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19 octubre, 2015

El patrimonio al alcance de la ciudadanía

El patrimonio al alcance de la ciudadanía

Entrevista a Oscar Smoje, director del Palais de Glace

Por Margarita Gómez Carrasco

Conservar  e incrementar el patrimonio artístico es la  parte sustantiva de la misión de un museo. Desarrollar programas de acción, para posibilitar la interacción del público con ese patrimonio, es la clave que Oscar Smoje – director del Palais de Glace- supo ejecutar para poner el patrimonio al servicio de la ciudadanía. Su gestión sintetiza la puesta en escena de discursos, ideas y representaciones de la Nación. El Gran Otro lo entrevistó en su despacho, para que nos cuente la fórmula de su éxito.

Hablemos de políticas culturales ¿Puede hacer un balance?

El balance es muy positivo porque la convocatoria fue para cambiarle la cara al Palais que venía en varios sentidos con una imagen muy negativa, con una pérdida de objetivos, sin  una programación organizada, coherente. La primera propuesta fue hacer una nueva programación enfocada a lograr cambiar el hábito de los concurrentes al museo, ¿Qué quiere decir eso?: El Palais se había convertido en una especie de cementerio de elefantes, de visitantes de pelo blanco, y nada más. Entonces la primera instancia fue cambiar y hacer una programación muy sólida dirigida especialmente a un público joven, crear un departamento de educación y visitas guiadas para incrementar y fomentar visitas de escuelas públicas y privadas, desde jardín de infantes hasta nivel universitario. Por un lado, había una sala de cine que estaba a la deriva, eso se modificó con aportes privados.

Año a año subimos la cantidad de escuelas que visitan el lugar. De la devolución que hicieron los chicos de las escuelas, el año pasado hicimos una muestra. Fue muy linda,  comenzó por treinta días y se quedó noventa por la gran cantidad de visitantes,  de turismo del interior y el exterior.

Entre las primeras cosas que encaré en mi gestión, fue una propuesta que estuvo desde el principio: hacer una muestra de pintura mural callejera, de grafitis pintados con imágenes. Se hizo en el interior del  Palais, donde se construyeron empalizadas de diez metros de alto, en madera, y donde pintaron  setenta personas distintas. Esa muestra se llamó Ficus Repens y fue una de las primeras que se hizo en el ámbito museístico, dando el aval a los pintores callejeros. Hoy tengo el orgullo de ver distintas muestras de esos artistas en distintos museos del mundo, o sea, esa gente que estaba confinada a pintar en la calle, hoy son reconocidos artistas que tienen aceptación en distintos museos y galerías tanto en el país como en el exterior, con lo cual, tan equivocado no estaba en haberlos elegido para exponer acá.

También se abrió un programa de muestras internacionales: hemos hecho muestras de arte contemporáneo de Corea, Croacia, Brasil, Chile, México, España, distintos países, firmando convenios con embajadas y trabajando con artistas contemporáneos. Acá tendría que hacer una salvedad: la ventaja de ser artista plástico. Es la primera vez que un artista  plástico está al frente de un museo de esa envergadura. Esto me hace conocer muy de cerca  lo que se está produciendo acá y en el exterior, con lo cual es una aproach directo con los artistas, y me permite tener un panorama más directo de lo que pasa. Eso se refleja en la programación.

Hemos crecido año a año la cantidad de visitantes, hemos llegado a trabajar con el primer cinturón de la provincia de Buenos Aires, mandando micros a buscar a los chicos y primero trabajando con el equipo de docencia. Logramos firmar un acuerdo con Cultura, donde se les daba de comer a los chicos porque lo importante era el hambre aparte de enseñarles que era el Palais, la historia, Gardel, el tango, el inicio de la TV acá, etc, etc.

¿El Palais, se autofinancia?

No. Dependemos del Ministerio de Cultura de la Nación, a veces queda corto, ojala tuviese un presupuesto propio para encarar obras postergadas para mejorar el estado de las salas y demás.

