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1 diciembre, 2012

Indudablemente SABER genera PODER, el PODER produce y conspira SABER.  Podría afirmarse que estos dos conceptos se alimentan recíprocamente, se necesitan y complementan en todo discurso, fundamentalmente en el de los negocios y de las políticas partidarias. Para ejemplificar esta idea, el mundo del glifosato, de la soja transgénica y de las hormonas de crecimiento bovino nos sumergen en el mundo de esta relación dialógica.

 

Por: Liza Schnyder

 

Monsanto es una compañía  agrícola líder mundial en biotecnología, la cual, de acuerdo a líneas redactadas en su página web oficial www.monsanto.com.ar,  no solo permite ahorrar tiempo y dinero a la hora de cultivar, sino que también  brinda: mejoras en la calidad nutricional de muchos alimentos (vitaminas, hierro, calcio), vacunas comestibles (bananas que contengan la vacuna contra la hepatitis), alimentos menos alergénicos  que todos puedan consumir (soja, maní, nueces), cereales aptos para celíacos, aceites más saludables (con menos grasas saturadas) y aumento en componentes preventivos de algunas enfermedades cardiovasculares .

Su producto más reconocido es el sistema Rundap ready, es decir, la soja transgénica. Recibe este nombre porque a la soja natural se le ha inyectado un gen que la hace más resistente al glifosato, permitiendo la destrucción de la maleza que afecta e impide el crecimiento rápido y eficaz de la planta. Además de este sistema, Monsanto ha creado la famosa Hormona de crecimiento bovino representando la primera aplicación de la biotecnología a la producción de alimentos. Se trata de una hormona transgénica bautizada como rBGH que se inyecta  a las vacas para aumentar su producción láctea un 20%. El producto es comercializado desde 1994 bajo el nombre de Posilac.

Puede que usted se sienta embelesado frente a semejante tecnología y desarrollo científico que sostienen y profundizan el progreso de la humanidad. Lamento decepcionar su entusiasmo…  y es que existen centenares de estudios científicos, silenciados por esta compañía, que manifiestan las problemáticas generadas por los productos citados anteriormente.

La investigación llevada a cabo por el presidente de la Coalición para la Prevención del Cáncer de EEUU, el doctor Samuel Epstein, manifiesta que la hormona rBGH es una amenaza para la salud ya que el 90% de las vacas afectadas por ella padecen de mastitis lo cual genera la presencia de pus en la leche. Para tratar esta enfermedad se inyectan en los animales grandes cantidades de antibióticos que afectan de manera alarmante a la misma: produce variadas formas de cáncer.

Caso similar planteó el científico Arpad Pusztai,  uno de los pocos científicos genuinamente independiente especializado en plantas genéticas y estudios de alimentos de animales, quien perdió su trabajo en 1998 luego de denunciar los efectos de los transgénicos.

Por su parte, Investigaciones de la Academia de Ciencias de Rusia difundidas en 2005 encontraron que más de la mitad de la descendencia de ratas alimentadas con soja GM (genéticamente modificada) murió en las primeras tres semanas de vida, tasa de mortalidad seis veces mayor que la de roedores nacidos de madres alimentadas con soja no modificada.

En el año 2001 el científico Mexicano Ignacio Chapela, descubrió  que el maíz mexicano criollo había sido contaminado con transgénicos, naturalmente recibió fuertes presiones y amenazas, incluso de funcionarios del gobierno y del mismísimo ex  presidente Vicente Fox, para que no publicara en la revista británica Nature un informe científico sobre la contaminación del maíz.

A principios del año 2009, en nuestro país, el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de Embriología Molecular, Andrés Carrasco, denunció el efecto letal del glifosato en embriones. Luego de la publicación de su trabajo,la Asociación de Abogados Ambientalistas presentó un amparo ante la Corte Suprema de Justicia, por el cual solicitó la prohibición de uso y venta hasta tanto no se investiguen sus efectos en la salud y el ambiente. Como era de esperarse, las multinacionales del agro montaron una campaña en defensa de los agrotóxicos y, al mismo tiempo, de desprestigio hacia las voces críticas. También debemos recordar que desde hace 30 años existen innumerables evidencias médicas y reclamos en provincias Argentinas como Santiago del Estero, Chaco, Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe.

Usted puede preguntarse ahora… ¿cómo es posible los intereses de Monsanto se sigan cumpliendo? ¿Cómo es posible que a pesar de la existencia de estudios científicos que develan las enfermedades humanas y destrucción del medio ambiente, se siga utilizando el Rundap? La respuesta puede hallarse en los intereses de cada Estado Nacional. Por ejemplo, en 1998,  EEUU ha mantenido una política de DESREGULACIÓN de las prácticas científicas que utilicen fertilizantes, en pos de garantizar el liderazgo en materia de biotecnología y dinero entrante al país considerado primordial en el mundo capitalista que vivimos, desprotegiéndose la salud de los animales, los seres humanos y el medio ambiente.

A raíz de las significativas investigaciones mencionadas, se concluye que Monsanto a manipulado centenar de estudios científicos,  cuyos objetivos eran denunciar los efectos de los transgénicos y el uso del glifosato, ha amenazado a funcionarios del gobierno y de agencias estatales e independientes y ha sobornado a la justicia y a los científicos. Además de este soborno, existe una cuestión fundamental que permite el tránsito de estos productos: Una fuerte ideología cultural que se engendra, obviamente, en el seno mismo de las empresas,  como es el caso de la teleconferencia llevada a cabo por Greenpeace en el año 1999 de la cual participó Roberth Shapiro, el  entonces presidente de la multinacional, quien manifestó: “… la biotecnología en sí misma no es ni buena ni mala, puede usarse bien o muy mal…” desligando a Monsanto de toda responsabilidad en materia de salud y cuidado del medio ambiente, la cual recaería en cada productor agropecuario que utilizase el glifosato. Pero… ¿es valedera aquella afirmación de Shapiro? si cuanto más glifosato se utilice, más dinero se obtiene.  Sería ingenuo aceptar tales declaraciones.

Detener la maquinaria Monsanto no ha de ser nada sencillo, ya que, como hemos visto, ha logrado imponer sus productos en el mundo con la complicidad de otras multinacionales de la alimentación, distribuidores, empresas de comunicación, agencias estatales e incluso gobiernos. Pese a esto, las voces que generen conciencia pueden abrir caminos de resistencia frente a las campañas de esta industria, cuyo objetivo es lucrar a costa de la vida humana y animal.

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