AL DIVÁN CON MARIANO BARRIENTOS, ARTISTA EMERGENTE
Incertidumbre
La obra de Mariano Barrientos nos hace pensar acerca de la realidad y la certeza de los diferentes escenarios que vemos, pues, sus imágenes superpuestas insinúan nuevos paisajes.
La exhibición está compuesta por una serie de fotografías monocromáticas en las que prevalece el gris, telón de fondo por el que circulan la nostalgia, el misterio, los miedos y la angustia.
En esta selección de imágenes podemos advertir un metalenguaje iconográfico donde también se alojan fantasmas y composiciones oníricas.
Mariano Barrientos se atreve así a imaginar nuevos contextos, poblando el desierto urbano con otras realidades.
La serie Incertidumbre nos conduce a interrogar lo real, trasladándonos a nuevas dimensiones, más allá del ojo humano.
Curadora
Margarita Gómez Carrasco
Psicoanalista, Critica de arte
Directora de la revista de
arte contemporáneo
El Gran Otro
L’oeuvre de Mariano Barrientos nous amène á penser sur la réalité et sur la certitude des différents scénarios que nous voyons, car ses images superposées nous suggèrent de nouveaux paysages.
L’exposition intégre un parcours de photographies monocrhomatiques oú prédomine le gris, rideau de fond oú circulent la nostalgie, le mystére, les peurs et l’angoisse.
Dans cette sélection d’images, nous pouvons constater un meta-langage iconographique oú habitent des fantômes et des compositions oniriques.
Mariano Barrientos ainsi ose á imaginer des nouveaux contextes, afin de peupler le désert urbain mélangés d’autres réalités.
La série “Incertitude” nous conduit á interroger le réel, et nous emporte vers des nouvelles dimensions, au-delá de l’oeil humain.
Curatrice d’art
Margarita Gómez Carrasco
Psychanalyste, Critique d’art
Directrice de la Revue
d’Art Contémporaine El Gran Otro
A Mariano tiene el honor de descubrirlo El Gran Otro –en sentido literal y metafórico–, y desde hace un año que nos viene ofreciendo sus artísticas fotografías con un sello absolutamente singular. Cité U también lo descubre y lo declara ganador de un concurso de fotografía. Le solicitamos una entrevista a Mariano antes de su partida y como le gustan los desafíos, inmediatamente, nos dijo con firmeza: «qué bueno, me vendrá bien ir al diván antes de mi viaje a Paris». Y allí estuvo, otorgándonos el placer de darse a conocer y mostrarnos su multifacética personalidad, permitiéndonos contarles a nuestros preciados lectores cómo nace y se hace un artista. Hablo de sus deseos, sus anhelos y su historia. Mariano nos adelanta algo de cómo sueña su porvenir un artista al que, sin lugar a dudas, le espera en Paris un futuro muy prometedor.
Te escucho, Mariano, contame por qué elegiste una entrevista psicoanalítica.
Pensé mucho por qué elegí esta entrevista y me doy cuenta que es porque estoy emprendiendo un nuevo camino, estoy renovado; pero me está ganando la ansiedad y la intriga. Me estoy yendo en pocos días y se están achicando los tiempos. Vengo acá por la intriga.
Si hay intriga, es que hay expectativas.
Sí, mucha. Es una decisión que la vengo pensando hace dos años. La primera vez que fui a Francia estuve en calidad de turista y tuve ganas de quedarme. Desde muy joven que estoy interesado en el arte: a los catorce años visité por primera vez el Museo Malba y me gustó mucho ir a ver exposiciones. Iba solo. Y me fui instruyendo y leía mucho acerca del mundo del arte. Ya en la primaria me llamaban la atención los libros de historia del arte y, sobre todo, lo teatral en la pintura, como Da Vinci, Miguel Ángel, que usa mucho la teatralidad. De chico, me fascinaba ver a los actores, y después empecé a ir al teatro. La fotografía vino después.
La Venus de Boticelli me marcó mucho, tiene mucho movimiento, los cuadros religiosos también. Algo que me marcó mucho fueron los tours con mi abuela visitando iglesias, un día a Santos Lugares, otro a Pompeya. Tendría unos diez años y ya después yo le pedía que me lleve. Era el paseo y muy divertido. Ahí nació… (Silencio).
Ahí nació el artista…
Es que me impresionaba mucho ver imágenes de santos, la iglesia de Guadalupe, por ejemplo, es fascinante. Ella iba a las iglesias porque ella es muy religiosa, y yo iba, como fui después a otras iglesias por cuestiones artísticas. Por ejemplo, cuando viajé a Canadá, visité la catedral de Notre-Dame, en Montreal; eso es todo arte. En la de París, subí a las gárgolas, toque la campana, la histórica del Jorobado.
¿Y cómo era esa relación con tu abuela?
