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26 septiembre, 2011

Entrevistamos al escultor y artista plástico tucumano Sandro Pereira.

Por Alejandra N. Santoro

El artista plástico Sandro Pereira trabaja en la soledad del fondo de su casa en Tucumán, mientras se dirime cómo hará para trasladar la nueva escultura sobre la cual aún se encuentra trabajando. Su labor comenzó a ser ampliamente reconocida tras su obra «El homenaje al sánguche de milanesa»: en la Feria de ArteBA 2001, entre cientos de cuadros y esculturas, resaltaba la voluminosa estatua de un gordo gigante, completamente blanco, excepto por el colorido sándwich de milanesa que sostenía, furioso, entre sus manos. Todos los murmullos de especialistas, críticos e invitados, que iban desde la sorna hasta la piedad, se evaporaron en el momento en que el coleccionistas Juan Cambiasso, expresidente de ArteBA, decidió comprar la escultura.

Mientras continúa con su inagotable proceso creativo, Sandro puso en marcha la agrupación El Ingenio, que intentará agitar las aguas del estrecho circuito artístico de Tucumán.

 

Sandro, contanos un poco acerca del recorrido que has realizado como artista.

En el año 1993 ingresé ala Facultad de Arte y en el año ’98 gané una beca que organizaba la Universidad junto con la fundación Antorchas. Ahí fui conociendo a mucha gente de Buenos Aires, a Claudio Fonte, a Marcelo Pacheco, director del MALBA, a Laura Varsky, entre muchos otros, y así comencé a tomar contacto con gente de otros lados. Yo ya venía exponiendo desde el ’95.

¿Qué estabas exponiendo?

Hacía grabado, pintura, dibujo y escultura. Después me comenzó a gustar mucho esta última y empecé a trabajar con el tema del volumen y la corporeidad.

 

¿En este momento te encontrás realizando esculturas?

Sí, estoy haciendo esculturas y también pinturas. Ahora tengo una muestra en Managua, aquí en Tucumán, justo para la Noche de los Museos, y otra en Buenos Aires, en la Galería de Cecilia Caballero.

Tu obra de arte tiene una reminiscencia de la de Botero.

Sí, tomé mucho la idea de Botero para trabajar mis esculturas y también tomé citas de artistas como Pablo Suárez, Molina Campos, que trabajaban con personajes que me interesaban para incorporar a mi trabajo. Este momento me encuentra en pleno proceso de creación de una de mis esculturas, que guarda mucho de estos personajes grotescos. Quiero exponerla, pero para eso necesito un medio de traslado con palancas porque es muy pesada. Otra solución es romper la pared para poder sacarla, pero todo esto representa muchos gastos. También estoy experimentado más con otros materiales, como bolsas de plástico.

¿Y qué pensabas cuando se te ocurrió armar semejante estructura adentro, sin saber cómo la ibas a sacar?

En realidad, pensé que se la podría sacar más fácilmente, que iba a ser más liviana, y resultó que no. Es bastante pesada.

Se podría decir que el artista a la hora de crear no mide esas consecuencias.

Exactamente, uno se encuentra absorto en su creación, alienado. Además, existía la posibilidad de poder llevar a cabo este proceso en otro espacio, pero finalmente no se dio. La gente quería una escultura grande, como la que había hecho anteriormente, que es «El homenaje al sánguche de milanesa», que también la llevé a cabo aquí en el taller. Actualmente esa obra la tiene la colección de Juan Cambiasso, en Buenos Aires. En ese momento, él era el director de arteBA y, antes de quela Feriacomenzara, ya me la había comprado.

 

¿Cuánto tiempo te está llevando realizar esta escultura?

Hace cuatro meses que vengo trabajando con esta obra. Falta la pintura, que son alrededor de tres capas, y luego el barnizado porque, provisoriamente, se encontrará expuesta un tiempo a la intemperie. A mí me encanta la idea de que pueda estar en un lugar público y que toda la gente la pueda ir a ver. La anterior no podía quedar acá porque estaba hecha de resina y fibra de vidrio, y acá hay un sol fuerte que la podría dañar.

 

¿Con qué materiales estás llevando a cabo esta obra?

