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24 abril, 2019

Una enciclopedia visual contemporánea

Por Nadia Paz

Una enciclopedia visual contemporánea

La muestra Secretos Compartidos. Una antología de arte contemporáneo Argentino, exhibida en el Centro Cultural Borges con la curaduría de Eduardo Stupía y Virginia Fabri, y la producción de Lía Cristal y Verónica Di Toro, expone más de 160 obras de artistas nacionales contemporáneos.

 

La selección, que cuenta con pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, técnicas mixtas, entre otras, realizadas en un período de tiempo que abarca desde los años 80 hasta la actualidad, forma parte de la colección privada de Esteban Tedesco. El reconocido cirujano plástico posee un acervo de más de mil obras de arte contemporáneo Argentino, una de las más grandes del país, donde se destacan los artistas Diana Aisemberg, Eduardo Basualdo, Gabriel Chaile, Osías Yanov, Graciela Harper, Silvia Gurfein, entre tantos otros.

 

 

La muestra, que abarca las principales salas del Borges, se encuentra dividida en tres ejes conceptuales: la naturaleza y las formas geométricas; la línea y el dibujo; y por último, obras que se destacan por su materia, ritmo y color. Y como afirma Virginia Fabri: “El resultado final del conjunto exhibido se completa con en la visión del espectador”. Es una exposición diversa y heterogénea en cuanto a la composición de las obras que la componen y el gusto de su poseedor a través de los años pero al mismo tiempo se revela como una manifestación clave de una época bien definida del arte Argentino contemporáneo para lograr comprender su producción.

“Así como hay quienes conciben la invención de la Enciclopedia como el triunfo de la razón en tiempos irracionales, puede pensarse que el coleccionismo, tanto estatal o institucional como privado, adhiere a la loable, optimista vocación de preservar para las generaciones futuras, los objetos que el mundo pondera como valiosos, trascendentes y fundamentales salvándolos del desgaste y la acción destructiva del tiempo, la desidia, la indiferencia, el olvido, los cambios de paradigmas culturales y los conflictos terminales generados en gran medida por los protagonistas de ese mismo mundo” , afirma Eduardo Stupía en su texto curatorial.

 

 

En el mismo espacio conviven grandes formatos como “Jacarandá en flor” de Marcela Moujan o “Espiral azul” de Fabián Burgos con obras pequeñas dispuestas en conjuntos de series como son los dibujos de Ernesto Ballesteros, los de Gabriel Chaile o Eduardo Basualdo. También, naturalezas representadas mayormente en las figuras de majestuosos árboles, como los troncos espejados de Alexis Minkiewicz dialogan con la geometría de las formas abstractas de Verónica Di Toro, o la imponente “Selva” de Adriana Minoliti de casi cuatro metros de altura. Del mismo modo, irrumpen en la sala la esculturas entramadas de Andrés Paredes, el “Jaguar” de Mariano Giraud, los collages tridimensionales de Rosana Schoijett y la estructura lumínica en movimiento (“En el horizonte de mi mente se ha escondido el sol”) de Benjamín Ossa. Hay que destacar, además, las obras de la serie Manifiesto Escéptico de Ana Gallardo, donde se visibiliza la temática de la legalización del aborto, y la importancia que le dieron los curadores de la muestra a la igualdad de género, exhibiendo en proporciones semejantes artistas de ambos sexos.

La muestra no solamente se presenta como el resumen de una época del arte de nuestro territorio. También permite reflexionar acerca del mercado del arte, de aquellos que compran las obras y hacen girar la rueda de producción de un sistema muchas veces perverso y despiadado. Las colecciones son un sistema para acumular valor simbólico pero al mismo tiempo capital y riqueza ya que los bienes como las propiedades pueden seguir manteniendo un probado y atractivo valor de mercado frente a la demanda e hipotética reventa futura. Quienes compran arte contemporáneo, eligen y apuestan, y los factores de elección de cada momento particular son variables e impredecibles.. Esta incertidumbre es a la que Stupía refiere cuando habla de un mercado del arte dinámico, fluido y cambiante a través de los tiempos.

 

 

Secretos Compartidos pone de manifiesto la situación del mercado del arte en nuestros días. De acuerdo con el ensayo “El sistema del arte en el SXXI” del curador y director de museos Robert Fleck, el coleccionismo ha ido aumentando con el tiempo hasta convertirse en la mayoría de los casos, la razón que sostiene la actividad artística. “Para los jóvenes, los coleccionistas que confían en ellos constantemente siempre fueron los más importantes factores en su economía. Quien tenga tres o cuatro coleccionistas que pasen a menudo de visita podrá sobrevivir como artista independiente”. Incluso, en muchos casos los compradores se anticipan y financian la producción de ciertos artistas en los que están interesados a cambio de obras, evadiendo por supuesto, el valor de mercado y posibles competidores.

En el caso de Tedesco, tal como afirma Fabri, sus elecciones como comprador han podido estar relacionadas a su profesión de cirujano plástico y a una búsqueda de un determinado canon de belleza. “Observando con atención resulta interesante su dedicación a coleccionar objetos de arte, tan diferentes, dispuestos en su propio espacio, en un caos ordenado, pero a la vez muy armónico. Así visto, por último uno puede imaginar que la selección de obra y el apoyo brindado a los artistas en su camino, tal vez también forme parte de esa búsqueda de la belleza y la perfección y de su propio sentido del universo”, afirma la curadora.

Este tipo de muestras tan extensas y sobretodo, tan heterogéneas, son de las más importantes para quienes deseen obtener un panorama del arte a nivel global. En este caso, Secretos Compartidos, a modo de enciclopedia, brinda una lectura del arte contemporáneo argentino, un modo de ver, a través de sus principales artistas.