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12 septiembre, 2011

Aballay, un western gaucho

Por: Diego Curubeto.

La película de Fernando Spiner, candidata al Oscar

La Argentina seleccionó para competir por los premios de la Academia de Hollywood a la película Aballay, el hombre sin miedo, de Fernando Spiner, un western de gauchos matreros.

 

[showtime]

 

Una película de gauchos puede encararse de muchas maneras sin mostrar afinidad con el western, algo claro en adaptaciones de clásicos de la literatura gauchesca como el Martín Fierro que filmó Torre Nilsson, o el Don Segundo Sombra de Manuel Antin. En cambio, en Aballay, el hombre sin miedo, el director Fernando Spiner enfiló directamente hacia el western y el cine de acción, como lo demuestra la formidable secuencia del principio del film, el asalto a una diligencia por una banda de gauchos matreros. Esta violenta secuencia y el uso del impactante paisaje de la provincia de Tucumán prueban el esfuerzo de Spiner por elaborar visualmente el cuento original de Antonio Di Benedetto en clave épica. Logra un western gaucho con todas las características del caso, al punto que es el film que representará a la Argentina a la hora del Oscar. Un hecho interesante —casi inédito—: el cine nacional llega a competir con una película que tiene algo del género que hizo famosos a John Ford, George Stevens o Howard Hawks.
Coincidiendo con el estreno argentino de Aballay, se ha vuelto a publicar el relato original de Di Benedetto en un breve libro que también incluye el guion del film, una muestra de storyboard o novela gráfica y algunas notas del realizador Fernando Spiner sobre su fuente de inspiración, los westerns gauchos. «Hay coincidencias geográficas y sociales entre la vida rural del oeste norteamericano y la pampa sudamericana», escribe Spiner, «las grandes extensiones no conquistadas, los hombres que viven a caballo y la ley ausente, que deja lugar al culto de las armas y la pelea».
Spiner señala como referencias el film mudo Nobleza Gaucha (uno de los primeros éxitos del cine argentino hacia 1915), Pampa Bárbara de Lucas Demare y Hugo Fregonese (por supuesto), y Juan Moreira de Leonardo Favio. Spiner, con justa razón, le da mucha importancia a Pampa Bárbara y muestra su admiracion por Fregonese, el director argentino que filmó la mayor parte de su obra en Hollywood y en Europa: films de acción, aventuras y obviamente westerns, entre ellos una remake internacional del clásico que codirigió con Demare, Savage Pampas (conocida en la Argentina como Pampa Salvaje) protagonizado por Robert Taylor a mediados de la década del 60.
Es sumamente interesante la curiosa historia de la amistad de Spiner con la dueña de la casa que alquilaba en el Tigre. Ella resultó ser nada menos que la sobrina del por entonces recientemente fallecido Hugo Fregonese, que había habitado ese mismo lugar. Para un cineasta con aspiraciones de filmar un western, nada mejor que dar con objetos fetiche como el guion original de Pampa Bárbara, o el poncho que el director usó durante el rodaje de esa, su primera película.
Por supuesto, hay mas referentes del western gaucho previos a Pampa Bárbara, algunos más pintorescos que otra cosa. Es poco probable que se pueda pensar la primitva Nobleza gaucha como un western, especialmente cuando por esos tiempos el género no estaba demasiado definido. Hacia fines del periodo mudo —después de agotar varios estereotipos de aventureros exóticos— Douglas Fairbanks protagonizó junto a Lupe Vélez la extraña The Gaucho (El Gaucho, 1927) una curiosidad dirigida por F. Richard Jones sobre argumento del propio superastro hollywoodense, que andaba a caballo no por las pampas sino en medio de los Andes, sin que el asunto se propusiera adoptar el clima épico que caracteriza al western (Rodolfo Valentino ya había aparecido como una especie de gaucho de las pampas en el drama de Rex Ingram Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, que tendría luego una remake sonora y en colores a cargo de Vincente Minneli, con los gauchos matreros Glenn Ford y Lee J. Cobb).
Volviendo a la Argentina, en 1937 Mario Soffici filmó una obra maestra gauchesca que por momentos tiene afinidades con el western, al menos en climas y tensión, aunque no en acción, ya que esta historia inspirada en Una excursion a los indios ranqueles funciona como una especie de variación criolla de El desierto de los tártaros de Dino Buzzati: dentro de un fortín, la tropa espera angustiosamente el ataque de un malón que nunca se produce.
Luego, por supuesto hay que nombrar y recomendar la gran trilogia de westerns gauchos de Lucas Demare. Primero vino la mas patriótica y jugada —a nivel producción, ya que era muy espectacular pero no tenia un gran presupuesto— La Guerra Gaucha, seguida de Pampa Bárbara —más bien un típico western sin patrioterismo— y la menos conocida pero brillante El último perro, una de las mejores películas del cine argentino en colores que protagonizó un formidable Hugo del Carril.
Uno podria preguntarse si todos estos ejemplos de films gauchos tuvieron afinidad con el western por voluntad propia de sus realizadores, o si simplemente los personjes, sus acciones y el paisaje llevaron a ese camino. En Aballay, en cambio, no hay duda alguna: Fernando Spiner se propuso hacer un western gaucho y aportó algo nuevo al gauchaje al ir a Tucumán en busca de paisajes alucinantes que envidiarían John Ford o Sergio Leone, para romper con el estereotipo de las pampas al agregar este toque norteño, ya que estos gauchos son criollos, fieros y tucumanos.
El film de Spiner es original por donde se lo mire, dueño de una estética cuidada y de una violencia jugada. Ojalá pueda vencer al caballo del comisario que tantas veces domina la contienda por el Oscar al mejor film extranjero.

Por: Diego Curubeto