Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Menu +

Arriba

Top

28 agosto, 2012

 

El artista y dibujante Bruno Krauchik fue seleccionado por la Institución Psicoanalítica Mayéutica para presentar su obra Rotación en articulación con el 35.º aniversario de la fundación.

 

Por Alejandra Nazarena Santoro

 

En la obra del artista Bruno Krauchik, el eje central es el dibujo. La línea simple forma texturas complejas allí donde lo punzante convive con lo redondeado, lo plano con lo volumétrico, y donde lo presente pone de manifiesto aquello que se encuentra ausente. Quizá por este tipo de tensiones que se van configurando a lo largo de sus trabajos la Institución Psicoanalítica Mayéutica ha elegido su obra Rotación para representar su 35.º aniversario.

Esta obra propone observar la conformación de una trama constelada de restos diversos a partir de trazos que van surgiendo acompañados por sonidos. Trazos que configuran restos de otras formaciones que estallan y se cruzan. El punto de coincidencia que ha encontrado Mayéutica con respecto a la obra tiene que ver con ese otro modo de concebir la praxis analítica, un modo de escucha que deja oír otra dimensión del lenguaje, en donde se trata de ponderar otro modo de aprehensión de las palabras. En una charla con Bruno Krauchik, el artista nos cuenta sobre sus comienzos, sus influencias, y las metamorfosis que fueron ocurriendo a lo largo de sus trabajos.

 

 

Ya desde pequeño, comenzaste a sentir cierta fascinación por lo que te sugería la sucesión de cuadros en las diferentes historietas, tanto nacionales como internacionales. ¿Reconociste tu vocación por el arte a temprana edad?

Sí, ya desde la primaria nos empezamos a juntar con amigos a dibujar. Amigos que hoy también son artistas o se encuentran ligados al mundo del arte o de la creatividad.

 

 

¿Cómo fue tu formación y qué legado te quedó de tus principales maestros?

Desde chico ya comencé a realizar diferentes talleres y, cuando terminé la secundaria, hice la carrera en Bellas Artes. Luego transité por varios talleres, y el último al que asistí fue al de Yuyo Noé, que me guió bastante en todo lo que está relacionado al dibujo, me reafirmó como dibujante. Esa fue mi formación básica, pero actualmente también trabajo asistiendo a artistas, ayudándolos en sus producciones, montando muestras, armando marcos, instalaciones, ayudándolos a preparar algún proyecto y realizarlo. Respecto del video que realicé para el 35.º aniversario de Mayéutica, también tuve que pensar cuál era la mejor forma de poder presentarlo. La biblioteca del lugar tiene una estructura muy inamovible, entonces pensé en un dispositivo que se pudiera mover, muy sencillo, y que pudiera ser proyectado en un plasma. Esos son detalles de los cuales me encargo yo y que tienen que ver con el tipo de trabajos que se llevan a cabo en la asistencia artística, que son de carácter más práctico.

 

 

En Bellas Artes habrás tenido la posibilidad de relacionarte con varias formas del arte. ¿Cómo te fuiste asentando en el terreno del dibujo?

Era algo que ya se encontraba en mí naturalmente. En un comienzo, con mis compañeros empezamos a dibujar siguiendo la línea de los cómics, y después continué en esa línea. Si bien tengo varias pinturas, me di cuenta de que con el dibujo me encontraba mejor. Aunque, hoy por hoy, en el arte contemporáneo se puede enlazar una cosa con otra. Yo creo que también la elección tiene que ver con vivencias personales: mi abuelo tenía una imprenta, y ya desde chico yo estaba íntimamente relacionado con el papel y la tinta. De hecho, aún hoy guardo papeles de la imprenta de mi abuelo.

 

 

También te ha inspirado mucho la revista Fierro, donde se incluían trabajos de grandes dibujantes, como Fontanarrosa, Nine, Félix Saborido, Peiró, entre otros. Fierro es la forma «criolla» de nombrar al hierro, y su nombre despertaba una serie de connotaciones que remitían a lo argentino, el coraje y la aventura. Gran parte de esta influencia y de la estética del 80 se plasma en tus comienzos: las líneas rígidas, los personajes de ficcionarios, el relato visual son todas características que conformaron el punto de partida de tu proceso creativo. Contanos un poco acerca de este estilo que signó tus comienzos.

Lo que tenía el cómic, en ese momento, es que aparecía una nueva forma de retórica, un destape de varias cosas que se empiezan a mostrar con la finalización de la dictadura. Entonces comienza a surgir un dibujo más combativo, más erótico, y a mí siempre me interesó esta idea del ser humano desmembrado, que viene de una fractura importante que dejó la dictadura, una gran fragmentación que yo trabajé en una serie a la que le di el nombre de Desmembramiento, que tiene que ver con el desgarramiento del ser humano que predomina en varios de mis dibujos.

 

 

En tus obras se puede apreciar que en cierto momento hay un viraje, un cambio hacia una segunda etapa que quizá pueda comenzar aquí, donde me estás contando. Con el tiempo, la rigidez de la figuración se irá difuminando para dar lugar a una abstracción que irá en aumento. ¿Cómo fue aconteciendo este cambio y por qué considerás que ha tenido lugar en tu arte?

