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10 junio, 2020

Metáforas de ausencias

Por Verónica Glassmann

Metáforas de ausencias

La aparición de grafitis de bicicletas en la ciudad de Rosario durante los años 2001 y 2002 despertó curiosidad. La presencia de un número en cada imagen era también una incógnita. Hoy en El Gran Otro te contamos un poco más acerca de quién es el artista que está detrás de este mito urbano que es un gran gesto poético y político.

 

Fernando Traverso es un artista plástico nacido en Rosario, Santa Fe, en 1951. Estudió en la Escuela provincial de Artes Visuales Manuel Belgrano. Asistió a un taller de Juan Pablo Renzi, quien con sus pegatinas y bocetos de 1968 influyó en su experiencia artística; realizó además una clínica de obra con Graciela Sacco. Al formarse, tomando como referencia a estos artistas, aprendió a conjugar de manera sutil los campos de la estética y de la política. «Puedo decir que fue Renzi, allá por los finales de los años 80, quien me ayudó a pegar el gran salto. A partir de él fue que pude pensar que una obra no tenía que resolverse necesariamente sobre la tela de un cuadro. Por otra parte, las intervenciones urbanas de Sacco abrieron también la dimensión de nuevas búsquedas e interrogantes». Fue cofundador del colectivo artístico En Trámite y se dedicó activamente a la militancia social.

Terminando la década del 70, una de las tantas mañanas en las que Fernando se encontraba caminando por las calles de su ciudad se cruzó con un compañero militante que venía andando en bicicleta. Su amigo, sabiéndose seguido, fingió no conocerlo, no lo saludó y continuó pedaleando. A las pocas cuadras Fernando encontró la bicicleta atada a un árbol. Pasaron los días, en los cuáles volvía al mismo lugar y continuaba ahí. Hasta que comprendió que se lo habían llevado y era un desaparecidos de la dictadura.

 

 

Casi veinticinco años después, Traverso decidió homenajear a su compañero y a los 350 rosarinos desaparecidos y secuestrados, víctimas de la represión ilegal y el terrorismo de Estado. Retomó entonces la figura de la bicicleta que espera a su dueño y se propuso realizar 350 esténciles en las paredes de la ciudad. Así, la silueta de la bicicleta abandonada se transformó en una metáfora de la ausencia.

Eligió el 24 de marzo de 2001 para estampar por primera vez en una pared: «Recuerdo que para ese entonces también hicimos una intervención con el grupo En Trámite, en la plaza San Martín de Rosario, frente a lo que fuera un centro clandestino de detención y tortura. Esa noche, de madrugada, salí con el molde y el aerosol en la mano. Había visto una pared propicia. Quería hacer la ‘prueba de artista’. Tenía mucha necesidad de ver el resultado. Las primeras bicicletas las realicé caminando, eligiendo paredones cerca de mi casa. Las realizaba de noche, muy tarde. De regreso, a veces, debía apurarme porque amanecía, y las calles comenzaban a poblarse».

 

 

Las bicicletas de Traverso recorren casi todo el espacio urbano de la ciudad de Rosario, están puestas sobre el frente de escuelas, en las inmediaciones de fábricas abandonadas, en las paredes de los que, en algún momento, fueron centros clandestinos de detención. Así las bicicletas se convirtieron en símbolo de la memoria histórica.

Esta obra fue premiada por el Museo Municipal de Bellas Artes Juan Castagnino. En aquella ocasión el artista declaró: «Una bicicleta vacía refleja la imagen de un cuerpo ausente». Además, dio origen al documental Trescientos cincuenta de Diego Fidalgo (2005) y a diversos estudios académicos sobre la relación entre el arte y la política.

 

 

Imágenes contra el olvido que desafían la impunidad. Un arte que interpela y compromete. Con esta historia, tenemos un nuevo motivo para seguir enamorados de Rosario, esta vez por sus bicicletas de la memoria.