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26 agosto, 2019

«La realidad no es algo inmutable»

Por Mariana Gioiosa

«La realidad no es algo inmutable»

Reseña de Liminal, obras de Leandro Erlich en el MALBA.

«Tenemos un programa de flexibilización por el tema de la venta, no nos pusimos de acuerdo por la comisión todavía». Así bromea Leandro Erlich sobre el cartel de venta que colocó sobre la fachada del MALBA, como parte de la exposición. En ningún momento dejó de mirar con complicidad al director del Museo Eduardo Costantini, empresario que se ocupa también de emprendimientos inmobiliarios.

 

Para realizar esta gran muestra, que reúne veintiuna instalaciones producidas entre 1996 y la actualidad, se necesitó un conjunto de 150 personas, conformado por el equipo de producción de Erlich, MALBA y otros profesionales.

«Esta es la exposición que Leandro merece» dijo con entusiasmo Dan Cameron, el curador, que lo conoció a Erlich 25 años atrás cuando el artista quiso realizar una réplica del obelisco en acero corten, e instalarlo en el barrio de La Boca. Desde ese momento quedó impactado por su tenacidad y originalidad: «Ver todas estas obras juntas permite tener otra percepción de nuestra cotidianeidad y la aparente realidad. Desafían los presupuestos y las reglas del mundo material» acotó, y por otro lado, destacó la excelente calidad del trabajo de Erlich y el nivel de detalles en las terminaciones.

 

 

Liminal, el título de la exhibición, fue elegido para referirse a esa zona existente en el umbral hacia otro espacio. Estar a punto de cruzar, pero sin llegar nunca del todo.

Una de las obras más esperadas sin lugar a dudas es La Pileta, que este año está cumpliendo veinte años desde que la realizó por primera vez en el marco de una beca en Houston. «Es un trabajo que viajó bastante, representó a la Argentina en la Bienal de Venecia en el 2001, luego se presentó en el MOMA de New York. Además está exhibida en 21 st Century Museum Of Contempory Art, de Japón y en Voorlinden Museum, Holanda de manera permanente».

Junto a La Pileta, se encuentra otra experiencia vinculada al ámbito acuático, se trata de dos botes que aparentan flotar y se reflejan como si estuviesen en un lago a la luz de la luna, pero en ese lugar no hay agua, ni espejos.

 

 

En El Aula el artista evoca la memoria emotiva, nos propone habitar de manera fantasmal el aula de nuestra escuela primaria, sentarnos en los bancos, tocar el pizarrón y hasta ocupar el escritorio de la maestra desde donde nos retaba cuando nos portábamos mal. Además «Este lugar es una instancia bastante universal donde aprendemos reglas y estructuras sociales, ¿por qué no aprender algo que está relacionado con nuestra percepción?», señala el artista.

«En el mundo Erlich, los ascensores no paran en ningún destino y la solidez de los espacios edificados resultan ser una fugaz ilusión óptica», dijo Cameron. En este sentido, vemos un elevador que está aparentemente apoyado sobre el suelo, pero al mirar en su interior, decenas de pisos parecen estar debajo de nosotros. Frente a este, otro ascensor abre y cierra sus puertas, con distintos grupos de personas que nunca llegan al lugar esperado. Lo mismo sucede en un subterráneo que transporta pasajeros en un viaje que parece eterno.

Otro de los puntos fascinante para el artista es el cielo, en el MALBA colocó ventanas simulan ver el exterior como si estuviéramos en un avión y un espacio con nubes que parecen flotar dentro de cubos de vidrio, «no hay nada más universal que el cielo y en particular las nubes me resultan interesante porque las personas pueden reconocer formas. Nuestro cerebro hace esa asociaciones sobre cosas que no existen» comentó Erlich

 

 

Y con respecto a «cosas inexistentes», explicó entusiasmado Cameron sobre la siguiente obra participativa: «Al igual que un mundo subterráneo, que existe debajo del asfalto, solo es posible ver esta ciudad reflejada en un charco de agua» Además, en este curioso sitio, el paisaje va cambiando y también los momentos del día.

