El Salón de los Caprichos – Primera antología de Max Gómez Canle
Por Mariana Gioiosa
¿Para qué sirve el arte?, ¿Cuáles son sus límites? Estas son algunas de las preguntas que surgen cuando estamos frente a una obra de arte contemporáneo y sin dudas las habrán tenido en cuenta Max Gómez Canle y la curadora Carla Barbero, cuando pensaron esta exhibición.
Estos interrogantes llevaron a que Gómez Canle intervenga la arquitectura del espacio. Se puede observar los detalles de mampostería y apliques decorativos que otorgan jerarquía al lugar. También en roturas, cicatrices, que realizó sobre la «pared» como parte de algunas obras.
La primera exposición antológica de este artista, reúne una selección de los últimos 20 años de su producción. Está integrada por piezas de múltiples formatos y lenguajes. Imágenes colocadas de manera anacrónicas, que en forma de espiral envuelven el espacio. ¿Será por esa razón que el título de la muestra es el «Salón de los Caprichos»?
Teniendo en cuenta la llegada del 2000, Gómez Canle, que es un gran conocedor de la historia del arte, comenzó a trabajar con un método temporal no lineal, mezclando imágenes de distintos momentos históricos, como si se hubiese producido un colapso en los sistemas informáticos.
El renacimiento, el romanticismo, el barroco, la abstracción geométrica argentina, el surrealismo y la cultura digital son movimientos y estéticas que cita Gómez Canle en el repertorio de sus producciones. Ruinas, torres, montañas, personajes fantásticos, elementos de videojuegos, llaves, escaleras, figuras geométricas, son solo algunas de las representaciones que se encuentra en la sala.
Al ingresar, un impactante telón se despliega como bienvenida en el centro del espacio. Se trata de «Capricho Sudamericano», una tela de más de diez metros de largo, que produjo el artista especialmente para este recinto y contrasta con el resto de las obras que son en general intimistas y de formato más pequeño. Evoca al universo pictórico argentino de pintores históricos como Prilidiano Pueyrredón, Cándido López. También toma en cuenta la tradición de la pintura europea a través de los Pintores Viajeros, que con sus lenguajes foráneos plasmaron algunas de las primeras imágenes de la geografía argentina. Este trabajo está pensado como contenedor, el «background» desde donde Gómez Canle concibe sus creaciones de los últimos años. En un escenario utópico, convive la noche y el día, el desierto y la laguna; fantasmas y visiones del futuro.
La exposición incluye obras ya conocidas del artista y otros trabajos inéditos. Se destacan los paisajes que contienen figuras geométricas del artista concreto Raúl Loza, y los elementos oníricos de la obra de Roberto Aizenberg. Uno de los ejemplos «Projection doubé»: Un binocular que en el frente se observan vidrios con las formas del arte concreto de Loza y detrás los conos de Aizenberg «es una obra que invita a ser usada, pero a su vez , quien lo hiciera sacrificaría su propia mirada, te plantea ¿estamos dispuestos a establecer este contrato?»
También llaman la atención, los experimentos que realizó el artista para explorar la relación entre la tela, el marco, el espacio.
Los visitantes en su apuro pueden pasar sin advertir «Fósiles»: Un grupo de interesantes trabajos, que se encuentran antes de ingresar a la exposición. Paisajes realizados con óleo muy diluido, en paleta de grises, como si hubiese quedado la huella de una pintura, que estuvo mucho tiempo colgada en ese lugar, o quizás sucedió lo opuesto.
Además se puede apreciar el proyecto «Amigos del siglo XX » que Gómez Canle lleva adelante junto a María Guerrieri desde el año 2000. Se trata de producciones y trabajos de las vanguardias históricas reproducidas con la habilidad de copistas. Su intención fue tener obras que los fascinaba, y de otra manera no podían adquirir, al mismo tiempo que aprendían en el proceso. Algunos de los artistas que homenajearon son: Josef Albert, Lucio Fontana, Carlos Carrá, entre otros.
En esta exposición queda demostrado la importancia de Gómez Canle en la pintura contemporánea argentina. Su virtuosismo y creatividad hacen posible tanto que conecte con lazos imaginarios distintos períodos históricos, como que recree obra de grandes artistas. Sus trabajos no parten desde cero, porque abandona la idea de originalidad. Busca en el río continuo de las imágenes que generamos como humanidad y conforman la historia del arte. A modo de catapulta, tensiona hacia atrás para salir disparado más adelante.
Se puede ver «El Salón de los Caprichos» en el Museo de Arte Moderno, San Juan 350, hasta el 11 de agosto, todos los días de 11 hs a 19 hs. Días Martes cerrado.