Andrés Sobrino, un artista proyectual
Por Laura Farías
Cuando la geometría está en el arte, da paso a otras formas, otras líneas, otras imágenes infinitas. El artista tucumano redefine los objetos con diversas plataformas, colores y materiales, abriendo así, un abanico de posibilidades.
Diseñador Gráfico, con algunos años de estudio de la carrera de Arquitectura y de base colegio técnico, Andrés Sobrino proyecta así su arte de manera continua en formas y objetos y se orienta, en su mayoría, a las obras geométricas. Oriundo de Tucumán, hace 30 años que vive en la ciudad de Buenos Aires donde tiene su taller. Allí guarda sus obras o “series” como a veces suele llamarlas, porque se “re-ensamblan” a su criterio, siempre que tiene que exponer.
Varios sitios exhibieron el talento de Sobrino, como el Centro Cultural Ricardo Rojas, La Casona de los Olivera, Museo Malba, Fundación Klemm, MK Galerie (Rotterdam), Fundación Proa, Fundación Telefónica, Museo Provincial de Bellas Artes (Tucumán), Braga Menéndez Arte Contemporáneo, Galeria Nara Roesler (San Pablo), VVV gallery (Madrid), Centro Cultural Recoleta, Museo Geométrico de Arte Construido, Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino / Macro (Rosario), Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” (Santa Fe), Museo de Arte de Tigre – MAT, Museo Caraffa (Córdoba), Alejandra von Hartz Gallery (Miami), Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (BA), Museo MACBA (BA), MAMBA Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Le 19 Centre régional d’art contemporain de Montbéliard (Francia), Galería del Infinito Bogotá (Colombia), Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, Museo Provincial de Bellas Artes de Salta.
En sus exposiciones, además de sus obras, se puede ver un libro que resume sus últimos 6 años de trabajo. Para conocerlo mejor es ideal porque muestra su territorio, su paleta de colores, sus diversas plataformas donde plasma su arte. «En el libro voy mostrando lo que hago y cómo lo hago; cuál es la diferencia de una obra de 2011 con una del 2019 y ahí empiezan a aparecer combinatorias nuevas. Lo que yo veo es una evolución de la perspectiva, como una línea. El espíritu igualmente no cambia. Trabajo sobre tablas, MDF, laminados, latas, papel u otros materiales; esmalte sintético de catálogos que me he apropiado, de marcas particulares y si necesito alguna paleta particular, la mando a preparar. Mis únicas operaciones sobre el color las hago en general sobre los negros o blancos. Yo me impongo las limitaciones y sobre esa base, con lo que tengo, empiezo a trabajar pequeños sistemas gráficos o pictóricos. Quizá proyecto 12 variables de una misma obra, pero ejecuto luego dos», comenta Sobrino.
«Me defino como una artista proyectual porque considero que vengo de disciplinas relacionadas como la arquitectura y el diseño gráfico y eso tal vez, me ubica en ese lugar. Algunos me definen como geométrico, pero sin pensarl, mis procedimientos terminan en parte a eso. No defino que mis materiales utilizados como el azulejo sea cuadrado, es cuadrado. Entonces tomo ese objeto -que ya posee un color y una forma- y lo apropio, lo reproduzco, lo materializo y le agrego pigmentos.
En cuanto al consumo de este tipo de obras, el mercado está. Si bien la diversidad de lo geométrico es bastante amplia, me considero también como un “border”. Hago una geometría especialmente dura por los elementos utilizados. Siento que esta, no es del todo amigable y por lo general, los que vienen a verme es porque ya conocen mi trabajo de alguna manera. Llegan a mi taller por mis obras y luego, no se llevan las más actuales, sino a veces se llevan obras que ya tienen cinco años. Hay como una comprensión tardía pero que finalmente se reconoce y es algo que me da mucha gratificación», asegura el artista.
En las últimas exposiciones, Sobrino, cuenta que el objeto es el protagonista: «Realicé series con cuerpo, con relieve, de los propios materiales utilizados. Hay objetos encerrados en marcos que redefinen al marco, como que sostienen a la obra y no a la inversa, que es lo tradicional. También los hay pintados en madera de grandes dimensiones. Mi idea fue como abrir más el espacio y tomar más de él. Trabajo mucho con la instalación. La obra no termina en sí misma, sino que se relaciona también con el espacio que implica.
En general cuando realizo exposiciones me pongo en crisis, en el buen sentido. Cierro muchas cuestiones para poder darle cuerpo a las obras y al mismo tiempo siento que hay dos o tres caminos que me invitan a continuar por ahí».
Andrés Sobrino nos detalla que esta evolución es parte de lo buscado: «Cuento con un archivo de obras importantes, el reconocimiento de mis colegas, la crítica. Eso me hace pensar que pude avanzar con mi trabajo. He realizado muestras también en varios países y he trabajado para ellas. Como la logística suele ser complicada, voy con mis materiales y produzco en el lugar. Cuando realizo exposiciones, estas me llevan a nuevos proyectos. El trabajo para mí es como un hilo conductor, nunca se sabe dónde empieza y dónde termina».