Llama mucho la atención un espléndido salón de belleza que al acercarse a los espejos, no nos devuelve nuestra imagen, sino la de otra persona que está buscando encontrarse como nosotros. Erlich y Costantini se sentaron uno frente a otro y bromearon haciendo movimientos espejados, luego Erlich reflexionó: «¿Qué pasa en esa instancia que no nos vemos? ¿Dudamos que existimos?»

También es posible espiar desde una persiana americana, a un conjunto de departamentos que se encuentra enfrente de nosotros, como si se tratara de un contrafrente. Hay fiestas, situaciones sociales y hasta una mujer desnuda que se cambia cerca de la ventana. Este concepto de mirar sin ser observado, lo repite en la mirilla de una puerta que conduce a un largo pasillo vacío que comunica a los departamentos de ese piso.

 

 

Como analizó Erlich: «Las obras proponen divertimento, acción y descubrimiento»

«Si tomamos una puerta, ¿qué podemos hacer con ella en término de interacción? Abrirla, cerrarla, espiar, comprender que es un pasaje. Es a través de la articulación de todos estos elementos que el espacio termina funcionando como un alfabeto que le permite al espectador ir leyendo ese guion, descubrirlo por sí mismo».

La mayoría de estas instalaciones transitan por dos instancias, en la primera, la persona se siente sorprendida por lo que vio. En la segunda, entiende y reconoce lo visto. En algunos casos hay una tercera, que consiste en una interpretación metafórica de esa experiencia.

«Cuando estás en ese lugar hay un acto de sorpresa, porque es un sitio que se asocia a lo que se conoce, pero no se corresponde, en ese momento es cuando volvemos a pensar las cosas. Ese instante me genera mucho optimismo, me hace reflexionar que a través del sentido crítico se puede transformar, construir algo distinto, la realidad no es algo inmutable», expuso Erlich y agregó el curador : «Es importante que estén todas estas obras juntas para que se genere este cambio de percepción»

«Solemos darle un sentido a la realidad con un peso y con una contundencia, de algo inmutable o algo dado, lo cual pareciera que no tenemos tanta injerencia. Somos parte, pero pareciera que no fuéramos responsable de que existan puente y avenidas. Cuando se puede hacer un pequeño ejercicio de extrañamiento sobre esas cosas que estamos habituados, te das cuenta que nuestra vida, esta instancia también es parte de un acto narrativo», concluyó Erlich

 

 

Liminal se puede ver hasta el 27 de octubre, de jueves a lunes: 12:00 a 20:00, miércoles: 12:00 a 21:00, martes cerrado y los feriados de 12:00 a 20:00.

Leandro Erlich tuvo una formación y una carrera no convencional, con trayectoria internacional. Curso ocho meses en el Bellas Artes, luego el Fondo Nacional de las Artes le dio una beca de estudio y eligió como tutor a Luis Felipe Noé. El inicio de su carrera estuvo marcado por una muestra que realizó a los 18 años en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires. Poco tiempo más tarde, participo del Core Program, una residencia de artistas en Houston, Texas, donde realizó las instalaciones El Living y Swimming Pool. En el 2000 participó en la Bienal de Whitney Museum, y en el 2001 representó a la Argentina, junto a Graciela Sacco, en la edición número 49 de la Bienal de Venecia con Swimming Pool. Sus obras públicas incluyen La democracia del símbolo, una intervención en el Obelisco (2015) MaisonFond obra permanente que conmemora la conferencia climática de la ONU en París (2015), Bâtiment reproducida en ciudades de todo el mundo y Palimsest exhibida en forma permanente como parte de la Trienal Echigo-Tsumari en Japón (2018). Sus obras están en el acervo de los más importantes museos públicos y privados, como también en colecciones privadas nacionales e internacionales.

 

Fotografías cortesía de MALBA.