Quizá porque empecé a entrar en una etapa más tranquila de mi vida, y eso hizo que fuera dejando la figura de lado y trabajando aspectos más básicos y universales, ya dejando un poco de lado el tema de lo instintivo y enfocándome más en lo humano-universal, en el universo como una entidad casi abstracta. En este tiempo me comencé a interesar sobre la física cuántica y me interioricé en el tema. Consideré que esto se podía llegar a enlazar con lo humano, pero visto, quizá, desde un lugar más matemático, desde el entendimiento de cómo funcionan las cosas en general.

 

 

Las obras que responden a este estilo guardan ciertas particularidades. Muchas de ellas me hacen recordar un concepto filosófico acuñado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, el concepto de rizoma, según el cual la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica, con una base o raíz dando lugar a múltiples ramas, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro. Varias de tus obras parecen aseverar este concepto, donde ese todo carece de centro, como ejerciendo cierta resistencia contra los modelos jerárquicos. Las ramificaciones, los desmembramientos, lo descentrado aparecen recurrentemente en tu obra y, sin ir más lejos, algunos de tus trabajos se basan directamente en la figura del árbol. Hablanos un poco acerca de todo esto.

Sí, eso también tiene mucho que ver con el proceso del dibujo, con cómo voy sintiendo mientras voy dibujando, pero todas esas ramificaciones responderían en parte a este concepto de lo rizomático. Luego de la serie Desmembramiento, realicé un viaje a Ushuaia y a partir de ahí comencé a tomar como modelo ciertas características del paisaje, a hacer un zoom en ciertas partes de este, y de ahí el trabajo con las ramas. Fijo el ojo en algún aspecto y luego me meto dentro, lo inspecciono, y esto lo plasmo en mis dibujos. Y, en cierta forma, creo que uno siempre toma elementos de su propia vida y los cuenta, en este caso a partir del dibujo. Es muy posible que mi vida haya tenido ciertos vericuetos y, a decir verdad, mi trabajo tampoco sigue una línea recta; si bien siempre me hallo en el universo artístico y creativo, se van abriendo aristas. Estas ramificaciones tienen que ver con el hecho de haber vivido algunas cosas, con experiencias personales. Y hoy por hoy mi vida no tiene un ritmo demasiado concreto o rígido, incluso los proyectos que hago tampoco lo tienen y, sin embargo, todas las cosas van funcionando. Desde lo descentrado, también se puede construir y crear.

 

 

Otra característica que vuelve a tu obra particular es la frecuente elección de lo monocromático. ¿Por qué?

Tiene que ver con la propia cuestión del dibujo. A mí me ocurre que el color hay momentos en que lo veo y otros en el que no. Lo siento o no lo siento, como les pasa a todos los que se relacionan de cierta manera con el arte, a los escritores, fotógrafos, escultores, pintores. Hay cosas que no las ves porque directamente no las estás sintiendo en ese momento. Depende desde dónde estés conectado con eso que estás creando.

 

 

Recorriendo tu obra, se puede advertir que hay una fuerte conexión entre tus trabajos, más allá de las influencias de los diferentes momentos.

Siempre hay un enlace, las obras van dialogando unas con otras, están totalmente conectadas. El hilo conductor que las une a todas ellas creo que es la temporalidad y la espacialidad. El mismo hecho de trabajar sobre una superficie plana a mí me lleva a adentrarme en la idea del espacio y el transcurso del tiempo. Sin ir más lejos, el video que realicé para Mayéutica es, en realidad, una secuencia editada de cómo se va construyendo una esfera, y esto te da una idea de lo espacio-temporal puesto en juego.

 

 

Bruno, ¿por qué pensás que tus trabajos han sido elegidos por la Institución Psicoanalítica Mayéutica con motivo de su 35.º aniversario? ¿Qué relación tiene tu obra con el psicoanálisis?

Yo lo relaciono con algo cósmico. Una imagen básica, como la esfera, puede ser el disparador de otras tantas cosas. Mi trabajo en esta serie, que es el tema de las esferas, sí tiene que ver con algo de lo molecular, de elemento único, básico y clásico, y cómo a partir de ahí se puede conformar otro universo. Es como hacer un zoom y descubrir un punto que puede ser el comienzo de algo más grande y universal. Si uno hace un zoom, un acercamiento, va a encontrar un enlace entre pequeñas células, que son esos elementos fundamentales. Naturalmente mi arte está investido de restos inconscientes, desde este lugar está estrechamente relacionado con el psicoanálisis. Cuando yo hice el taller de Yuyo Noé, él solía fijarse mucho en estas cuestiones, tiene una visión bastante psicoanalítica del arte; marcándonos nuestras repeticiones, encontraba ciertas muletillas, aquello sobre lo cual siempre volvíamos y que quizá estéticamente no quedaba bien, aquello que reiterábamos en nuestras obras.

[showtime]