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10 diciembre, 2020

Nacho Marciano: “Me gusta estar reinventándome”

Por Roberto Papateodosio

Nacho Marciano: “Me gusta estar reinventándome”

Nacho Marciano pertenece a ese linaje del artista que se manifiesta en todos los soportes que considere necesarios, y que conforman la Obra como Totalidad. Como Guillermo Iuso o Fabio Kacero (donde los une la plástica, la poesía y la música) se trata de superar la instancia de colgar una tela en una pared y nada más. Hay en esa toma de decisión, si ahondamos más, también una idea de reinvención.

Tomemos un poco de distancia y observemos su recorrido: nos vamos a dar cuenta que sí, que el plan es justamente ese, la construcción estética a partir de múltiples ideas llevadas a la práctica empezando de cero; que puede ser el desarrollo de algo anterior o incluso antagónico, en donde no hay espacio para la nostalgia.

Desde Ahora (un nombre que es todo un manifiesto, y que, salvando las distancias, me recuerda a TS Eliot y el inicio de “Cuatro cuartetos”: todo instante es el presente eternamente/lo que pudo haber sido y lo que fue/tienden a un solo fin, siempre presente) su primer proyecto musical importante, y con varias exposiciones individuales a cuestas: Vacaciones curada por Daniel Joglar e Instantes curada por Vicente Grondona, hasta Fábrica de música, su próxima instalación sonora-plástica, Nacho Marciano se reinventa una y otra vez, sin mirar atrás, camaleónico, estimulante y adictivo.

 

¿Qué importancia tienen las artes plásticas en tu vida?

Tanto la pintura como la música forman parte de mi vida desde que tengo recuerdos.

Empecé a pintar y dibujar desde muy chico, dibujaba todos los días, varios dibujos en un día, en lápiz, fibras o marcadores de colores. Dibujaba ciudades, parques… bandas de rock tocando en escenarios, al mismo tiempo escuchaba los vinilos que tenían mis padres en el living de mi casa. Y tocaba el piano.

Después empecé a interesarme por las biografías de los pintores impresionistas, comencé a mirar las pinturas y leer en libros de historia del arte que tenía mi tía, que era ceramista, y  también me compraba libros y suplementos de arte. Como todo niño, creo, los pintores que me llamaron la atención y admiraba eran Van Gogh, Picasso, Dalí, en especial los impresionistas. Más adelante en la adolescencia conocí a Andy Warhol y los artistas pop americanos, y David Hockney, y todo cambió.

A los 12 o 13 años, decidí pintar “en serio”, sumergido en las biografías que leía… ¡quería ser pintor! Fantaseaba con una vida bohemia entre bastidores y trementina… y mi tía me regaló pomos de óleos, bastidores de tela y paspartou y un atril. Todavía conservo algunos de esos primeros óleos.

Al mismo tiempo formaba mi primera banda de rock. ¡Porque también quería ser estrella de rock!

Años después tuve que elegir qué estudiar al terminar el colegio secundario y me decidí por Arquitectura, la cual cursé un año y dejé, para ya en 1998 meterme en la Facultad de Bellas Artes, en la cual cursé grabado, arte impreso y dibujo, durante aproximadamente cuatro años.

Luego me dediqué casi exclusivamente a la música, tocando en vivo y grabando, para volver a la pintura unos años después.

En ese momento mis días pasaban entre las pinturas y la música. Entre pintores y músicos, entre cuadros y discos, entre imágenes y canciones. Entre muestras y recitales. Como hoy en día.

 

 

Pasaste por varios procesos técnicos en tu obra plástica. ¿Podés describirlos?

Como te conté comencé con lápiz y marcadores de colores sobre hojas, en mi infancia. Pasé por óleos y en Bellas Artes incursioné en el grabado, con litografias, xerigrafias y diferentes técnicas.

Después me pasé al soft pastel o tiza pastel, la que fue la técnica usada para mi primera muestra individual en la galería Pasto.

Para mi segunda muestra individual también usé pasteles. Y también los expuse en Barcelona y Madrid.

Ya para estas nuevas series que estoy trabajando en este momento, estoy usando témperas y acrílicos.

 

 

¿Crees en el concepto de “reinvención”?

Me gusta estar reinventándome. Cambiar, para mí, es una forma de oxigenarme, de evolucionar, de progresar. De avanzar y no quedarme detenido en el pasado. Estar siempre en el presente. En constante movimiento creativo. A eso llamaría reinvención.

No quedarme en lo establecido, en lo esperado, en la comodidad de una disciplina. Moverme y ser escurridizo a las etiquetas. Así como moverme entre la música y la pintura.

Podría decirse que soy versátil.

 

 

¿Ahora qué estás haciendo?

En este momento estoy trabajando en tres series completamente diferentes al mismo tiempo.

Fábrica de música, una muestra instalación donde convierto una galería de arte en una tienda de discos y posters. Contiene cien tapas de discos, carátulas, portadas de artistas, grupos y solistas ficcionales y yo mismo,  pintadas en acrílico, pastel o temperas sobre cartón,  y cada una de esas obras tiene su propia música, sus canciones originales. Las cuales también formarán parte de un álbum.

La otra serie es de parques, bosques, selvas e interiores, nocturnos, pintados con témperas y acrílicos.

Y la tercera serie es una de retratos sólo en acrílico.

 

¿Trabajás con alguna idea “clave” o recurrente?

En general trabajo “inspirado” o “estimulado”, tanto para pintar y dibujar como para componer canciones, por situaciones sociales o personales. Imágenes, fotos, viajes o ambientes vividos o con deseos de vivir. Pueden ser unas vacaciones por la costa de España como una temporada en una casa quinta en Parque Leloir o City Bell, o un viaje a La Pampa… paseos por parques de cruising, en ciudades visitadas, paisajes… personas que me interesen, desayunos, piletas o comidas.

 

 

¿Crees que el arte debe cumplir algún tipo de función?

Voy a citar a mi gran amigo, socio y compañero de la vida Roberto Jacoby: “Creo que el arte, si tiene algún sentido, es el hecho de que es la única actividad humana adulta que no tiene por qué explicar una finalidad o una utilidad; el arte es un juego y crea sus propias reglas. Y el juego es algo fundamental en la humanidad. Que exista el juego es una función social importantísima. Eso es lo más importante del arte. Y jugar con reglas que no existían antes. La diferencia entre los juegos de los niños y el arte es que los niños juegan con reglas que preexisten. El arte, en cambio, crea sus propias reglas. Cada artista funda su propia constitución; funda las reglas con las cuales va a jugar. Y esto es, justamente, lo que más se parece a un ejemplo de la libertad”

Comparto lo que dice ciento por ciento con él. No lo podría expresar mejor.

 

 

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