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30 noviembre, 2018

Los cuerpos del sueño

Los cuerpos del sueño
Por Marina Baudracco

 

Según enuncia la RAE, topografía es el arte de describir y delinear detalladamente la superficie de un terreno y quien haya cursado en una escuela industrial quizás atravesó esa disciplina como materia y pasó un año midiendo terrenos de lo más variados en una ciudad, digamos, con barrancas al río y grandes dunas de pasto, luego arena y finalmente piedras. Esa dificultad del movimiento del suelo, la morfología mutante donde apoyábamos los aparatos de medición bajo la atenta supervisión docente, las anotaciones y borrones en la planilla sobre la que escribíamos datos, se parece mucho al descanso que es de algún modo también la conquista de un territorio, que se calcula bajo la magnitud del tiempo y se desmarca del observador que llevamos dentro y nos persigue en la vigilia para calibrarnos el sueño con precisión de relojería.

Las responsables de Topografías del descanso –este maridaje poético en forma de muestra- son las diseñadoras Diana Cabeza y Analía Sirabonian. Se trata de un espacio de exposición, reflexión y búsqueda, emplazado en el tercer piso del Alcorta Shopping, como parte de Proyecto Deseo, en el que distintos profesionales son convocados para pensar en conjunto el próximo mueble argentino, a partir de la exploración de materiales, el estudio del comportamiento de los usuarios y la búsqueda de nuevos espacios y formas.

En ese marco, Topografías se erige como un encuentro experimental desde el cuerpo y desde la palabra, sugiere nuevos paisajes oníricos -y casi surrealistas- para explorar con los materiales que nos acompañan, sostienen y acunan desde que nacemos. Atravesando tres pisos de movimientos humanos, velocidad y sonidos entremezclados, tan particulares de un centro de compras, el visitante de esta muestra finalmente llega a una sala en la que es invitado con amabilidad a sacarse sus zapatos -y con ellos ese vértigo que traemos desde afuera- y sumergirse en un sinfín de texturas mullidas, acolchonadas, curvas, que ondulan y alteran su densidad al tacto y en la pisada, que ascienden y se transforman en anillos gigantes para contenernos, piernas en alto. Niños y adultos juegan a rodar, se ríen, se animan a perder la forma habitual, arriesgan roles y otras acrobacias, se acomodan en rondas recostados boca abajo, para charlar como en un césped demasiado perfecto para no ser comestible ni real.

Esta conjunción maravillosa que alude al territorio del reposo no sólo en la materialidad -literalmente está compuesto de la materia prima con la que se fabrican colchones- sino en el espacio poético que propone estética y lúdicamente, es parte de un recorrido e indagación en el que sus diseñadoras vienen trabajando independientemente -con el cuerpo, la topografía y la piel- desde dos disciplinas diferentes para finalmente converger en este abordaje común: primero en Pieles Topográficas (2017) en la Galería Monoambiente, con curaduría de Martín Huberman y este año en Topografías del descanso, con Grupo Piero como partner tecnológico. El territorio de esta instalación -explican sus autoras- fue moldeado en un material no natural, creado químicamente con propiedades propias y expresiones matéricas distintas en largos, anchos, espesores y pensado para sentarse o para un descanso horizontal. El desafío que se impusieron fue el de capitalizar la potencialidad de este elemento sintético y desde un lugar no tradicional reconstruir el propio territorio de esta topografía para generar situaciones de descanso insospechadas completando el territorio con esculturas habitables que alberguen nuestro cuerpo con estructuras móviles o portables que funcionen como un atuendo útil y variable. Esta exposición es sólo un eslabón más en el trabajo conjunto que están desarrollando, con pujante profundidad y cuya pulsión para explorar sigue viva ya que cada investigación o experiencia en lugar de cerrar puertas, abre ventanas hacia nuevos temas por explorar y transitar.

En este diálogo con El gran otro. Diana Cabeza y Analía Sirabonian profundizan sobre sus caminos individuales y cómo llegaron a este particular ensamble expositivo.

Diana Cabeza: En mi caso personal vengo trabajando en una investigación llamada Topografías Útiles se trata un relevamiento fotográfico que conlleva a reflexiones y contenidos para repensar el diseño de soportes de uso desde una manera despojada de paradigmas de uso precedentes.

Las topografías útiles surgen a partir de la observación del paisaje natural y de intuir usos a partir de las variaciones de su superficie o de la calidad del terreno.

Esta observación del territorio y del hombre en cuanto a su apropiación, dispara soportes que están más cerca de la naturaleza y de la intuición que de la construcción intelectual.

También explora el contacto entre una superficie natural con su piel de particular temperatura, textura, coloración y el contacto con nuestra propia piel; indaga ese espacio entre. Este relevamiento se aleja del proyecto objetual y acerca al vínculo entre hombre y soporte hasta confundirse con la topografía misma del lugar.
El proyecto «Nexo Piel» que desarrollé para la muestra Transitando, curada por Andrea Saltzman para Nike Argentina, refleja este concepto de espacio entre materializado en un layer inteligente, al concebir una zapatilla como una continua mutación que reacciona según la superficie que contacta. Hay una puesta en valor de la percepción a través de todos los sentidos, no solo el visual sino el táctil y hay una desaparición de lo objetual al convertirse la zapatilla a repensar, en un nexo piel entre la piel del cuerpo y la piel del contexto.

