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12 diciembre, 2012

  

A 10 años de la desaparición de María de los Ángeles Verón, y tras 10 meses de deliberación en la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán, donde atestiguaron 130 personas en la causa, lo único que nos queda es la sensación de la vacilación de la ley ante un fallo cuestionable, un sabor amargo ante «la justicia», problema sociopolítico candente que nos empuja a reflexionar.

Por: Mariana García (Corresponsal en Tucumán)

 

Al parecer, los testimonio de las mujeres que habían sido víctimas de la explotación sexual y que confirmaban haber visto a Marita en los prostíbulos donde se encontraba cautiva, no fueron suficiente pruebas para el tribunal integrado por Alberto Piedra buena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, quienes decidieron, por unanimidad, la absolución de los 13 acusados.

Este juicio no solo implicaba la desaparición de Marita Verón, sino también la de miles de mujeres que son víctimas del flagelo de la trata de personas.

Que fueran absueltos los acusados sorprendió a todos y causó indignación. Las redes sociales explotaron en repudio por este fallo, y miles de personas hicieron notar su desacuerdo ante esta resolución.

Lo que se esperaba era un fallo ejemplar y que este juicio marcara precedentes para otros casos de trata de personas.

Sin embargo, las pruebas no fueron lo demasiado fuertes para condenar a ninguno de los acusados.

Es verdad que la justicia necesita de pruebas contundentes y fehacientes. Pero ¿no lo son los testimonios de las jóvenes que habían estado cautivas y explotadas sexualmente?

La defensa, por su parte, había afirmado que estos testimonios habían sido retribuidos económicamente para inculpar a los imputados; es de resaltar que la defensa, muchas veces, agredió verbalmente a las mujeres que estaban prestando testimonio en la Sala de Juicio Oral.

Sin dudas, a la Justicia nacional le falta mucho en el tema de cómo tratar a las víctimas de trata, las cuales han sufrido violaciones, violencia física y psicológica. Por lo tanto, no pueden ser interrogadas como el resto de los testigos.

Lo cierto es que toda la investigación con respecto a la desaparición de Marita Verón fue llevada a cabo por su madre, Susana Trimarco, con su inmenso afán de encontrar a su hija, sin lo cual este caso no hubiera llegado hasta estas instancias y no hubiera tenido la repercusión que tuvo.

Ante esto, la pregunta que surge es: ¿Cómo una madre que ha luchado tanto y ha investigado durante tanto tiempo sobre la desaparición de su hija puede haberse equivocado tanto como para acusar a 13 inocentes?

Esta vez, Susana tuvo que tragarse el dolor y la impotencia que le causó la justicia que le dio la espalda. Sin embargo, se mantiene firme y planea continuar con su lucha. Lucha que lleva hace 10 años y que permitió la liberación de 129 mujeres, víctimas de la explotación sexual, y que puso en las agendas de los medios y del gobierno la trata de personas.

Trimarco y su abogado D’Antona consideran que se encuentran frente un acto de corrupción por parte de los jueces y exigen un juicio político para estos.

Tras estos resultados, parece que todo quedó en la nada. Y, aunque desilusiona a la gran mayoría de la sociedad, que esperaba otro fallo, se debe poner el acento en que este juicio de tanta repercusión a nivel internacional no haya podido llegar a buen puerto; se desvaneció la verdad, esa que implica penar a los que ejercen la trata de personas.

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Fotos: gentileza Paulita Garcia artista tucumana