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26 mayo, 2013

Un negocio que desafía al reloj biológico y factura millones.

Aunque no está socialmente bien considerado que una madre tenga un hijo sin una figura paterna, son muchas las mujeres que desempeñan este rol, y algunas hasta

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lo eligen. Temores, dudas y decisiones que afronta la maternidad carente de un «compañero».

Por Gimena Rubolino

Es una realidad que atravesó todos los tiempos, existió siempre desde la época de nuestros abuelos, y antes también. Mujeres que han quedado embarazadas sin buscar ese hijo y que se han hecho cargo por elección, aunque hayan tenido que lidiar con la mirada ajena.

Los tiempos han cambiado, y a las madres solteras se le suma un grupo importante de mujeres profesionales, solteras que eligen ser madres por su propia voluntad, entregándose a las manos de la ciencia, de la medicina. Algunas, porque no encuentran pareja; otras, porque se han separado antes de tener hijos o porque simplemente deciden que el momento de ser madres les ha llegado en el estado de soledad.

La doctora Andrea Marazzi, directora de Fertilab, afirma que «es una cuestión social. La mujer se desarrolla en su área profesional, la búsqueda de la pareja se posterga, y con ella la maternidad. Las segundas y terceras vueltas matrimoniales, hasta encontrar el hombre adecuado, también influyen».

«Es un hecho que muchas veces no se tiene idea cabal del descenso de la capacidad fértil femenina a medida que aumenta la edad, por lo que también se encuentran con la sorpresa de la disminución de la reserva ovárica en el momento de comenzar la búsqueda (esto sucede a partir de los 35 años, progresivamente)», agrega.

Con el desarrollo de la ciencia, se han logrado importantes avances en materia de reproducción sexual, y son muchas las técnicas que se emplean para convertir en madres a las mujeres que llegan con este pedido. Fertilización in vitro, inseminación intrauterina, congelamiento de óvulos y hasta donación de espermas son las modalidades más ofrecidas y consultadas.

Jimena Petrella, coordinadora de Maternity Bank, explica que «durante el año 2012 hemos recibido el doble de consultas de mujeres que quieren congelar sus óvulos. En el 2011 recibimos unas 100 consultas durante todo el año, y en el 2012 el número se duplicó a 200».

La vitrificación de ovocitos es una técnica nueva que permite posponer la maternidad el tiempo que se desee, con las mismas posibilidades de embarazo que en el momento en que se vitrifican los ovocitos. Hay una relación directa entre capacidad fecundante de los óvulos y edad: a mayor edad, menor capacidad fecundante.

«El procedimiento ronda los $ 14.000 y debe complementarse con medicación que funciona como estimulante», agrega Petrella.

La psicoanalista Marcela Varela, miembro de Freudianas, sostiene que en consultorio escucha muchos casos similares, en los que estas mujeres se presentan con ansiedad, y en la mayoría de ellos asumen el hecho de convertirse en madres como algo ya elaborado y pensado.

«En la actualidad, creo que la mujer que decide tener un hijo sin un compañero es considerada como una mujer valiente, que no tiene miedo de afrontar la maternidad… El problema que yo noto en estos casos es que muchas veces estas mujeres no toman conciencia de que no es posible concebir un hijo sin un padre. El espermatozoide proviene de un hombre, y es algo que la ciencia no puede abastecer», detalla.

En algún momento, el niño se convertirá en adulto y querrá conocer la identidad de su padre, porque esto ctiene que ver con descubrir su propia identidad. El hecho de encontrarse con el rechazo de este padre, porque simplemente donó su esperma como parte de un «negocio», puede representar una gran frustración y dolor.

Zygmunt Bauman, sociólogo e investigador, en Vida de consumo, explica que una sociedad de consumidores está integrada por personas que también son objetos de consumo y que obtienen un lugar en esta sociedad a través de su capacidad de consumir.

Siguiendo la línea de Bauman, podríamos decir que es la medicina reproductiva una importante rama de esta sociedad consumidora, un negocio en donde lo que importa es vender. Estamos ante un negocio que «vende seres humanos».

«En el discurso de estas mujeres se escucha que lo que quieren es tener un hijo como un objeto de consumo, y efectivamente están dispuestas a comprarlo, aunque lógicamente no hay un reparo ni una toma de conciencia de esta actitud», afirma Varela.

En el caso de las madres que han tenido un hijo «por accidente», como comúnmente se dice, nos alejamos de este concepto de consumo, porque efectivamente hubo un acto sexual previo, consumado, que permitió el nacimiento de este hijo.

«Surgen otros problemas; muchas veces, las madres de estas jovencitas pasan a tomar el rol de madres de este niño y lo crían como un hijo más, corriendo a la verdadera madre de su lugar», explica la psicoanalista.

La importancia del concepto de hijo

Más allá de la decisión de someterse o no a manos de la ciencia para traer una vida al mundo, lo que habría que analizar es cuál es la importancia de tener un hijo en la vida de cada mujer.

¿Dispondré de tiempo para cuidarlo o tendré que llevarlo a una guardería todo el día? ¿Podré hacerme cargo de su crianza, de sus temores? Son algunos de los interrogantes que toda mujer debería plantearse antes de concretar la búsqueda de este hijo por cuenta propia.

Sería importante tener en cuenta que los centros de reproducción asistida y los bancos de esperma, si bien venden ilusiones y satisfacen un deseo (o al menos intentan hacerlo), no intervienen en el contrato que cada madre realiza con su hijo desde el momento de la gestación.

Cuidado, amor, respeto, educación son algunas de las necesidades básicas que toda madre se compromete a cumplir cuando decide traer un niño al mundo. Sin duda, el hecho de no contar con una figura masculina que acompañe este proceso generará, en muchos momentos, angustia, desesperación y miedos que no serán compartidos, sino concentrados en una sola persona.

Sin embargo, puede ocurrir que una mujer decida encarar la maternidad por cuenta propia, con la convicción y la seguridad de que podrá afrontar sus responsabilidades y hacerse cargo de sus miedos sin perjudicar al niño; también, explicarle de una manera clara y con argumentos la manera en la que fue concebido y responder a todas sus dudas.

«De todos modos, pareciera que quedarse solo con mamá puede ser algo peligroso y hasta negativo. Pareciera ser que existe un fuerte miedo a quedarnos a solas con nuestra madre», plantea Varela.

¿Será porque somos una sociedad machista? ¿O porque no creemos que una mujer pueda ser capaz de criar a un hijo sin una figura paterna a su lado?

Por último, es importante destacar la otra realidad fuerte que se desprende de este hecho. Efectivamente, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, se han empobrecido los vínculos. El celular, el chat, tener un hijo a través de la ciencia son aspectos que cada vez alejan más el encuentro entre dos personas.

¿Dejaremos de tocarnos, de besarnos…? ¿Daremos más espacio a los objetos que a los sentimientos?