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22 mayo, 2020

Reivindicar la poesía que nos salva

Por Verónica Glassmann

Reivindicar la poesía que nos salva

Seguramente a los que nos gusta la poesía hemos leído todos los grandes clásicos del género. Un género que todavía es sacudido con preguntas como ¿para qué sirve la poesía? Cuando a Borges le plantearon el eterno interrogante, respondió: “¿Para qué sirve un amanecer?”.

 

En El Gran Otro creemos lo mismo. Leemos, difundimos, disfrutamos, apoyamos y amamos la poesía porque nos emociona, nos conecta con lo esencial, nos hace recorrer nuevamente el camino hacia nosotros mismos, hacia aquellos sentimientos de nuestro corazón que en tiempo de postmodernidad parece fuera de moda manifestar.

Sin embargo, la poesía continúa ahora cumpliendo una función de rescate. Un lenguaje entendido como ejercicio de libertad, una ventana que sirve para respirar más allá de los impuestos, la magia de recuperar lo innegociable, el poder creativo del amor, el futuro utópico, los sueños, la voz valiente que nombra lo distinto.

Por esto, la poesía actual, transgresora del gusto de lo bello e insustancial, elige rechazar el papel que la degrada llevándola a estereotipos de lo torpemente romántico.

Bajo estas premisas decidimos presentarles a la editorial “Santos Locos” y conversamos con Marcos Gras, su editor.

 

¿Cómo nace una editorial que se dedica exclusivamente a publicar poesía?

Santos Locos es una editorial que nació de la necesidad de difundir o dar a conocer lo que veíamos que estaba pasando en el circuito de poesía.  Había (¿hay?) una suerte de peregrinar de editorial en editorial por parte de los escritores buscando ser editados y en ocasiones, esa búsqueda puede ser frustrante. Cuando fundamos la editorial, en el 2013 lo hicimos con la intención de acortar ese camino. Buscamos darle solidez y profesionalismo a un sector (el de la poesía) que en ocasiones es ninguneado por los diferentes actores que componen el mundo editorial. Veíamos que había producciones muy interesantes que no tenían llegada o que morían en la autoedición y la poca distribución. Así que nos concentramos en esos puntos, ediciones con un buen caudal de ejemplares y una distribución y difusión más o menos digna. Básicamente queríamos que los libros se consiguieran. En ese sentido el salto tecnológico de los últimos años vino a cambiar la ecuación y nosotros (y muchos otros) lo vimos o lo intuimos y nos sumamos a esa ola.  Editamos poesía porque es el formato en el que nos sentimos más cómodos. Tuvimos durante años un ciclo que se llamaba Santa Poesía y por el desfilaron muchos poetas y artistas.

 

 

¿Cuáles son los procesos hasta llegar a cada publicación?

Tenemos dos modalidades de recepción de libros. Recibimos originales y pedimos libros a poetas que seguimos o que nos gustan. A medida que el catálogo fue creciendo, a nuestra propia búsqueda de autores le sumamos la que nuestros autores nos proponen. Es así que si viene un autor de Santos y nos dice: “Pedile un libro a fulana”, seguramente lo hagamos porque creemos mucho en la sinergia y en la química del catálogo. Una vez que pedimos o recibimos el original lo trabajamos junto con el autor. En Santos tenemos como una de nuestras patas más fuertes el reivindicar el oficio del editor. No creemos que el editor sea un gestor o mediador entre la imprenta y el autor. Hay por sobre todas las cosas una idea, un proyecto estético e ideológico que va de la mano con la selección y con el trabajo en el libro. Los libros hay que trabajarlos y ese trabajo genera roces, idas y vueltas, pero en general siempre termina bien. Una vez tenemos el libro buscamos el ilustrador para la tapa en donde también seguimos una suerte de criterio estético. Nuestra propuesta estética es semi artesanal, tapas confeccionadas en imprentas de tipos móviles e interiores en laser, encuadernación binder. Usamos la ilustración y mediante un proceso artesanal, creamos un cuño que pueden usar las imprentas para reproducirlo

 

Sabemos que la editorial realiza un interesante vínculo en red con la librería La Coop. ¿Cómo llegaron a decidir la necesidad de lograr ese entramado de trabajo?

Descubrimos que podés hacer los libros más hermosos del mundo pero que sin una correcta distribución y una presencia sostenida en el circuito de ferias es muy difícil tener un proyecto autosustentable. Eso chocaba con nuestra autogestión y el control de nuestros libros que queríamos llevar. Estábamos en ese callejón sin salida cuando encontramos a La Coop, una cooperativa de editoriales independientes y autogestivas que se estaban juntando porque tenían las mismas inquietudes que nosotros: Distribución, logística, prensa, presencia en ferias. Gracias a esta unión profesionalizamos aún más nuestro trabajo, llegamos a más lugares en la Argentina, participamos anualmente en más de cincuenta ferias en todo el país y desde hace cuatro años en La Feria del Libro de Buenos Aires con stand propio. El salto cualitativo de la editorial desde que pertenece a La Coop (2015) es innegable y nos llevó a ponernos cada vez metas más altas. Mejores libros, más ejemplares, mejor difusión. Además en 2016 La Coop abrió librería propia y eso hizo que nuestros libros tuvieran otra impronta porque todos nuestros lectores saben que en Bulnes 640, en el barrio de Almagro, siempre van a encontrar nuestro catálogo completo, además de que La Coop Librería es un espacio donde organizamos lecturas, charlas y talleres. Mediante nuestra participación en La coop conseguimos feriar internacionalmente en Chile, Bolivia, Uruguay, México, Perú, Nicaragua…Algo que no pensábamos ni en nuestro universo más optimista.