Por dentro está hecha de botellas descartables, luego una estructura de hierro, metálica, y arriba el cemento y enduido. Luego está el proceso de lijado. La pintura la quiero realizar afuera, por si en el traslado se llega a rayar.

¿Qué tipo de materiales son los que más te gusta utilizar?

Voy experimentando de acuerdo con lo que quiero hacer, pero me gusta trabajar con muchos materiales, investigarlos. El material es parte del lenguaje de la obra.

También es interesante experimentar con materiales novedosos, ¿no?

Si, depende de la postura del artista, qué es lo que a este le interesa, qué pretende expresar a través de su proceso creativo. Hay artistas más tradicionalistas y que trabajan el lenguaje artístico de diferentes maneras, que ya tienen una tendencia arraigada a la hora de crear, y hay otros que van variando y jugando con el material, que tienen esa necesidad de volver siempre al punto cero para crear, cuyo proceso creativo es mucho más dinámico, donde el artista produce de acuerdo con sus necesidades.

 

Con respecto al dibujo y la pintura, ¿qué estás produciendo ahora?

En este momento, me encuentro trabajando mucho con el plástico. Estoy trabajando con este tipo de material porque estoy interesado en el tema de la reflexión sobre la ecología, y estoy representando diferentes animales a través de las bolsas de plástico.

¿La Secretaría de Cultura ayuda a los artistas? ¿Cómo ves la inserción del artista dentro de la provincia de Tucumán?

En lo que respecta a la representación de Tucumán en Buenos Aires, ellos se encargan bastante de los artistas, nos ayudan de alguna manera con el traslado de las obras o nos financian los pasajes para poder viajar. La licenciada en Artes Mercedes Viegas, que se encuentra en la Casa de Tucumán en Buenos Aires, tiene mucho contacto con los artistas, nos ayuda y sigue nuestros proyectos, y ha promovido no sólo las artes plásticas, sino también la literatura. Acá, por ejemplo, han creado el Sitio Tangente, que es una especie de intervención urbana, con muestras en el Mercado del Norte, que se encuentra en el centro de Tucumán. Todo esto recibe el apoyo de la Municipalidad.

 

Porque hay distintas campanas. Hay quienes creen que los artistas no reciben demasiado apoyo, no se los subvenciona ni ayuda, y hay otros que piensan como vos.

Sí, de todas formas haría falta más presupuesto para promover realmente el arte y algunos proyectos que están muy buenos y que enriquecerían muchísimo a la cultura. Siempre existe el apoyo, pero aquí es tan grande la producción que sería bueno generar otro tipo de estrategia para poder solventar parte de estos proyectos y que se puedan llevar a cabo.

 

Lo que sí he observado es que acá no es tan sencillo promover el coleccionismo, resulta difícil vender la obra de arte. La práctica del coleccionismo está fuertemente instalada en Buenos Aires, acá no tanto.

El año pasado se ha generado un proyecto llamado Yerba Buena arde, una especie de taller para coleccionistas o potenciales coleccionistas que quieran llegar a adquirir alguna obra. Y era una forma de incentivar a las personas a que consumieran arte. A veces, faltan algunas condiciones para que eso suceda, porque en Tucumán hay una clase alta que puede de alguna forma consumir arte, pero falta un poco la conexión con esa parte. La gente acá invierte en otras cosas o, en todo caso, en un arte más tradicional.

 

¿No pensaste en ir a vivir a Buenos Aires?

He vivido durante ocho años en Buenos Aires. En el 2003 fui con los de la beca Kuitca, quienes se encargaron de ubicarme. Anteriormente había ido varias veces a Buenos Aires porque me había hecho muy amigo de Beto de Volder, que es un artista muy conocido, y me ha enseñado mucho sobre materiales. También he hecho talleres con Diana Aisenberg, es muy admirable su labor como docente, aprendí muchas cosas de ella, y ahora que también soy docente, aplico mucho de lo que ella me enseñó y de su metodología. Ahora he venido para Tucumán por una cuestión familiar, pero estoy en estrecho contacto con Buenos Aires, tengo un taller allí y lo tengo abierto para, cuando vuelva, poder llevar a cabo algún proyecto.