Era muy íntima, era una amiga para mí. En esa época, se separó de mi abuelo, y ella vivió un tiempo sola. Yo terminaba las clases y del 8 de diciembre me iba a armar el arbolito de Navidad y me quedaba hasta empezar las clases. Mis papás venían los fines de semana y me decían, «te venís», «no, me quedo», y me quedaba los tres meses. Y no salía, me quedaba dibujando historietas. Me acuerdo de que mi abuelo me decía que iba a ser un caricaturista o un artista. Me sigue gustando el dibujo pero como un pasatiempo. A eso de los diez años, quise sacar un libro con historietas.
¿Recordás alguna historia que inventaste?
Escribía historias de todo tipo y todas tenían búsqueda. Tres meses sin salir a la calle, con mis abuelos y mis cosas de dibujo. Después de un período corto de separación con mi abuelo, ellos volvieron, y después murió cuando tenía dieciséis años…
¿Fue tu primer enfrentamiento con la muerte?
Sí, fue muy fuerte. Me acuerdo del día que lo despedí. Tenía un apego grande y una muy buena relación con él. Me contaba muchas anécdotas y muchas historias. Me marcó mucho este vínculo.
Es que fueron tus abuelos que descubrieron al artista.
Sí, por eso su muerte fue fuerte para mí. Al otro año, casi sufro otra muerte, porque mi madre tuvo un ACV y no había mucha esperanza de que mejore. Por suerte, se recuperó, pero fue mi época más oscura. Me aferraba al estudio tanto que terminé con una medalla de la Bolsa de Comercio al mejor promedio del colegio. Con el estudio me olvidaba de los problemas. Estaba muy deprimido, era muy solitario y no era sociable como ahora. Al terminar la secundaria, me anoté para abogacía (risas). Estuve seis meses en el CBC y me dije, no puedo estar seis años en algo que no me gusta. En realidad, quería darle el gusto a mis padres. Ellos querían que tenga un título de los clásicos, como contador, médico; pero no me veía. Los senté y les dije que quería hacer fotografía. Me dijeron que me respetaban, pero no les convencía.
¿Y cómo surgió lo de la fotografía?
En las vacaciones, gastando un montón de fotos (risas). Después, me dije esto me gusta, y en los cumpleaños mis primos se burlaban y me decían que parecía un turista con la cámara colgando. Para mí, la fotografía es una rama muy importante del arte, es documentar y retratar algo como la pintura. Empecé la carrera, y estudié tres años. Hice trabajos prácticos que jamás pensé, como fotos desnudo, o fotos con otras fotos de un familiar, autorretrato con foto, jugar con el recorte, con el contraste blanco y negro, aprender a usar flashes, una cámara réflex digital, tratar con modelos en un estudio. Todo me abrió la cabeza. Después, fui buscando mi creatividad, buscando mis tonos, mi estilo, lo que yo quiero contar.
¿Y qué querés contar?
Me gusta contar historias y que la gente imagine a partir de ahí. Estudié en el Rojas, e hice un curso con Julie Weisz, fotógrafa del Cervantes, que es un teatro que amo. Ella me rompió una foto, dijo, «esto es muy feo y muy chato», y la rompió. Después, en la carrera, una crítica no me hacía nada después de esto. Es una mujer supertalentosa en lo teatral. Hacer fotos de teatro es una catarsis, me gusta mucho el teatro, los recitales, captar las emociones de los actores, la pausa escénica; es como posar para un pintor. Es una supersimbiosis, ellos cuentan una historia y yo cuento otra.
¿Te gustaría ser actor?
Me encantaría y lo voy hacer, tengo tiempo por delante.
Entonces, volvamos a tu consulta, ¿qué te intriga? Parece que sabés muy bien lo que querés hacer.
El futuro. Hay mucho por descubrir todavía. En mi sociedad, hay aspectos que no salieron. Creo que en Francia pueden salir más cosas.
Lo que te intriga no es lo que vas a hacer a futuro, sino tu búsqueda personal.
En eso estoy todo el tiempo, hay una constante búsqueda.
¿Vas a París a buscar a Mariano?
Ya me conozco, me analicé y ya sé como soy, pero hay más…
¿Y cómo es Mariano?
Es a quien el arte le salvó la vida. Me salvó de muchas calamidades personales y familiares. Es quien puede captar lo que el otro quiere mostrar, a quien lo hace feliz el arte. Soy muy solitario, y me es difícil tener amigos, en eso va mi búsqueda también, de aquella gente con la que pueda compartir esto de lo que estoy hablando.
¿Vas a buscar al abuelo o al niño descubierto por sus abuelos? Me parece que eso intriga, el poder contarte una historia a partir de ahí, historia-arte.
Sí, también. Ellos fueron mis pilares, por supuesto, también mis padres, pero es verdad que fueron mis abuelos quienes supieron de mí.
Y con tus padres quisiste darles el gusto de ser algo que no sos, y te sentiste más comprendido por tus abuelos.
Y no se puede, es imposible. Mis padres dicen que no entienden, pero el arte se interpreta, no hay que entenderlo, porque cada uno lo recibe de distintas maneras, creo que es algo muy explícito. Yo les digo todo el tiempo eso a mis viejos, el arte no hay que entenderlo, hay que apreciarlo.
