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27 marzo, 2013

Entrevista a Laura Ravinovich. La bailarina y coreógrafa Laura Ravinovich nos cuenta las peculiaridades de la danza afro en las que el componente mítico y popular es la esencia.

 

Por: Gisela Gallego

 

Practica danzas desde los seis años; jazz, expresión corporal y también teatro, pero a la danza afro y la cultura negra llegó tempranamente, atraída por toda la simbología que implica. Casi de casualidad, a los ocho años, en una playa, fue testigo ocasional de una ceremonia para Lemanyá (diosa afrobrasileña del mar y la fertilidad), y eso encendió la chispa para emprender un camino de aprendizaje continuo.
Actualmente es docente en varios espacios de Buenos Aires y dirige dos compañías de danza, Afro Gusu y Ode; además es coreógrafa de Ritma Ensamble, un grupo en el que movimiento, teatro y percusión interactúan.

Si tuvieras que definirlas, ¿qué nos contarías sobre la danza afro y sus orígenes?

La danza afro es algo muy amplio. Definirla sería muy ambicioso, y podría llevarme varios tomos enciclopédicos explicar algo. Lo que se puede, quizás, es marcar algunos rasgos fundamentales; no son danzas basadas en el espectador (al menos, en sus inicios). Son danzas desde la vida cotidiana: se baila para agradecer, para pedir, para pasar de una etapa a otra de la vida, para los funerales. La función de estas danzas no tiene que ver con el escenario ni con que otros miren y se entretengan (como en el caso de los inicios de la danza clásica, donde se bailaba para entretener al rey). Son danzas cuya función principal es la comunicación y la expresión. Comunicación, muchas veces, con los ancestros, con Dios y con otras deidades.

Claro, se suelen clasificar dentro de bailes de carácter religioso y/o popular.

En el caso de las danzas afrobrasileñas de origen religioso, por ejemplo, se baila para los orixás (deidades yorubas, de la zona de Nigeria y Benín, encargadas de administrar las fuerzas de la naturaleza). Para que los orixás bajen a bailar con la gente de la tierra, a escuchar sus pedidos, a traer su axé (energía). Las danzas populares derivan de las danzas religiosas; es decir, dentro de las funciones sociales o de divertimento, se incluyen muchos elementos de las danzas religiosas.

Tengo entendido que son danzas que privilegian lo comunitario. ¿Es así?

En sus inicios y en sus formas religiosas y populares, sí, sin dudas, lo comunitario es esencial. En el caso de las formas más escénicas, como el afro contemporáneo, el afrojazz o los shows folclóricos, es exactamente igual que cualquier otra danza.

Nos dijiste que es muy amplio el espectro de danzas afro. ¿Vos te especializás en alguno en particular?

Estoy especializada en danzas afrobrasileñas, y en este momento en afrojazz, que son solo algunos estilos de género afro. Hace unos años estoy desarrollando una técnica que se llama TRAM (técnica de raíz afro para el movimiento), que trabaja sobre los parámetros de movimiento de la danza afro como género. Exige poder utilizar el cuerpo de un modo diferente del de las danzas académicas, ya que las apreciaciones de lo correcto o lo incorrecto cambian radicalmente. De esta manera, con un cuerpo que comprende las diversas formas del género y posee la información de las danzas tradicionales, buscamos crear nuestras propias danzas desde la estética y la energía del afro, y bailar nosotros mismos más allá de la mímesis y la imitación.

[showtime]

¿Qué danzas conforman lo que genéricamente se denomina afro brasileño y cuál crees que es la mayor riqueza de estos ritmos?

Dentro de las danzas afrobrasileñas, como dije antes, están las de origen religioso y popular. En el caso de las danzas populares, hay infinidad de ritmos: podemos ir desde el afoxé (danza que utiliza uno de los ritmos religiosos de forma pagana) hasta el axé (danza actual que utiliza esa palabra religiosa para definirse), que abarca capoeira, samba, samba reggae, bloco afro, coco, samba de roda, maracatu y muchos otros. Creo que la mayor riqueza de estos ritmos es la mezcla africana con la americana. Tiene la fuerza de lo africano y la elegancia de la mixtura de rasgos europeos e indígenas.

