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21 diciembre, 2018

Cuando las paredes gritan

Cuando las paredes gritan
Por Bárbara Vincenti

 

Dibujos Textuales II de Ana Gallardo da cuenta del horror sucedido en la contrainsurgencia en Guatemala, a partir de la carga simbólica de los opuestos: el blanco y el negro, la palabra y el silencio

El espacio entre un grito y su silencio tal vez sea un agujero negro. Allí se sitúa Dibujos Textuales II de la renombrada artista rosarina Ana Gallardo. La muestra, montada en la Galería Ruth Benzacar en el barrio de Villa Crespo, consiste en diez obras de aproximadamente cuatro metros por tres. Son dibujos completamente negros realizados con carbonilla. En la parte inferior se pueden leer testimonios de mujeres que contemplaron o sufrieron el horror en Guatemala, producto de la masacre realizada por la forma estatal finquera-contrainsurgente a principios de la década del ochenta sobre la que comunidades indígenas de áreas rurales fueron víctimas del «castigo» y del «control poblacional».

Los gritos, silenciados, se encapsulan en las paredes de la galería, como si un susurro se escapara detrás de ese negro pleno. Gallardo los escucha y comprueba que hasta lo innombrable puede articularse en palabras. La artista borra el negro para formar las letras que componen frases como por ejemplo «y vieron al teniente violar a una de ellas frente su madre». Todos estos gritos formateados para el silencio, rodean al espectador que recorre la galería, cercando su perímetro, transmitiendo el agobio que sintieron quienes dieron este testimonio.


Ana Gallardo nació en Rosario en 1958 y realizó exposiciones individuales tanto en el país como en el exterior, en la galería Alberto Sendrós (2003, 2006 y 2009), la galería Ignacio Liprandi (2012 y 2014) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (2009), Sam Arts Projects, París (2013), y en Parasol Unit, Londres (2012), entre otros. Asimismo, participó de la 56
a Bienal Internacional de Venecia (2015), la 29a Bienal Internacional de São Paulo (2010), y la 7a Bienal do Mercosul (2009).

Desde noviembre de 2015 hasta abril de 2016 montó en MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) Un lugar para vivir cuando seamos viejos, muestra que incluía su experiencia cuidando a Estela, una prostituta postrada en una silla de ruedas. A partir de un proyecto en un geriátrico de prostitutas del DF (México) aceptó prestar aquel «servicio» que la directora de la institución le exigió a modo de condición. Estela murió antes de que la artista cumpliera con el número pactado de horas de trabajo, y, como resultado, Gallardo realizó la obra Extracto de un fracasado proyecto o el retrato de Estela (2012), una intervención de las paredes de una sala, escribiendo la historia (esta vez negro sobre blanco) de lo vivido con ella. Otra vez las paredes «contando» historias, testigos de una realidad que puede incomodar.

En el caso de Dibujos Textuales II, escritos tales como «nos hurgaron en nuestros sexos/ nos metieron las armas dentro cuentan la tragedia que surge de la oscuridad», que la artista escribe borrando, transmiten la sensación de que esa pared negra, que todo lo tapa, es en realidad simplemente polvo y éste no puede con el coraje de los testimonios de los sobrevivientes, no alcanza para acallarlos.

Cabe preguntarse, ¿cómo es posible, para aquellos testigos no desdoblarse? En la película La vida secreta de las palabras (2005) dirigida por Isabel Coixet, su protagonista es privada de la libertad durante la Guerra de los Balcanes. Ella narra durante el film cómo una persona fue torturada, como si fuese testigo de aquella experiencia y no protagonista, aunque es su cuerpo el que lleva las marcas. Cabe suponer que lo terceriza porque tanto dolor es inabarcable. Es interesante el punto de contacto de esta película con la obra de Gallardo ya que ambas, desde el arte, ponen en palabras e imágenes el horror, no sólo para darle lugar a la voz de las víctimas sino también para visibilizar aquello que la humanidad debiera prevenir aprendiendo de lo ocurrido.

Dice la artista rosarina que le interesa dar «valor a todos aquellos estados que generan dudas, incertidumbre, malestar». Esta intención se ve en la obra de la artista en general y, en particular, en Dibujos Textuales II, se leen palabras que narran sucesos, rodeadas no de silencios si no de gritos, como si ese negro de carbonilla fuese la maraña de historias y cada pequeño testimonio se convirtiera en protagonista.

La tragedia como un agujero negro, aquel punto de extrema gravedad que todo lo contiene, todo lo chupa, todo lo absorbe. Las palabras que quedan están en la periferia y mejor leerlas pronto y que no caigan en aquel hueco que es, a veces, la memoria de la historia.

¿Y qué es el arte sino vehículo de lo acallado para salir a flote? ¿Y qué lugar ocupa el artista contemporáneo si no de ser aquel o aquella que evidencia lo que no deberíamos olvidar?


Dibujos textuales II
de Ana Gallardo
Puede visitarse hasta el sábado 5 de enero de 2019
Galería Ruth Benzacar

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