A Mariano no hay que entenderlo, hay que apreciarlo.
¡Definitivamente! Y por eso estoy plantado en este proyecto de ir a Francia, y me intriga no saber qué voy a conocer, es mi motivo de consulta, esta ansiedad.
Parecería que te genera ansiedad el tratar de entenderte y no apreciarte en lo que ya sos. Este viaje es parte de lo que sos y de tu historia, de un devenir siendo…
Sí, es parte de mi historia y de mi ser. Cuando visité hace dos años París, esa ciudad me marcó, y sentí muchos deseos de quedarme. Viajé mucho y no me pasó esto. Era un sueño conocer Paris, tanto Paris como Nueva York fueron ciudades que siempre quise conocer, son estados de sentimiento, como dicen los franceses, un état d’âme. Mis amigos dicen que es solo un lugar, pero no, es un estadio gracias a una gran amiga, Anahí Porto, que concursó en la Maison Argentine de Paris para mostrar un proyecto social respecto a la ciudad, y me incluyó a mí en este proyecto, con el que ganamos el concurso. Anahí es psicóloga y en el proyecto va a escribir, y yo hago la fotografía. La Cité U nos cubre los gastos. Realicé también para París la serie de fotografías que llamé Incertidumbre. Estaba en duda con el título con mi Curadora, que tengo el honor que sea Margarita Carrasco, la directora de nuestra revista, y me ayudó a pensar el título. Finalmente, no la titulé como pensaba «Los miedos del artista», lo hice todo en tono de gris.
¿Cuáles son los miedos del artista?
Es la intriga de sí mismo, es el miedo de quedarse en el gris. Esta expo es gris, es una elección, porque estaba feliz de que no haya flores, y que sea otoño. La próxima puede ser en muchos colores, la otra en fotos cuadradas, o gigantes. El miedo es si podré ir cambiando… En Incertidumbre jugué con el gris, combiné el norte con el sur, una mujer caminando, fumando, y mostrarla superpuesta en otra calle, hay dos o tres superposiciones
de diferentes lugares.
No es un lugar, es un estado. ¿La incertidumbre será decir dónde me quedo? O ¿cuál es tu lugar para desplegar tu arte y tu ser? ¿El solitario, el sociable, el estudioso?
Sí, totalmente. Me pregunto y me preguntan cuál es el verdadero Mariano. Hay muchos…
Esa pregunta es ansiógena y genera incertidumbre. Tal vez, son todos verdaderos y están todos superpuestos como en tus fotos, y eso es lo más verdadero de vos.
Es que sí, son todos verdaderos. Pero cómo lo explico…
¿Hay que entender a Mariano o hay que apreciarlo como a tus fotos?
(Silencio). Si lo aprecio, quizás haga una segunda parte y se llame «certitude», ¡certeza! Está muy bueno esto que hablamos.
Entonces, ya no hay nada más que explicar a tus padres ni a tus amigos ni justificar más quién sos vos.
A mí no me gusta decir: soy artista. No me gustan los rótulos. Porque es cierto que tengo muchos aspectos, y no dejo de ser yo, y esto que decís es que actúo siempre y hay un catálogo de Mariano…
Ya sos un actor, y si te rotulan, te encierran, porque hay más Marianos.
(Risas). Se puede ampliar el catálogo, porque todo me gusta del arte, también la literatura y escribir. Deseo un día sacar un libro de fotografía. Tengo muchas facetas por descubrir y están detrás del telón. Este viaje requiere de un gran valor, realizar este deseo es muy fuerte.
Entonces, habrá que animarse a salir de atrás del telón y subir al escenario con tus deseos y con todo lo que sos.
Esto es parte de este viaje.
Y de todos los miedos, incertidumbres y angustias que hay que atravesar para seguir siendo el gran artista que sos.
Del otro lado del diván
Con Mariano sentí, en principio, que estaba frente a la Caja de Pandora. Creo que así debe sentirse él frente a sí mismo. Por eso, él no deja de buscar y de buscarse dentro de la caja y de sorprenderse consigo mismo, con sus facetas y las superposiciones de aspectos antagónicos de su personalidad y también, con sus deseos. Y ahí radica su arte, es esa constante búsqueda que se refleja en su mirada singular, la que se imprime en su trabajo artístico. Mariano teme que, como en la Caja de Pandora, aparezcan desgracias y miserias, y lo que me remite a este mito es que en el fondo de la caja –como en Mariano– se halla la esperanza. Y su esperanza está en el arte, por eso se refugió en él, ya que lo salvo de todos los males y todas las desgracias que fue transitando en su historia de vida. Hay que conocer su arte para llegar a él sin la pretensión de entenderlo desde la razón. En ese despojarme de la racionalidad, Mariano se instaló en la entrevista desde lo sensible. Con él, lo que se ve dice más que sus palabras. Solo hay que apreciarlo como a sus fotos, y solo tiene que aprender a dejarse fluir para apreciarse con su arte.