¿Cómo influyó la cultura afro en América, en el Río de la Plata, y en especial en Buenos Aires?

No soy la persona más idónea para hablar de eso, porque hay antropólogos que dedican su vida a estudiar esta influencia, entre ellos Alejandro Frigerio, que se especializó en el tema. Además, hay asociaciones de afroargentinos e incluso grupos de danza y percusión, como Misibamba, que trabajan para preservar las raíces de lo afro en la cultura rioplatense. Durante años, Quintin Quintana, alguien con quien aprendí mucho, estuvo indagando las raíces afrorioplatenses y e hizo un estudio comparado, Las dos orillas, sobre el candombe uruguayo y el porteño (que son muy diferentes).

Estudiaste además danza afrocubana, afrojazz y afro contemporánea. ¿Cuáles son sus particularidades?

El afrocubano tiene varios estilos; en el aspecto técnico, está mucho más desarrollado que en Brasil (no recurre a otras técnicas para entrenarse, como ocurre con las danzas afrobrasileñas, sino que tiene un método propio para entrenar la danza afro). El afro contemporáneo es lo más frecuente en estos últimos años porque, si mezclamos pasos de un orixá con otro, ya estamos haciendo algo que está fuera de lo tradicional (que rompe con la estructura dada), y eso ya es contemporáneo. En el caso del afrojazz, al menos como yo lo trabajo, el objetivo es retomar las raíces afro de la danza jazz e incorporar elementos técnicos propios de las danzas académicas. La danza jazz surge de las danzas negras y tiene sus raíces en los bailes sociales y teatrales del siglo XIX. Más adelante se empieza a desarrollar tomando elementos técnicos de la danza clásica, la contemporánea y el tap. Debemos también destacar la utilización que hace de la música, aprovechando el ritmo y jugando con los contratiempos.

¿Las nuevas fusiones y ritmos «inventados», como la zumba, creées que desvirtúan de alguna manera las danzas originales o, por el contrario, suman?

No sé si desvirtúan o aportan, creo que son otra cosa. Las veo en un lugar diferente del de la danza. Creo que la zumba, el ritmix y otras mezclas son ritmos para entretener, descargar, no pensar. No sé si son danza. Poner la danza en ese lugar yo creo que no suma; eso no es arte, no es danza, es otra cosa, no sé qué nombre tiene, tal vez fitness. La danza —al ser un arte— tiene que ver con la comunicación, con la expresión, con la belleza, con el cuidado y el aprendizaje de una técnica, el esfuerzo , la preocupación, la concentración, disfrutar de la alegría de cuando se logran los objetivos, y transitar la frustración de cuando no.

¿Cómo vislumbras el futuro de estas danzas? ¿Cuál es la importancia de que se conozcan no sólo sus ejecuciones sino también sus significados?

La danza afro creció muchísimo en los últimos años. Creo que tiene que ver también con que las danzas populares (no académicas) han tomado otra posición, de más valor y de ejercicio de una identidad donde ya el único parámetro de lo que está «bien» o «mal» no es el de la danza clásica. El afro es la base de muchísimas danzas urbanas, como el hip hop, el dance hall, el reggaeton, la salsa, el samba brasileño. Creo que se ha tomado más conciencia de esto, y por eso también ha crecido el afro. Yo, en estos momentos, trabajo muchísimo con bailarines de otras disciplinas que buscan ampliar sus posibilidades dentro del afro, para luego trasladarlo a los estilos donde se desempeñan habitualmente. Siempre suma saber el significado porque, si no, es una danza vacía, como decía Vinicius de Moraes: «Es como amar a una mujer que es solamente linda…». Algo así ocurre con el contenido de las danzas; en el caso del afro, hay mucho contenido histórico y cultural, que las hace más ricas y hermosas, para el que baila y para el espectador.

Desde tu rol docente, además de la técnica, ¿qué intentás dejarles a tus alumnos?

Me gusta pensar que les dejo, o intento dejarles, el respeto hacia lo que es el arte en general y la danza en particular, la importancia de haber elegido esta como forma de comunicarse, y lo especial y único que tiene el mensaje que ellos quieren dar a través de este lenguaje.