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8 junio, 2021

Camila Sosa Villada: “El lenguaje de las escritoras es el viento fresco que se necesita”

Por Verónica Glassmann

Camila Sosa Villada: “El lenguaje de las escritoras es el viento fresco que se necesita”

Camila es actriz y escritora trans. La novia de Sandro es su primer libro de poesía. Después llegó El viaje inútil, un relato autobiográfico sobre su acercamiento a la literatura y su formación como escritora. La consagración vino de la mano de Las Malas, que la hizo ganar el premio Sor Juana Inés de la Cruz. Sus libros son fenómenos de culto que lograron éxito internacional siendo traducidos al alemán, francés, noruego y croata. Consagrada, honesta, valiente y provocadora. Sus respuestas carecen de impostado formalismo y nos introducen en la belleza y el dolor.

 

¿Cómo pasaste de la actuación a la escritura y por qué sentiste la necesidad de dar ese paso?  

Bueno, nunca pasé, nunca dejé atrás una cosa por otra. Yo escribo mis obras desde hace once años. Solo en dos o tres ocasiones hice obras escritas por otras personas. Siempre conviven. Incluso la escritura tiene muchísimo de teatralidad. Escribir teatro fue como una escuela.

 

¿Cómo se inicia tu camino de escritora, qué es lo primero que escribiste, sentiste la necesidad de tener docentes?

Eso lo cuento en El Viaje Inútil. Escribo desde que aprendí a escribir: frases, cartitas a mis maestras, a mis papás, a mis amiguitas de la escuela. Supongo que tengo la suerte de haber escrito cartas, una práctica que exigía estar sola y poner la cabeza a la misma velocidad que la mano. Mis docentes siempre fueron los y las escritoras que leí desde que aprendí a leer. Al igual que mis mejores docentes para la actuación fueron las actrices y actores que veía en la tele, en las películas…

 

 

El viaje inútil es un ensayo autobiográfico en el cual explicás el camino recorrido hacia convertirte en una escritora, ¿qué te llevó a escribir este libro?

Me lo pidió Gabriela Halac, la dueña de Ediciones Documenta. Fue un pedido específico para la Colección Escribir. Nunca se me hubiera ocurrido a mí sola. Ella me invitó a que reflexione en torno a la escritura. Y, como soy bruta y no tengo formación, hablé de ella como un vínculo; como un noviazgo; algo que conozco con el cuerpo.

 

 

La novia de Sandro hace un recorrido por los amores travestis, un diario personal con anécdotas y recuerdos, ¿cómo fue el proceso de escritura de ese libro?

¡Ay, no podría decir eso respecto a esos poemas! Pero, puede ser tu interpretación. Lo escribí durante una separación, en el 2014. Estaba en Buenos Aires haciendo El Bello Indiferente, acababa de separarme de un novio. El duelo era doloroso. Se hizo muy largo y solitario en esa ciudad. Pero, luego de publicado, lo sentí bastante ajeno, tal vez por esa intensidad que sustentó el libro. Cuando me preguntaron de Tusquets si quería reeditarlo, pedí corregirlo, ampliarlo y amputarlo, también. Resultó bien. Ahora sí siento que el libro se me parece.

 

¿Cómo nace Las Malas?

Estaba haciendo una obra de teatro que se llamaba El Cabaret de la Difunta Correa. Al final entraba La Tía Encarna y contaba cómo se había encontrado al hijo de la Difunta Correa. Mientras hacía la obra, intuía que la historia de La Tía Encarna podía ser narrada con más detalle. Entonces, comencé a escribirla. En el 2018, en la presentación de la Colección Escribir, en el FILBA de La Cumbre (Córdoba), Juan Forn me pidió que le enviara lo más raro que tuviera y le mandé la historia de La Tía Encarna. Y ahí empecé a trabajar en la novela.

 

 

 

En El Viaje Inutil decís: “Mi primer acto de travestismo fue empezar a escribir”. ¿Por qué afirmás eso?

Es simple, cuando comencé la secundaria escribí una novelita, o la mitad de ella, donde la protagonista se enamoraba de un profesor, que era lo que me estaba pasando a mí. Es decir, antes de salir a la calle vestida como mujer por primera vez, escribí.

 

Muchas veces vos afirmaste que tus novelas no son autobiográficas pero tu identidad y tus experiencias están presente en toda tu escritura. ¿Te interesaría escribir desde un lugar absolutamente ficcionado que no tenga nada que ver con vos?

¡Quién podría hacer eso! No podría atreverme siquiera a escribir algo que no tenga que ver conmigo, si es mí mirada la medida de mi escritura.

 

¿Cómo son los procesos de tu escritura?  ¿Existe un método de trabajo preestablecido?

No, sencillamente me siento a escribir cuando tengo algo entre manos. A veces está en mi cabeza hasta que la tensión me exige escribir, como tensar un pensamiento al borde de cortarlo. Entonces, me siento y escribo. Sin método. Confío mucho en la corrección. La primera avalancha de palabras es torpe, muchas veces sin sentido. La corrección es el texto, decía Juarroz.

 

¿Cuáles son tus grandes influencias y autores preferidos?

Marguerite Duras, Sharon Olds, Carson McCuller, García Lorca, García Márquez, Frida Kahlo, Wislawa Zsymborska, Truman Capote… seguro me olvido de algunos.

 

¿Qué aportó a tu vida la posibilidad de escribir?

Dolores de espalda, dolores en las articulaciones de las manos, intolerancia a los demás, ansiedad por estar sola. Insomnio. Tomar mucho café. Conocer gente interesantísima.  Y el saber que tengo algo entre las manos que es para mí sola. Una posibilidad de huida y de llegada.

 

¿Cómo vivís hoy los logros a nivel literario, los premios y el reconocimiento nacional e internacional?

Aprovecho el dinero: como riquísimo, invito a mis amigos a comer, a tomar algo, con mi amante nos damos la gran vida, los fines de semana nos quedamos en cama de viernes a domingo, pedimos comida, tomamos champán, cogemos… así. Así vivo.

 

¿Qué estás escribiendo ahora?

Relatos, cuentos. Me gusta meter cuento, como se dice en el campo. Y también un ensayo sobre los buscavidas.

 

El mundo editorial esta deslumbrado con nuestras  grandes narradoras argentinas. ¿Cómo analizás este momento de la literatura femenina?

El mundo literario, tal como lo conocíamos, ya no tenía nada para ofrecer. No había novedad. De repente, aparece una escritora que habla sobre una adolescente en el conurbano que come tierra para saber cómo mueren determinadas personas. Aparece otra escritora que habla sobre la enemistad entre dos adolescentes perdidos en la Mesopotamia. No sé… Me parece que el lenguaje de las escritoras, por la perspectiva desde donde miran el mundo, es el viento fresco que los lectores y las lectoras necesitaban.

 

Había una deuda de los circuitos culturales con la comunidad trans. ¿Sentís que tu trabajo de escritura es una militancia que ayuda a visibilizar las situaciones que cotidianamente se viven en el mundo trans?

No. Jamás militancia. Jamás visibilizar. Esas palabras son mentiras. El tema no es el trabajo que nosotras hacemos. El tema es lo que miran los cis. La deuda no fue en pasado. Es ahora. La deuda es económica, cultural, afectiva, educativa, laboral. Es una deuda ahora mismo. Y un día se lo vamos a cobrar.

 

Foto Portada: María Palacios