Entrevista a Adriana Fernandez Costanzo

Por María Fernanda Noble

 Las diferentes disciplinas artísticas contemporáneas, nos exigen especial atención para encontrar la clave de lo que los artistas quieren transmitirnos. La pintura de Adriana Fernandez Costanzo es provocativa, porque en ella encontramos una particular forma de decir a través del color. Colmada de sentimientos, advertimos una artista que nos devela un mundo de imágenes fantasmagóricas, con las que construye una síntesis expresiva encomiable. El Gran Otro quiso entrevistarla para que nos cuente sobre su próxima muestra:

¿Cómo empezaste?

Empecé en la Universidad Popular de Belgrano, luego estuve unos cuantos años con Susana Pastrana, Miguel Angel Vidal, y desde el 2001, empecé en el Museo de Arte Decorativo con Víctor Chab y, luego de un tiempo de seguir por mi cuenta, me reencontré con Chab en sus talleres de pintura. Mis primeros años pinté más abstracto, luego fui pasando a lo figurativo, de acuerdo a distintas cosas que iba sintiendo o viviendo.

¿Dibujas?

Al principio si dibujaba, pero más que nada paisajes. Pero me identifico más con el color y a través de mis inicios con Víctor Chab empecé a ver un poco más todo, a través del automatismo.

¿Con qué tipo de materiales trabajas?

Actualmente trabajo con óleo, usé acrílico en alguna época, también realicé obras con técnicas mixtas y collage.

Veo que usas una paleta con colores muy variados

Tengo épocas, en algunos momentos me identifico más con algunos colores, nunca sé que voy a hacer, pero con los colores a veces si. En mis pinturas van apareciendo seres, personas. Distintas cosas a través de las líneas, y lo mismo pasa con los colores.

¿A qué edad empezaste a pintar?

Desde los 15 años, trabajando más a través de los colores y las manchas, y después con Víctor es con quien comencé más a nivel surrealista, sin saber a dónde voy cuando empiezo a pintar.

¿Cuánto tiempo te lleva hacer una obra?

Depende los tamaños y las épocas, el óleo tarda en secar así que trabajo bastante con eso y me lleva varios días.

Hay algunas obras tuyas donde utilizas el esfumado ¿Qué nos podes contar al respecto?

En una época utilice más cantidad de pigmentos y  pinturas en mis obras, pero ahora trabajo con una técnica mucho más suave,  con aceite voy logrando que quede más líquida.

Que interesante esta obra llamada «Sueño del Inca»…

Son distintos símbolos latinoamericanos, entre los colores y la forma sentí que tenía que ver con eso.

¿Pensaste alguna vez en articular tu obra con algún soporte tecnológico nuevo?

Si, hago circular mi obra a través de Facebook aunque todavía no lo arme como sitio.

Cuéntanos sobre  tu obra «Resurgir», ¿en qué te inspiraste?

Esta obra me gusta mucho porque cada uno ve distintas cosas, pero para mí es como un ser que está en movimiento, que está saliendo, y justamente resurgiendo. Lo hice en una etapa de mi vida complicada y realmente cuando lo empecé a pintar me salió así, y así lo siento, como un resurgir. Me identifico mucho con esta obra y la expuse hace poco en el Centro Cultural Plaza Castelli.

¿Cuáles son tus referentes nacionales e internacionales?

Internacionales me encantan Dalí, Picasso, Magritte. De acá me encanta Victor Chab.

¿Tienes planificada alguna muestra?

El 3 de noviembre hago una muestra en la Galería Liliana Rodríguez. Allí voy a mostrar lo último en lo que estuve trabajando. Estoy experimentando bastante porque es lo que me fascina y apasiona.

¿Crees que tu pintura se puede articular al arte contemporáneo?

Creo que mi obra resulta provocativa, convoca a la interacción con las personas. Me gusta hacerla circular por las redes sociales. Se que a distintas personas la misma obra puede provocarle distintos tipos de sentimientos, pensamientos o sensaciones. Desde ese punto de vista creo que se articula con lo contemporáneo.

Adriana es de pocas palabras, pero como dice Baltasar Gracian «Lo bueno, si breve, dos veces bueno» Lo interesante de la obra de esta artista,  es que a través de Internet, ventana virtual, ha logrado un dialogo abierto con la gente, en un lugar en el cual no existe el temor a desnudar los sentimientos.

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