Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Menu +

Arriba

Top

29 julio, 2019

Imaginarios audibles

Por Pablo Paniagua

Imaginarios audibles

Entrevista a Pablo Bas

En el Parque de España (Rosario) se presentó la exhibición internacional La Tierra no resistirá. En ese marco, el músico y artista sonoro Pablo Bas, presentó la instalación sonora Imagina (ríos) aurales. Aquí nos cuenta sobre mapas sonoros, el proyecto La Tierra no Resistirá y reflexiona en torno a las grabaciones de campo y el uso de la tecnología.

 

– ¿De dónde sos y cuál es tu formación?

– Nací en General Roca, Río Negro. Viví toda mi vida en la Ciudad de Buenos Aires, por lo tanto soy porteño, digamos. Pero tengo una cosa cultural con la Patagonia, cuando estoy en esos paisajes, algo íntimo vibra, pasé grandes temporadas de mi infancia: los veranos, las vacaciones de invierno.

Vengo de una formación musical de toda la vida, bastante ecléctica y autónoma; empecé estudiando en el Collegium Musicum a los ocho o nueve años.

– ¿Es un conservatorio?

– Es una institución tradicional, de formación musical, sobre todo para niños.

Estudié guitarra en la academia de Walter Malosetti. Estudié con muchos maestros particulares: Manolo Juárez, Celina Rosenthal, María del Carmen Aguilar, Daniel Jáuregui, Alejandro Moro, Luis Borda, entre otros. No terminé una carrera institucional.

– ¿No cerraste esta etapa por cuestiones que tenían que ver con la carrera o por otras cuestiones?

– Principalmente, tenían que ver con mi, muy mala, relación con todo lo que fuese institucional. Tenía una mirada muy anarco y no me podía sostener en esas estructuras. Por un lado, sigo manteniendo algunas de esas cosas pero, paradójicamente, doy clases en la universidad hace casi 20 años y tengo actividad académica con presentaciones de ponencias en congresos, como miembro de grupos de investigación y publicaciones.

 

 

 

– ¿En qué momento entran o cómo aparecen estas cuestiones de los mapas sonoros y la posibilidad de grabar paisajes y demás?

– Eso viene de lejos, me interesaban los sonidos ambientes, fantaseaba con utilizarlos en la música, no lo hacía o lo hacía a medias, pero estaba la inquietud. Alguna vez tuve una grabadora DAT y salí a hacer grabaciones a la calle que era algo completamente novedoso y de ese modo empecé. A pesar de que  había gente con trayectos recorridos en la materia yo comencé un poco intuitivamente. Por otra parte comencé a hacer música para audiovisuales. Allí se presentaba la cuestión de que, aparte de la música, estaba el sonido. De ese modo me interesé aún más por los sonidos concretos, comencé a incorporarlos a mis trabajos y eso, poco a poco, me condujo a componer piezas electroacústicas en las que utilizo sonidos tomados de grabaciones de campo

– ¿En qué momento entra la necesidad del mapa? Porque ahí se da un cruce entre una topografía y elementos sonoros de un determinado lugar, con toda la carga política que entra directa o indirectamente en juego.

– Bueno, los mapas sonoros, como los conocemos hoy, surgieron con la web 2.0. Con los mapas satelitales, la interactividad.

 

 

 

– En el taller que diste, en un momento hiciste una aclaración del tema de la representación, en el sentido de que uno graba, y eso que está ahí, en la grabación, no deja de ser un recorte, más allá de lo representado.

– Sí, este aparato que está grabando (señala la grabadora sobre la mesa) tiene un diseño, una concepción de la realidad de los sonidos, de cómo tomarlos. No es un elemento natural, es una forma cultural de vinculación con el entorno y con los otros que es propia de una cultura. Es una particularidad que se da en nuestra época y que responde a cierta mirada, a cierto carácter epistemológico que le da la posibilidad de ser a esta forma de captar, de generar un material nuevo con las vibraciones que están en el aire. Después lo ponemos a reproducir y se van a escuchar nuestras voces. Vamos a pensar que somos nosotros, pero son unas grabaciones de nuestras voces. Tienen unos bits que la componen, ya no hay cuerdas vocales. Hago hincapié en eso porque me parece que hay una naturalización de los medios y la tecnología. Esta tecnología aparece como neutra, como acética, como transparente y tiene una tremenda carga política. Tiene que ver con cómo nos vinculamos entre nosotros, cómo nos vinculamos con el mundo. Con qué sentido de realidad creamos nuestras vidas en un momento terrible, de cosas sumamente negativas que están pasando. Me parece que poder tener una reflexión crítica sobre estas cosas, puede ayudar de alguna manera, por un lado, a desnaturalizar todo esto y a ver, con esa desnaturalización, qué está pasando.

Creo que tiene que haber un punto de vínculo entre este grabador y la destrucción de los mares o de los bosques. No me parece que no pueda tener nada que ver; que sea solamente que no me den la bolsita en el supermercado entonces ya está bien. Son parte de una apropiación, uso y descarte.

Me parece que está bueno tener una mirada crítica permanente y sobre todo en las cosas que uno naturaliza, el uso de la tecnología es una de ellas, lo damos por hecho.

Los mapas también; vemos, usamos los mapas. El espacio es una construcción, describir el espacio es una forma de disputa, de poder y de significación. Me parece que en el mapa sonoro también se da esa particularidad; lo veo como un soporte de creación audiovisual, puede tener mayor o menor referencialidad, pero bueno, son representaciones. En la representación, respecto de aquello que pretende representar, siempre hay un espacio, una distancia que queda librada a un sentido, quizás, poético.

– ¿Cómo definirías una instalación sonora?

– Es un tipo de obra que se puede enmarcar dentro de lo que se llama; arte sonoro. Lo más característico es que su eje discursivo está dado por el sonido y puede cruzar por multiplicidad de lenguajes diversos.

Otra característica de la instalación sonora es la ocupación del espacio, ocupa un espacio físico de una forma diferente que una ejecución musical, donde también hay una ocupación del espacio.

– Y esta instalación ¿La hiciste en Rosario?

– Sí, está basada en las grabaciones que se van a utilizar para los mapas sonoros del Delta de Campana e Isla Paulino.

La idea era que, de cada parlante saliera una información diferente. Generar texturas con los ambientes, con las voces, con todo lo que hay en esos materiales que, de alguna forma, muestran un panorama variado y amplio de las distintas expresiones de lo que encontramos en esos lugares, todo el tiempo transformándose, mutando.

La muestra se llamaba La Tierra no resistirá, fue una exhibición que incluía todos esos trabajos sobre los humedales de la cuenca del Paraguay-Paraná hasta la desembocadura del río de La Plata, donde esta Isla Paulino. También hay trabajos de un proyecto hermano que está hecho sobre la cuenca del Mississippi que también cuentan los problemas de la gente, las contaminaciones, el uso de las aguas. El Mississippi junto con el Paraná son de los principales humedales que hay en el planeta.

Esta muestra fue realizada con la coordinación de Alejandro Meitin, Bryan Holmes que es el que vino con los trabajos del Mississippi, donde participan otros artistas también y Graciela Carnevale que es destacada artista argentina, vive en Rosario y fue la curadora de la muestra.

 

 

La muestra La tierra no resistirá estuvo expuesta en el Parque de España de Rosario, desde el 28 de febrero hasta el 08 de marzo de 2019.
Para acceder a los trabajos de Pablo Bas, pueden entrar a su página: https://pablobas.com.ar
Para acceder a los mapas sonoros: https://pablobas.com.ar/mapas_sonoros.html

Las fotografías son gentileza de Francisco Bas.