¿Qué cosas habría que mejorar?

Hay que acondicionar, cambiar sistema de luces, convertir al Palais en un centro internacional de exposiciones donde pueda estar preparado para, fundamentalmente, este cambio tecnológico que se está dando en los museos.

En materia de políticas culturales, hay un amplio abanico de propuestas. ¿Cómo es la lógica de selección para los premios del Salón Nacional? ¿Cómo se van armando los programas?

Los programas se van armando de distintas maneras, el primer objetivo es hacer visible lo invisible: el Palais cuenta con un patrimonio producto de los grandes premios del Salón Nacional y del primer premio que son adquisición. El Palais alberga un total de cerca de 2000 obras que son patrimonio del Estado, con lo cual yo diría que es una de las colecciones de arte contemporáneo más interesante. Éste año estamos organizando el salón 104. No es que tengamos obra del principio hasta ahora porque al haber dependido del ministerio de educación antes que se cree secretaría de cultura, algunas obras han quedado en el museo. Las obras más emblemáticas que tiene el Museo de Bellas Artes son producto de los premios del Salón Nacional. A partir de cuándo se pasa a ser Secretaría de Cultura ya las obras quedan acá y entonces yo diría que tenemos un patrimonio muy interesante de obras. Al año tenemos un ingreso de 20 obras de las 8 disciplinas.

¿Eso que está invisible lo van a incluir dentro de la programación para armar muestras?

Del patrimonio del Palais ya hice cuatro muestras donde se dieron a luz distintas obras, cerca de trescientas que no habían salido nunca. Hay una política de hacer visible, prestando obra a distintos museos con ejes curatoriales. En este momento hay una muestra de 30 fotografías de primeros premios en el Museo Rawson de San Juan. Esa muestra estuvo primero en el Museo de Bellas Artes de Salta, esa muestra va a itinerar por Neuquén, Córdoba y Santiago del Estero. Hemos prestado obras a distintas instituciones privadas y públicas. Se inauguran muestras con distintas obras del patrimonio de acá y con la curaduría de los alumnos de la carrera de Gestión Cultural de la Universidad Tres de Febrero, que son los que eligieron las obras con la conducción de Diana Wechsler. Después para los 100 años del salón se hicieron cinco muestras temáticas, pequeños micro relatos con obras del patrimonio dentro del Salón Nacional, así que hay una visibilidad bastante grande de lo que estaba guardado y nunca se ha mostrado.

También una de las cosas más importantes que  hice acá, fue crear equipos que no había: solo había una serie de empleados públicos que trabajaba en un museo. Lo que hice fue incorporar gente muy joven… creo que es la única manera de estar y trabajar, escuchando las campanas de lo que está ocurriendo en esa generación, es la voz que no se escucha en los museos. En general la óptica de los curadores apunta a otro segmento sociocultural, a otra franja de edad y demás, y yo estoy plantando muchas semillas con los chicos del jardín, tratando de crear posibles espectadores a futuro. Ahí creo que está la cosa de hacer visible lo invisible.

¿El arte contemporáneo, es para todos?

Sí, yo creo que el arte llega a todo el mundo. Cada cual tiene el poder de discernir y pescar algo de lo que está ahí. Las grandes respuestas para mí, te las dan los chicos, cuando vienen  me mezclo entre ellos, nadie  me conoce, y escucho que opinan sobre las obras que están colgadas. Todo el mundo capta algo a su manera. Hay que mostrar en lo posible, la cocina del artista, hay que humanizar, mostrar los cuadernos, las libretas de apuntes de los artistas, los proyectos, el proceso. Hay que hacer a la gente participe del proceso creativo.

El desarrollo de los públicos  va mucho más allá, implica poner en práctica el recurso de la creatividad y esa herramienta no le falta a Oscar Smoje, ejecutor de programas atractivos y de alta calidad, precursor de procesos de renovación y superación.

Oscar E2