que invade la tela, donde el arte viene a cumplir un papel de termómetro de dicha subjetividad, de enorme relevancia, porque justamente el arte es la producción individual de una subjetividad en su tiempo, su espacio cultural e histórico, la capacidad creadora que va a expresar sus rechazos, sus amores, sus utopías, a través de su sensibilidad frente al mundo. Así, esta artista se configura como una individualidad feroz, aún adhiriendo a ideas o proyectos colectivos, lo que expresa es esa nueva sensibilidad intimista, que capta o puede manifestar quizá antes que el resto, lo que le incomoda, perturba o moviliza.

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