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6 julio, 2015

Arrebato de belleza en las esculturas de Alfredo Collado

Por Margarita Gómez Carrasco

Arrebato de belleza en las esculturas de Alfredo Collado

Alfredo Collado es un artista internacional, sus obras se hallan en Norte America, Europa y Oriente y, aunque él se denomina  autodidacta, no se encuentra en inferioridad de condiciones respecto de aquellos artistas que tienen formación académica. Sus esculturas se destacan porque están construidas con líneas puras y elementos heterogéneos.  El vuelo de Ícaro y Danza de la Lucade Oschiri  tienen volumen y  elegantes curvas que abrazan, en cambio la línea serpentina de Mater et Fili nos inquieta, en Canción de Cuna y El juego del padre se destaca el brillo como un elemento fálico.

En sus últimas esculturas Nacimiento del sol y la luna incorpora la luz, son obras abstractas y rígidas. Elije materiales duros y fríos para trabajar, quizás el desafío radica en poder doblegarlos.

Collado maneja con maestría el espacio, la mayoría de sus  obras se destacan  por  sus grandes dimensiones, esa característica, también  es una forma de expandirse por el mundo. Para que nos cuente sobre su trayectoria El Gran Otro dialogó con el artista.

¿Cómo nace el arte en tu vida? ¿Cuándo decidís ser artista? 

Cuando me preguntan cómo empecé siempre respondo lo mismo: «decidiéndome». Porque esa decisión fue el paso inicial, el que me dio toda la fuerza.  La decisión llego a los cuarenta años.

¿Hasta entonces que hacías?

Ingeniero agrónomo, trabaje cinco años en el campo. En un momento muy complicado, volví al negocio familiar, una tienda de iluminación, y ahí empecé a tener un poco de tiempo para mí, porque hasta ese momento,  no tenía ni sábado ni domingo o feriados.

Haciendo memoria reconozco muchos momentos donde me atrajo la escultura, de chico juntaba barro y hacia figuras. A los nueve años jugaba y hacía trabajos con tierra. Siempre me gustó el trabajo manual. Cuando salía a caminar me atraía pasar por un negocio que había esculturas. Pero eso lo fui descubriendo después, haciendo una reflexión interna sobre lo que me pasaba.

¿Por qué te atrajo la escultura?

Una amiga me enseño a modelar arcilla, ella no quería trabajar con otros materiales yo en cambio quería investigar con otras cosas. Muchos de mis trabajos de cerámica los pude trasladar al metal, para el 2000 una obra mía estaba incorporada al museo de arte Latinoamericano de Miami, que ahora es Museo de las Américas.

¿Quiénes fueron tus maestros?

Desde el momento que deje ese taller fui autodidacta, lo deje porque quería trabajar otros materiales aparte de la cerámica. Me costó despegar, pase un año y medio allí y disfruté cada momento.

En el año 2000 ayude a unas personas que precisaban iluminación para una feria de arte, Estilo Pilar, les presté luces y ellos me retribuyeron esa contribución con un libro. Era de Héctor Nieto, ahí empecé a ver esculturas similares a las que yo hacía y me propuse encontrarlo. Entonces fui a un locutorio y busque a todos los Héctor Nieto de San Juan, porque de allí es oriundo, y Tucumán, porque en esa provincia, era jurado de algunos concursos. Pero no di con él. Así que comencé a buscar en museos y en la Sociedad del Escultor, hasta que un día, después de tanto llamar, me dijeron: «Si, hoy viene». Fui ese día, me presenté y le dije que también era escultor, que encontraba su obra muy interesante y que parte de mi obra tenía mucho que ver  con lo que él hacía en el año 57. Me dijo que él estaba grande que ya no daba clases. Y yo cada tantos meses lo llamaba, le preguntaba como estaba. Con frecuencia le preguntaba si podía darme clases pero siempre me contestaba que estaba grande que ya no quería. Un día lo llame con la decisión de no llamarlo más, porque en algún punto sentía que lo estaba presionando y no quería que se lleve esa impresión de mí. Colgamos y al rato me suena el teléfono y me dice: «Debido su insistencia acepto encontrarme con usted y darle clases» Aunque no diría que fueron clases exactamente.

¿Él fue un acompañante en camino  del arte?

Me abrió una visión distinta de la escultura. Nos encontrábamos una vez por mes y él me hacia una crítica de obra. En su departamento, que funcionaba como taller, donde estaba la mayor parte de su obra, nos fuimos adoptando como nieto y abuelo.  Se creó una relación muy linda.

Tus obras son geométricas, abstractas…

Muy abstractas. Héctor me corregía la estabilidad y el equilibrio de la pieza, todo eso se lo debo a él.

Toda escultura en cierta manera es trabajar con un cuerpo que sale del cuerpo…

Claro, pero después se fue haciendo más abstracta, trabajando con líneas más puras o con materiales que, de por sí, son fríos.

¿Cuáles materiales?

Bronces…después me volqué al aluminio porque me gustaba ese brillo lunar que tiene. Porque muchas de mis obras tienen que ver con la luna. Mis obras dependen de los materiales que me atraen en el momento y lo que me inviten a hacer con ellos. Madera y cristal, aluminio con cristal… Nunca había querido agregar iluminación en mis obras porque pensaba que mi trabajo me estaba invadiendo la escultura. Pero me di cuenta que me estaba poniendo limites yo solo. Así que me volqué a incorporarlo  y lo disfrute mucho, tuvo mucha repercusión.

¿Cual es el relato de tus últimas obras?