Analía Sirabonian: Por mi parte, la palabra topografía comenzó a ser un concepto consciente y activo a partir de la primera obra que realizamos juntas, Pieles Topográficas, que conjuga conceptos emergentes de investigaciones previas y que permitió una mirada macro del cuerpo con una topografía en otra escala. Mi investigación nace con el proyecto Entre Pieles, también curado por Andrea Saltzman, el cual explora el cuerpo y las pieles sociales que lo recubren y cómo éstas se comportan en tanto vínculo entre el cuerpo y el mundo. Entendiendo a la indumentaria como un layer que a veces aísla al cuerpo, le da identidad, autonomía e intimidad como ser independiente, o bien se comparte funcionando como conector social y otras veces actúa como nexo entre el cuerpo y el espacio, constituyendo y completando un paisaje. Como un lugar de uso común y colectivo.

Uno se encuentra en «Topografía del descanso» con gente que entra sin pensarlo y con otros que se quedan simplemente mirando, sonrientes, expectantes… ¿Cuánto hay de lúdico y cuánto de poético en la propuesta? ¿Qué espera de los visitantes y qué se propone frente al otro?

Si bien el foco de la obra es la investigación y búsqueda de situaciones de descanso no convencionales, los tipos de interacción varían tanto como la diversidad de visitantes; para los niños es un espacio lúdico, para los adultos un espacio de descanso o interacción social y para otros un momento de pausa en donde predomina la introspección. Nos interesa observar y estudiar los diferentes comportamientos ya que en esa dinámica descubrimos nuevas relaciones.

Resulta interesante la apuesta al monocromo, lo incontaminado cromáticamente, ¿cuál es el sentido de este efecto visual?

AS: Decidimos usar los materiales en su estado más crudo, sin ninguna alteración cromática. Con el tiempo y cambios en temperatura e iluminación, la espuma poliuretánica comienza a sufrir variaciones cromáticas: se oxida.  Construimos la obra siendo conscientes de estas modificaciones y respetando la naturaleza del material. La obra tiene un tiempo de experimentación para después continuar evolucionando.

A su vez, desde lo conceptual, el descanso no es solamente físico: el gesto, la postura o la actitud corporal ayudan a un descanso mental y a la vez sensorial, ya que el cuerpo se permite disfrutar de una pausa y esa pausa trasciende al cuerpo. El descanso visual forma parte de la obra. A veces descansar es simplemente cerrar los ojos unos segundos.

La monocromía permite aislarnos de la contaminación visual, homogeniza el contexto y nos permite estar inmersos en un espacio en donde prevalece la calma.

DC: La monocromía a la vez es una pausa que exacerba los sentidos poniendo en valor el material sin distracciones, exaltando las diferentes densidades del mismo con lo que implica en expresión y comportamiento respecto del contacto con el cuerpo.

¿Cómo trabajaron ambas artistas para crear esta muestra? ¿Cuál fue el aporte de cada una a la inspiración de la otra y cómo se trabaja en dupla ante una obra tan singular?

DC: Entre nosotras todo fluye y crece; no tenemos un sentido del límite en la exploración y esos es lo bueno, a su vez tenemos un sentido de la búsqueda de la belleza tanto en la perfección como en la imperfección, tanto en una sutura como en una herida, tanto en la tersura como en la arruga, tanto en lo turgente como en lo celulítico, tanto en la juventud como en la vejez.

AS: Partimos de lugares que nos conmueve a ambas, que se cruzan en algún punto. Como mencionó Diana, observamos el cuerpo y el entorno desde sus diferentes caras. Desde una totalidad que valora y reinterpreta, la marca, la huella, la cicatriz, y el cuerpo en sus diferentes estados. Cada una con su experiencia, bagaje técnico y conceptual, construimos y descubrimos nuevos lenguajes, materialidades, formas y dimensiones. Se trata de un aprendizaje mutuo.

Apostar a la reflexión sobre el descanso en una vigilia alocada, en medio de la vorágine de un centro de compras, es arriesgado y sin embargo funciona. ¿Creen que deliberadamente emplazarla en estos espacios, por contraste sensitivo y de velocidades, les da a los visitantes una mayor posibilidad de sumergirse -y disfrutar- en el juego, casi por contraste?

DC: Emplazarla en un shopping y en el patio de comidas no fue algo esperado; la caja de la obra original además tenía techo y límites con aislación lo que hubiera completado el concepto de burbuja de descanso colectivo y si lo entendemos desde ese lugar con la construcción adecuada es algo acertado. La obra funciona como una ventana: por un lado, nos ofrece la posibilidad de experimentar el descanso desde un lugar inédito no instalado en nuestra memoria y por otro lado nos abre nuevos programas para pensar a futuro, nuevas formas de resolver la pausa en la intensidad de la vida urbana.

AS: La naturaleza de la obra busca espacios más calmos y despojados desde lo visual hasta lo sonoro, pero evoluciona a partir de la experimentación y esta instancia de exposición es parte del proceso. Es interesante ver también cómo la obra responde a este tipo de contextos. No es lo mismo ubicarla en un museo, un shopping, un contexto académico o en un espacio de uso común dentro de un entorno laboral. El concepto de descanso varía dependiendo el lugar, sus visitantes y en consecuencia el tipo de interacción con la obra.