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3 agosto, 2022

Katharina Grosse en el espacio Louis Vuitton: “Apollo, Apollo”

Por Mariano Barrientos

Katharina Grosse en el espacio Louis Vuitton: “Apollo, Apollo”

La artista alemana Katharina Grosse presenta dentro del espacio Louis Vuitton de Venecia,  su instalación “Apollo Apollo”, una nueva obra impresionante: un inmenso tejido en reluciente malla metálica que evoca tanto los sublimes ropajes del Renacimiento como una mágica pintura en movimiento, tan fluido como las aguas del Gran Canal. Un mar de colores rozando la psicodelia.

 

Para esta exposición, Grosse crea una pieza de múltiples capas, sensorial y exploratoria que retrocede en el tiempo mientras habla al presente ya que el titulo de la muestra hace referencia al mito griego de Casandra, a quien Apolo le brinda el don de la profecía y luego, arrepentido de su decisión, opta por maldecirla: nadie creería, nunca su predicciones. El título recuerda así las súplicas de Cassandra al dios.

 

 

“Apollo Apollo” es una cascada de malla metálica que se filtra en el espacio; en la propia tela, los rosas, azules, dorados y rojos están pintados y se fusionan entre sí, representando imágenes que capturan el proceso creativo de Grosse, tomado durante varios años. El reflejo de la tela borra la imagen impresa en ella. La artista juega con luz cálida y fría para resaltar las diferentes capas de la obra.

Katharina Grosse se centra en el tema de la Bienal, «La leche de los sueños», que se refiere a un mundo que se vuelve a imaginar y donde todo puede ser transformado. “Esta instalación se trata de ver, pero también se trata de escuchar”, dice Grosse. “También se trata de conectarse con la Bienal, explorar las voces que no son oídas”. ¿Es esta una obra feminista? “Cassandra es sin duda una voz feminista. Ella no es creída, es ignorada”.

 

 

En Venecia, la tela expuesta forma un espejo líquido que obviamente evoca el agua omnipresente y misteriosa de la ciudad de las góndolas. Con “Apollo, Apollo” la artista manifiesta: “dejo que la malla de latón impreso corra por las paredes y sobre gran parte del piso del espacio de exhibición, como el agua, para que oscile entre la superficie, la textura, la imagen y el objeto; entre el orden y el desorden; destrucción y creación; tensión y relajación; circulación forzada y libre. La imagen reluciente cambia constantemente, según el ángulo de la luz y la forma en que los reflejos del metal resuenan con el movimiento del espectador. Los pliegues de los ropajes parecen actuar sobre el espacio y el tiempo, para liberarlo o comprimirlo, en un juego que obviamente forma parte de un diálogo con la traducción pictórica veneciana donde el cuerpo estaba representado por un arte de pintar el pliegue. Aquí se encarna toda la materialidad del mundo”.

 

 

Texto y fotos: Mariano Barrientos