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2 enero, 2020

El pulmón del mundo desaparece

Por Ayelen Dichdji

El pulmón del mundo desaparece

Si bien Brasil no es el único país que integra la amazonía, sí fue el espacio geográfico donde se concentró la mayor debacle.

Durante agosto de 2019 una noticia predominó sobre otras en el mundo: la selva amazónica estaba siendo devastada por diversos focos de incendios intencionales que tenían como denominador común extender la frontera agrícola y ganadera.

 

Brasil fue el centro de atención de propios y ajenos durante meses en parte debido a las declaraciones que el propio presidente, Jair Bolsonaro, realizó durante su visita a la ONU el pasado septiembre. Allí, expresó con algarabía su intención de priorizar el crecimiento y desarrollo económico sin siquiera considerar dentro de la ecuación la cuestión ambiental. Señalando, además, que «es falso decir que el Amazonas es patrimonio de la humanidad, y decir que nuestro bosque es el pulmón del mundo no tiene sentido». Falacias que el primer mandatario sostuvo frente al mundo entero. Pese a ello, no titubeó en exigir que los debates en torno al Amazonas sean tratados con respeto por la soberanía de Brasil. Las controversias parecen ser moneda corriente para esta administración.

Frente a este contexto, resulta necesario repensar la interacción existente entre cada sociedad con su entorno natural que condensa una historia de interpretaciones, reflexiones, contrariedades, pretensiones de definiciones y caracterizaciones donde el denominador común que se encuentra en el núcleo de estas discusiones es la noción de conflicto. En este sentido, en la búsqueda por describir y analizar las interacciones entre el mundo social y natural, los conflictos ambientales emergen dinamizando estos vínculos, potenciando las preocupaciones sobre el impacto humano en la naturaleza y las consecuencias que de ello se desprende. Puntos que no son considerados en la exposición que realizó Bolsonaro en Nueva York.

 

 

En última instancia, los conflictos ambientales confrontan diferentes maneras de interpretar la naturaleza y el vínculo que cada cultura establece con ella. El caso de los incendios forestales en el Amazonas no escapa a esta lógica, aunque la máxima autoridad de Brasil se empeñe en negarlo.

La especialista brasilera en historia de la Amazonía, Dra. Carla Lima, señaló que la importancia la dimensión ambiental, agraria y social de los incendios en el Amazonas no puede desvincularse del proceso de conformación de las fronteras de la Amazonía Legal: «cabe recordar que durante el período colonial, la región hoy designada por el Amazonas fue una de las principales preocupaciones de la Corona portuguesa, especialmente debido a su carácter único en relación con las zonas costeras de Brasil. El extremo norte tenía una estructura basada en el trabajo obligatorio indígena y una dinámica económica vinculada a la extracción de productos silvestres, especialmente el cacao. El poliextractivismo fue apoyado por la producción agrícola a pequeña escala con una variedad de cultivos».

Además, agregó que «con el tiempo, las transformaciones que tuvieron lugar en la Amazonía, desde el período colonial hasta los hitos más recientes, se vincularon a discursos basados en modelos de desarrollo que priorizaban la explotación de cultivos y pastos». En otro orden de consideración, sostiene que la degradación ambiental se consagró con mayor ímpetu a partir de la década de los años 1970. En este sentido, partiendo de esta problematización, la Dra. Lima advierte que las prácticas empleadas en la región de quemar para limpiar el suelo para pastos, en realidad, no es algo novedoso. Por el contrario, desciende de prácticas que se forman al menos desde principios del siglo XIX.

Consultada por el surgimiento de nuevas organizaciones sociales autodeterminadas en la Amazonía, manifiesta que se han dado cuenta de que su estandarte para la lucha por el reconocimiento no puede escapar al tema de la preservación del medio ambiente «la cartografía de la zona revela que existen diferentes territorios habitados por posibles formas y demandas. Así, la existencia humana no solo depende de los extractos ambientales conservados, sino que, sobre todo, proporciona un medio importante de producción y reproducción de su vida colectiva, tanto en el aspecto material como en el cultural y simbólico», sostuvo.

Por otro lado, Marina Aizen, co-fundadora de Periodistas por el Planeta y especialista en periodismo ambiental, advirtió que «estamos todos enlazados por una amalgama de relaciones físicas y biológicas que se dan entre el suelo, la atmósfera y el océano. Cuando destruís una, alteras todas>.  Asimismo, indicó que el Amazonas brinda diversos «servicios ecosistémicos, entre ellos, que no haya vientos huracanados en esta región del mundo. Por esa razón sola, deberíamos estar muy agradecidos, sentirnos de verdad bendecidos». Y añadió «por eso, cuando un productor, alentado por la arenga de su presidente, decide arrasar mediante el fuego toda presencia vital en el territorio amazónico, ya sea para meter vacas o plantar soja, no sólo está eliminando millones de años de evolución en un instante, sino que también se está metiendo con nosotros, los que vivimos en esta parte del mundo. En otro lugar que no es, precisamente, la Amazonia».

Con relación al pedido de respeto por la soberanía del que hizo mención Bolsonaro ante la ONU, Aizen señaló que «la noción de “soberanía” se da de bruces cuando hablamos de la destrucción de un ecosistema que no sólo es vital para América del Sur sino también para el planeta entero. Si ese orgullo patrio sirviera solamente para ser custodios de un territorio fundamental para la existencia de todos los demás, no sería un problema. Pero si sólo se lo usa para alentar su destrucción, entonces, estamos hablando de una cosa completamente distinta».

Finalmente, el Dr. Gustavo Zarrilli, investigador de CONICET y especialista en historia ambiental argentina y latinoamericana, explica que «la selva amazónica suministra humedad a toda Sudamérica, influye en las lluvias de la región, contribuye a la estabilización del clima global y posee la mayor biodiversidad del mundo. Almacena más de 100.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, casi la mitad del CO2 de todos los bosques tropicales del planeta. La liberación de gases de efecto invernadero, como consecuencia de la quema del bosque amazónico, representa el 70% de las emisiones de Brasil a la atmósfera. La Amazonia regula por más del 90% el ciclo hidrológico sudamericano, incluso en las áreas andinas. Y lo que sucede en nuestro subcontinente perturba a todo el planeta. En este contexto, cada semana son asesinados un promedio de dos indígenas por oponerse a los destructores del medio ambiente». Y sentenció «en la Amazonia, los enemigos del bosque son evidentes: petroleras, madereras, agronegocio, hidroeléctricas y mineras».

 

 

En definitiva, las intervenciones aquí presentes proporcionan una visión holística sobre la compleja realidad actual del Amazonas, sin por ello desconocer en ningún momento las causas históricas del conflicto en esta región. Algo que ni el propio presidente del Brasil, ni sus funcionarios, consiguen ni están interesados en hacer.