Hacia la conquista de la belleza múltiple
Por Camila Stehling
La «Venus» contemporánea, fotografiada por la artista argentina Romina Ressia, que desafía el modelo hegemónico de belleza visibilizando la crisis del paradigma actual frente al advenimiento de su reconfiguración.
El jueves 16 de julio de este año Oriana Sabatini subió un video en Instagram, que despertaría los halagos de sus seguidores, así como también el clamor de haters y usuarios neutrales hasta ese entonces. Al poco tiempo de su publicación, los medios la glorificaron por su valentía a la hora de contar sus vivencias en relación con los trastornos alimenticios y mostrar su cuerpo sin filtros ni poses. Con el foco puesto en las marcas y los pliegues, Sabatini hizo énfasis en lo que se intenta ocultar frente a la demanda de la normalización estética, cuya labor es ajustar la belleza a un modelo específico. En contraposición a este boom del positivismo corporal, diversas figuras en las redes sociales se levantaron para relatar sus historias personales, remarcando lo que es habitar cuerpos disidentes, castigados y marginados por la sociedad.
Dicha normalización es la misma que intenta manipular el gusto, incitando a desear y legitimar una sola opción. Así, esta primera, termina contribuyendo a una regularización de los cuerpos, que indica los «aceptables» y los «inaceptables» sometiéndose a los parámetros establecidos social y culturalmente. Bajo esta lógica se observa a diario la violencia impartida sobre las identidades no hegemónicas en las calles, en las instituciones y en las redes. Es decir, cualquier espacio en donde se vea implicada la puesta en escena del ojo público.
Si bien toda época tiene una propia reinterpretación de la venus como símbolo de belleza, muchas veces se olvida que los estereotipos son cambiantes. Estos se rigen por una serie de normas construidas e impuestas y ni hablar de su carácter mercantilista, el cual se ha logrado establecer desde hace varias décadas. En otras palabras, vale preguntarse a qué y a quién le sirve realmente cumplir con dicho ideal. La belleza cuesta tiempo, duele y sale cara, hoy más que nunca. En este sentido, no se trata de acatar obedientemente los modelos, sino de qué hacemos con estos y cómo afectan los cuerpos, desde qué lugar se decide tomarlos o no.
Frente a esta realidad desgarradora, que excluye y demoniza, la artista argentina Romina Ressia configura a la venus contemporánea mediante el anacronismo en su serie fotográfica «Venus» (2019), una que se vuelve plural y diversa en términos corporales, explorando la belleza colectiva y horizontal. Como diría Ressia: «Hay que ponerle un fin a la estandarización de cualquier tipo y ser más libres aceptando la belleza en toda su extensión, considerándola de ese modo».
En esta serie retrata una por una a 12 mujeres cisgénero, convocadas a través de las redes sociales: «No hubo restricciones ni un criterio de selección, la idea era fotografiar a todas las que quisieran participar», explica. De esta manera, produjo este proyecto inspirado en la Venus del taller de Sandro Botticelli, la pintura previa a «El Nacimiento de Venus» del Siglo XV, en donde se observa a su protagonista en la misma pose que realiza en dicha obra, pero esta vez sobre un fondo negro.
Luego de haber retratado la belleza diversa, estas fotografías salieron a la luz durante el mes de noviembre de 2019 en Milán (Italia), cuando se expusieron 5 de las 12 piezas en el Festival de Fotografía de Vogue Italia y la serie completa en el Leica Store. Al año siguiente, recibió el 2do Premio en los Latin America Awards de la Sony World Photography Awards y, recientemente, fue presentada en la muestra individual homónima en el Konvent en Barcelona (España). El mismo espacio que en su pasado fue un convento, siendo un hecho utilizado para el cierre de la exhibición, donde se destruyeron las imágenes con la finalidad de aludir a los asesinatos de lxs «herejxs» de aquel entonces a manos de la inquisición.
Ahora bien, la elección de la reinterpretación de dicha pintura, en work in progress, de Botticelli tiene un motivo de ser. Este bosquejo de la obra, que más adelante se convertiría en un icono, también habla sobre un concepto inacabado de belleza. Motivo por el cual la artista buscó resignificar este momento previo, en donde se pone en escena los procesos de deconstrucción y reconfiguración que hoy en día vivimos: «En la actualidad hay menos tabúes y limitaciones con respecto al cuerpo, entre otras cosas, aun así todavía queda un largo camino hacia un ideal de belleza sin restricciones. Si bien se observan los avances, estos cambios siguen sin ser aceptados del todo en la sociedad».
Esto mismo se ve reflejado en las innumerables censuras a las que se someten las imágenes artísticas en las redes, dando cuenta de «un rechazo al cambio», comenta Ressia agregando: «Hay una incomodidad respecto al cuerpo y el desnudo, observándose más en los espacios públicos. Por ejemplo, mostrar el cuerpo desnudo de una mujer en Instagram es casi una ofensa, te denuncian la publicación como si fuera algo que se debería censurar». Sin embargo, vale preguntarse qué cuerpos pasan por este filtro social y cuáles no, ¿cuántos hegemónicos y de figuras conocidas son denunciadas? Al igual que repensar y cuestionar aquellos sitios exentos de estas regulaciones, los mismos que históricamente se han configurado para el deseo masculino como sería el caso de la pornografía.
En contraste con este intento de colonizar los cuerpos, la artista plantea: «Moverse de los estándares establecidos en relación con la aceptación del otro y de uno». De este modo, exhibe en «Venus» siluetas diversas, cuerpos lampiños, con vellos y/o con tinta, pieles envejecidas, estiradas, marcadas, lizas o porosas. Una serie de características que traza un camino hacia la vasta pluralidad de corporalidades existentes.
En esta búsqueda hacia una mirada dirigida a la belleza múltiple, a través de representaciones ancladas a la realidad y no a terrenos limitados, privilegiados, Ressia explora espacios en donde urge que de una vez por todas haya un cambio de paradigma. Convoca al cuerpo presente, todos, incluyendo a aquellos que ya no pueden seguir siendo mitigados, como tampoco ser el epicentro de la agresión y discriminación por no responder a ciertos cánones de belleza. Ante lo dicho, cabría cuestionar la vigencia de estos últimos como modelo unívoco, cuando queda claro que son imposibles de sostener. Es hora de responsabilizar a la mirada ajena y sobre todo a la propia.
*La línea editorial de la revista El Gran Otro acepta el lenguaje inclusivo por el que ha optado su autor.
Créditos Fotográficos: Romina Ressia, 2019 © Romina Ressia