Me atrajo mucho el nacimiento del sol y de la luna… y como influyen en las personas.

¿Cómo es el proceso? ¿Viene primer el tema o la elección del material?

Investigo algún tema y el resto sale solo. A veces hago un diseño, un gráfico o un dibujo, algo que me señale el camino que puede tener la serie. Dibujar no me resulta difícil y guardo todo, tarde o temprano se vuelca en algo. Me sirve como antecedente de la obra.

¿Algunos referentes?
Alguien especial que puede haberme influido es Curatella Manes, por su forma de trabajo, su geometría y curvas, eso fue algo que me encandilo, también me gusta Le Parc, esa incorporación de la iluminación que tiene en su obra me parece muy interesante.

¿Qué piensas que transmiten tus obras?
Sentimientos. A mí no me atraen mucho las obras que son agresivas… Por eso utilizo la línea curva que en mi obra es fundamental, casi transcendental, de alguna manera es un abrazo. Las esculturas que fueron incorporadas al museo de Shangai tienen que ver con la maternidad y la paternidad, una serie de aluminio y cristal.

¿Cómo llegas a Shangai y Taiwán?

Todo surgió de una exposición que hice un Buddhaba, –  la dueña- Margarita, me dijo que quería intensificar los lazos de intercambio cultural con Taiwán, entonces doné una escultura mía para que manden allá. Nunca pensé que esto iba a dar lugar a tan increíble relación con la comunidad.
A Shangai llegué porque hay un distrito donde yo vivo, en San Isidro – que es ciudad hermana-  llegaron artistas en representación del distrito de Xuhui, entonces ofrecí donar alguna escultura, ellos revisaron mi obra y eligieron una.

También hay obras tuyas en Norteamérica…

Si, y en Ecuador también. En el Museo de Arte Moderno de Cuenca.  Alguien de la Sociedad de Amigos del Museo vino a mi casa, se mostró interesado en una. Y se la doné

¡Que bueno que puedas desprenderte con tanta generosidad de tus obras!

No me cuesta desprenderme de mis obras, al contrario me siento contento porque circulan y se mueven.

Si tuvieras que elegir una obra que te represente, cual elegirías  y por qué?

Hay una serie que yo hice al principio de mi trabajo que para mí es importante. Se llama Decisión. Esa serie habla de Ícaro, cuando soñaba que se iba a escapar de la isla donde estaba preso, cuando tuvo ese vuelo, cuando miro la realidad y finalmente sus alas se quemaron.  Habla de la decisión, de esa que te comentaba al principio de la entrevista.

¿Cuántas obras comprende la serie?

Son cinco obras de formato medio, hechas con bronce macizo, pulido, brillante. Donde juego con lo rugoso y lo liso, lo curvo y lo recto. En realidad también representa las decisiones que tomamos, los sueños propios,  la ejecución de esto sueños. Y mirar la realidad. Una de las obras de esta serie se llama La mirada de Ícaro que tiene una mirada de éxtasis, de haber llegado a donde quería llegar, con el sol en un ojo. Y a pesar de que el Sol le quemo las alas, nada debe haber igualado el placer de ese vuelo y ese momento de haber logrado acercarse al Sol… Creo que esto habla de la vida de todos. Si no hay decisión los sueños permanecen siendo sueños.

¿Qué es lo fundamental en tu propuesta artística?

La sensibilidad para mi es fundamental en el trabajo, aunque el arte conceptual para mi pone distancia más que cercanía,  pienso que también tiene la capacidad de hacer pensar y reflexionar, es de una riqueza impresionante. Yo cuido mucho el nombre, el título de la obra, porque siento que es parte de finalizarla y respetarla. A mí me da un poco de angustia ver una obra sin titulo.

Ponerle nombre a la obra es como guiar el camino del espectador, ¿será que de alguna manera lo estás condicionando?

Si, puede ser (risas). Pero creo que si una obra tiene materialidades el nombre, de algún modo, le está otorgando carácter.

Quizás no ponerle nombre es  abrir, no cerrar.

Si puede ser… Aunque me ha pasado que aún con el título enmarcando la obra, el espectador hace una lectura muy diferente de la mía.

Los planteos del arte contemporáneo tienden a des-enmarcar…¿Cómo te organizas entre tu trabajo en la empresa de iluminación y  el de tu atelier?

Todos los días estoy haciendo algo, y cuando no lo hago lo estoy proyectando. Mi cabeza esta continuamente en eso, en la creación.

¿Pensaste algún vez vivir solo del arte?

En algún momento pensé, vendo algunas obras.

¿Qué sentís cuando vendes?

Una alegría impresionante. La mayor cantidad de ventas que hice fue en  mi negocio de iluminación, porque alrededor del negocio puse un montón de esculturas mezclada entre las cosas.  Y resulta que la gente que es sensible al arte me pregunta, y yo les hago un recorrido de la obra. Y para mí es un momento mágico, porque está la obra, el espectador y el autor. A través de ese recorrido y esa charla mucha gente me dice: «me llevo esta». Como te dije antes, no me cuesta desprenderme de la obra, yo creo esta hecha para seguir su camino.

Alfredo Collado se tiró de cabeza a un mundo desconocido, pero que intuía desde temprana edad. Esa  decisión lo liberó de las inhibiciones y fue el motor precursor para hacer arte. Magia y  poesía sobrevuelan sus esculturas, instalándose como brisa fresca en la compleja contemporaneidad. Pletóricas de misterio y fuerza, sus obras, reivindican la belleza.