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El arte como juego – Alexander Calder en Fundación Proa

El arte como juego – Alexander Calder en Fundación Proa
Por Luciana García Belbey

 

Fundación Proa presenta Teatro de Encuentros, una exhibición que recoge los trabajos más destacados de Alexander Calder realizados a través de 60 años de destacada trayectoria artística.

Al menos una vez al año Fundación Proa presenta muestras internacionales que nos permiten conocer la trayectoria de figuras clave del arte moderno y contemporáneo. Este, sin dudas, es el caso de Alexander Calder. Teatro de Encuentros, exhibición curada por Sandra Antelo-Suárez, organizada en colaboración con Calder Foundation (Nueva York) y la Embajada de los Estados Unidos de América en Argentina. Con un diseño expositivo exquisito, la muestra permite conocer en profundidad la producción de Calder desarrollada a través de 60 años de destacada labor artística.

La primera sala nos introduce en la búsqueda de la acción y la interacción a través de sus primeros trabajos, como los dibujos a tinta pertenecientes al libro Animal Sketching, [Bocetos de animales], 1926, que recuerdan a ilustraciones de cuentos infantiles. En estos se evidencia el gran poder de síntesis y la asombrosa destreza manual del artista, que, con un mínimo de elementos plásticos y una riqueza gestual suprema, imprime a estos seres de una naturalidad y movimiento únicos. Se presentan, también, pequeñas esculturas de alambre, que, al igual que los animales, a través de pocas líneas parecen moverse y flotar en el espacio. Estos dibujos de alambre introducen ya elementos que serán la base de sus trabajos más reconocidos: los móviles y los stabiles. En estos verdaderos dibujos aéreos se ve el germen de la profunda innovación que Calder aportará a la escultura, a través de la introducción del vacío, la ingravidez, la liviandad y el movimiento.

La sala 2 presenta sus primeras esculturas y pinturas abstractas, creadas por el impacto que le causó una visita al estudio de Piet Modrian. También se pueden ver los primeros móviles de la década del ’30, que como muchos de los personajes de su mítico Cirque Calder (1926-1933), estaban motorizados o se accionaban a través de alguna manivela. Un mundo mágico y maravilloso, que deslumbraba tanto a grandes como a chicos. En 1931, su amigo y colega Marcel Duchamp, bautizó a estas esculturas “movibles”, muy fiel a su estilo, con un juego de palabras que, en francés, combina los términos mobile (móvil), y motif (motivo). Además de compartir su interés por el movimiento, otra coincidencia no menor, es la concepción acerca de la proyección de sombras de los objetos en el espacio. Duchamp solía decir que sus ready mades se completaban con su sombra, lo mismo pensaba Calder de sus móviles. Él creía que sus obras eran un todo con el espacio a su alrededor y sobre todo en diálogo con el espectador. Quería que sus obras fueran experiencias, no objetos de consumo, para Calder el espectador es la pieza clave de todo este engranaje, de ahí que toda su producción esté atravesada por una fuerte impronta lúdica.

En el centro de esta sala destaca una obra fundamental en la producción del artista, Small Sphere and Heavy Sphere [Esfera pequeña y esfera pesada], 1932-33. Su primer móvil colgante en el que ya se vislumbra la búsqueda de la acción, la interacción y la reacción de los elementos que componen sus obras. También incluye el sonido, algo que se repetirá en muchas de sus creaciones posteriores. Acompaña esta pieza una carta enviada a James Johnson Sweeney, curador de su primera muestra retrospectiva realizada entre septiembre de 1943 y enero de 1944, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. A pesar del pedido del artista ésta no fue incluida en la enorme exhibición de cerca de 100 obras, que, además de sus más conocidas esculturas y móviles, también presentaba retratos de alambre, dibujos, y diseños de joyas.

Al ingresar a la sala 3 nos deslumbra un universo lúdico, de constelaciones y formas aéreas danzantes, lleno de sonidos y colores vibrantes. Los móviles y esculturas, aquí reunidos, constituyen en conjunto una especie de gran ballet. Cada móvil es una muestra de la gran pericia de Calder a la hora de diseñar cada mecanismo. Se trata de verdaderas piezas de ingeniería, sus conocimientos en esta materia han sido fundamentales para este desarrollo tan minucioso. Cada elemento tiene una forma específica, el peso, el tamaño y la materialidad están pensados también según la acción y la reacción que se quiere provocar en cada objeto. Estos son los factores que provocan ese sutil movimiento que hace que todas las piezas cambien permanentemente frente a nuestros ojos. Esta gran cantidad de estímulos visuales y sonoros nos sumerge en una experiencia estética y sensorial extraordinaria, al ver danzar a estos objetos-ballet, al ritmo de una suave brisa imperceptible que muchas veces provocamos nosotros mismos.

Al fondo de la cuarta sala, cuelga imponente Black Widow, [Viuda negra], 1948, uno de los móviles de mayor escala de esta muestra, que por su peso y dimensión permanece prácticamente inmóvil. Calder disfrutaba hacer obras monumentales, sus Nubes flotantes instaladas en el techo del aula magna de la Universidad Central de Venezuela es un hito en este sentido. No solo es uno de sus proyectos de mayor envergadura, sino que además le permitió combinar el arte, el diseño y la acústica. Estos 31 paneles flotantes de acero y madera contra chapada contribuyen en la extraordinaria acústica de la sala. Por delante del gran móvil, y en diálogo con éste, se presentan dos “stabiles”, apodados de esta manera por otro de sus amigos, el también pionero de la escultura no-figurativa, Jean Arp. Estas critters, parecen invitarnos a bailar, ya que los facetados de las chapas de sus piernas dan una sensación de movimiento rítmico. El repertorio de esta última sala se completa con Crag [Risco], 1974, una escultura que combina el stabile y el móvil, junto con una serie de dibujos y algunas piezas de joyería.

Teatro de Encuentros nos permite conocer en profundidad la riqueza artística de Alexander Calder. Una propuesta creativa que revolucionó por completo la concepción misma de escultura, y colocó en el centro de la escena la experiencia del espectador. Hans-Georg Gadamer afirma, “[…] el juego es una función elemental de la vida humana, hasta el punto de que no se puede pensar en absoluto la cultura humana sin un componente lúdico”[1]. Calder nos propone participar de un juego en el que somos protagonistas, somos nosotros los que activamos los móviles en interacción con ellos. Calder nos sumerge sensorial y corporalmente en una experiencia estética y lúdica, en la que se despierta nuestra capacidad de disfrute.


Alexander Calder. Teatro de Encuentros
Curaduría: Sandra Antelo-Suárez
Del 08/09/2018 al 13/01/2019
Fundación PROA
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca, Caminito, Buenos Aires
De martes a domingo, de 11 – 19 hs hasta el 13 de enero.

 

[1] Gadamer, Hans-Georg; “El elemento lúdico del arte”, en La actualidad de lo bello. El arte como juego, símbolo y fiesta, Barcelona, Paidós, 1997. P. 67