 

Sandro, ¿considerás que el arte contemporáneo está atravesando alguna crisis? ¿Qué se necesita para que un artista pueda ser considerado como tal? Porque a veces pareciera ser que el artista tiene que ser legitimado por los circuitos artísticos para lograr visibilidad.

A mí me parece que hay bastante diversidad y que estos espacios de legitimación siempre han sido necesarios para determinar qué tipo de arte se está produciendo en el momento. Yo creo que esto es lo que hacen estos lugares, legitimar constantemente lo novedoso. Hoy hay una diversidad enorme, y el arte puede ser encarado desde distintos lados. Por ejemplo, en Tucumán no hay un museo de arte contemporáneo, está el Museo de la Provincia; entonces hay cosas que necesitan ese lugar de legitimación porque, si no, se genera una producción paralela que es bastante under y que sería interesante que, de alguna manera, se pueda incorporar, archivar en algún sitio, que estas obras puedan circular y estar al alcance de todos.

 

¿Qué mensaje querés dar a partir de estas obras con las que estás trabajando?

Estos últimos trabajos son un llamado de atención al cuidado de la naturaleza, a comprender cómo la cuestión de la contaminación se ha incorporado de tal forma a nuestras vidas que ya es casi natural que haya lugares totalmente contaminados. La idea es tratar de dejar, a través de una imagen muy tierna, representada por ejemplo con las esculturas de los «gorditos», una reflexión respecto del medio ambiente, que guarda ciertas reminiscencias con el trabajo que Berni hacía con la basura. Mi intención es transformar cierto material que es ya de descarte, como las bolsas de plástico que están por todos lados, en un material que sea útil para la creación, en algo realmente valioso. Ahora estoy trabajando en un proyecto de arte que se llama El Ingenio, que se encarga de juntar artistas de distintos lugares de Tucumán, para desarrollar muestras, producciones, proyectos. Uno de estos proyectos es organizar una galería virtual que llamaremos Azúcar, que autogestionaremos para llevar a cabo la circulación y la venta de las obras. Es una idea interesante, porque acá en Tucumán hay mucha gente produciendo, y está bueno que todo este trabajo se pueda juntar y que se pueda mostrar la diversidad que hay y cómo se desarrolla el trabajo de distintos artistas, como escultores, videastas, pintores y demás. El Ingenio trata de generar intercambios con distintos lados, entre distintas personas que se encuentran relacionadas con el mundo del arte, hace que las obras circulen en un ida y vuelta constante, porque también llegan acá obras de otros lados.

 

Por último, ¿qué opinión te merece el tipo de arte efímero, que de pronto se lanzan papelitos desde arriba y cuando tocan el piso se terminó el arte? O el arte performativo, que también es un tipo de arte efímero. ¿Tenés alguna reflexión respecto de esta crisis por la que está atravesando el arte? Digo «crisis» porque aún está en discusión el tema de qué se considera y qué no arte contemporáneo, de cuál es la función del arte, cuál la del artista, si realmente el arte tendrían que tener alguna función, porque tal vez no sea así.

En principio, es grandioso que la gente consuma arte de alguna manera. Lo nuevo siempre se está generando y regenerando. En Tucumán ha habido una década entera de arte de acción, donde se ha fusionado el teatro con la plástica, y se han creado movimientos muy interesantes, y por eso te decía que para mí es tan importante que haya un espacio legitimador para que queden los archivos y las memorias de estas obras tan efímeras, donde si no hay registro se pierde toda huella porque la obra no existe más. Es importante, entonces, que se tome conciencia de lo fundamental que es esta legitimación para que la obra sea de alguna manera comprendida porque, si no hay lugar donde esta obra pueda estar, se pierde por completo, no hay registro. Se me ocurre, por ejemplo, lo que ha ocurrido aquí entre los 60 y los 70 con Tucumán arde, que fue una obra política y mediática que ha quedado muy arraigada y prendida en la memoria de la gente, pero la acción nunca fue registrada; por lo tanto, ¿dónde quedó la obra, y la reflexión que esta quería dejar? Esto es muy importante para que la gente pueda entender qué son el arte y la producción contemporánea, que es muy variada y necesita ser reflexionada.

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