«Los amantes son sinónimo de que otro mundo es posible».
Por Mariana García, corresponsal en Tucumán
Fotos: Paula García, corresponsal Tucumán
La letra de Shakespeare, atemporal y cargada de múltiple sentido, se desplegó en movimientos de baile interpretado por Maximiliano Guerra; en esta ocasión, su actuación fue de couching de los primeros bailarines tucumanos para la obra Romeo y Julieta, dirigida por Patricia Sabbag. Llegó a Tucumán invitado para realizar un seminario formativo para bailarines en el marco de las actividades desarrolladas por el Plan Nacional «Igualdad Cultural», del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación con la Secretaría de Cultura de la Nación, en forma conjunta con el Ente Cultural de Tucumán.
Cabe recordar que Maximiano Guerra se formó en la danza con el maestro Wasil Tupin, y luego en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. En 1988, integró la Los Angeles Ballet Company, bailando en escenarios prestigiosos de todo el mundo. En 1988 y hasta 1992, pasó por el London Festival Ballet y la Deustche Oper de Berlín. En 1992, consiguió un puesto en el teatro Alla Scala de Milán.
Fue bailarín profesional en el Kirov Ballet, el Bolshoi de Moscú, el Wielki de Varsovia y el teatro San Carlo de Nápoles. Actualmente es director, coreógrafo y primer bailarín de la compañía de danzas Ballet del Mercosur, situada en Buenos Aires, realizando obras por toda la Argentina, como Carmen e Iván el Terrible, acompañado de un grupo de excelentes jóvenes bailarines.
La convocatoria de bailarines para realizar el seminario fue masiva. De los 700 inscriptos, solo 30 bailarines pudieron acceder a la enseñanza brindada por Maximiliano Guerra. La clase se realizó en el escenario del teatro San Martín, acompañada de un afectuoso público que iba desde profesores de danza hasta pequeñas niñas estudiantes de ballet, con sus madres.
Maximiliano se caracterizó por ser muy didáctico, interactuando permanentemente con el público. Observó atentamente a cada uno de los alumnos y les hizo correcciones pertinentes, siempre mostrándose muy cálido y logrando hasta generar risas con algunas bromas.
También Guerra se metió en su faceta de coreógrafo y, durante dos jornadas intensivas, ayudó a pulir los detalles del elenco de Romeo y Julieta, interpretada por el Ballet Contemporáneo de la Provincia y dirigido por Patricia Sabbag. Esto fue posible gracias a un proyecto del Programa Nacional «Igualdad Cultural», que consiste en poner en contacto a una figura de reconocida trayectoria con un cuerpo artístico que se encuentre desarrollando alguna obra.
La versión tucumana de Romeo y Julieta es una resignificación del clásico de William Shakespeare, donde el enfrentamiento entre Capuletos y Montescos se desarrolla en un escenario urbano y toca de cerca temáticas de actualidad, como el suicidio en jóvenes.
«La obra pivotea sobre la pregunta por el sentido de la vida que se hace la juventud en la actualidad. Frente a la estigmatización sistemática de la sociedad, esta juventud se expresa, resiste y se abre camino; dispuesta a desafiar los órdenes establecidos y dotar al mundo de una promesa emancipadora, la juventud de los amantes: es sinónimo de que otro mundo es posible», reflexiona Patricia Sabbag, la autora.
Maximiliano, por su parte, expresó encontrarse sorprendido «para bien» por la calidad de los bailarines con los cuales le tocó trabajar; también lo sorprendió la
gran convocatoria que tuvo su clase magistral.
Las actividades desarrolladas en Tucumán fueron registradas para la realización de un documental que luego será difundido por Televisión Digital Abierta.
Mauricio Guzmán, presidente del Ente Cultural de Tucumán, afirmó que este material formará parte del patrimonio cultural de los argentinos, para ser consultado y disfrutado.
Shakespeare inmortal, junto a otro inmortal contemporáneo, Maximiliano Guerra, nos hacen reflexionar sobre la vocación, sobre el amor, la disciplina y el precio que debemos pagar para seguir nuestro deseo; un precio que siempre es alto, por cierto.