 

¿Cuántos autores tienen y en qué novedades están trabajando?

Hoy manejamos un catálogo de treinta autores y tenemos un ritmo sostenido de publicación de entre seis y ocho novedades anuales. Además, expandimos nuestros horizontes a juegos de cartas poéticos porque identificamos que muchos de nuestros lectores son docentes que quieren acercar la poesía a sus lugares de trabajo, así que armamos juegos de naipes que combinan juegos clásicos de cartas con la poesía de nuestro catálogo.

En el 2020 sacamos dos libros en Abril: “La felicidad no es un lugar” de Gustavo Yuste (quinto poemario del autor) y “Años de casa” de Antonella Vulcano (primer libro). Para lo que queda del 2020 tenemos planeados los siguientes lanzamientos: “Acaricio perros” (primer libro de poesía de Consuelo Iturraspe ), “Los planetas” (tercer libro de Marcos Gras), “Manual de instrucciones” (libro que recopila parte de la obra de la poeta chilena Gladys González, reciente ganadora del premio de poesía joven Pablo Neruda en su país), “El rio se adelantó de golpe” (primer libro de poesía de Acheli Panza, quien viene de publicar narrativa) y por último está en imprenta nuestro segundo juego de cartas que se llama “La sociedad de los poetas muertos” y va a dar que hablar.

Santos Locos es una editorial pensada para leer poesía, escribir poesía y no dejar de hacer ninguna de esas dos cosas. Hacemos libros que desmitifican esa mentira que habla de que la poesía es para pocos o que es algo elevado y difícil. Hay, en este sentido, una frase que define nuestro camino editorial que dice: La poesía no se define, se la reconoce, es del poeta Alberto Girri.

 

 

 

Por último, nos pareció importante leerlos a ellos, los protagonistas, los autores que nos dejan sus corazones en cada hoja y les preguntamos ¿por qué escriben poesía?

Paula Brecciaroli autora de “La sinceridad de un golpe”:

“La poesía es algo que está todo el tiempo rodeándonos, la poesía es el aire. Nos envuelve, nos rodea, es invisible y necesaria para vivir.  Pienso, ¿por qué no escribir poesía? Si cada vez que abrimos los ojos está adelante nuestro.  Se vuelve una necesidad.  Es la intención de hacer de eso inmaterial algo asible, pasarlo al lenguaje y darle materialidad.  La belleza, los sentimientos o la forma en que la luz recorta un objeto.  Jugar con unas pocas palabras y tratar de conformar, con lo mínimo, algo que perdure de ese instante.   Y con un poco de suerte, la magia sucede y es poesía”.

Natalia López autora de “La suerte en el error”:

“Me parece que la poesía es contagiosa. Cuando empecé a ir a talleres, y vi que mis pares escribían poesía, no me pude resistir. Un día probé y me pareció algo tan libre que no pude parar. Con el tiempo, además, descubrí que la poesía es necesaria para escribir cualquier tipo de texto. Entonces, creo que escribo poesía para escribir mejor y, también, porque es un género que te saca del formato tradicional y te lleva a decir otras cosas”.

Tomás Litta autor de “Fruto rojo”:

“Me pasan dos cosas: A veces, la poesía en sí me parece un acto instintivo. Escribimos poesía porque necesitamos escribir. Tiene algo de instrumento decodificador de las emociones, porque me ayuda a poner sobre la mesa, a procesar, a entender cosas. Y también me ayuda a hacerme otras preguntas. Por eso creo que también la poesía a veces incomoda, en el buen sentido. No sé si escribir poesía es un mecanismo de respuesta. Pero sí de decodificación. Ese acto instintivo, de necesitar plantear esas inquietudes, encuentra en la poesía un terreno llano, donde el lenguaje nos atraviesa, donde las palabras aparecen, se te cruzan. Y ahí escribís, porque lo necesitás.

Y por otro lado, también hay momentos donde siento que la poesía en realidad no sirve para nada, y eso también es valioso. En un mundo que nos persigue con la presión de estar todo el tiempo, constantemente sirviendo para algo, encontrar un espacio donde poder, sencillamente, no hacer nada, dejarse estar y ser libre, jugar con las palabras y con el corazón, está buenísimo. Es como un reparo”.

 

 

En estos días de aislamiento, soledad e incertidumbre te invitamos a sumergirte en un género hermoso que reivindica el amor en todas sus formas y nos salva. Aun, en lo que respecta a la poesía, queda mucho por decir y disfrutar.

https://santoslocos.com.ar/