Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Menu +

Arriba

Top

12 diciembre, 2019

Vanitas Virtual

Por Nadia Paz

Vanitas Virtual

La artista Elisa Insua presenta su muestra individual en la Sala Laberinto de la Usina del Arte (Caffarena 1, esq. Pedro de Mendoza) hasta el 22 de diciembre.

 

Las redes sociales nos permiten atravesar las paredes, algo que está generando un conflicto insoslayable. Los que atraviesan las paredes no son sólo los dispositivos, sino nosotros, cada vez más compatibles con esta propuesta de un mundo en red. Para las redes, no hay límites espaciales ni temporales. Nuestra vida hoy está llamada a ‘performar’, es decir, a realizarse en escena”, afirma la antropóloga Paula Sibilia, autora del libro La intimidad como espectáculo. Y es que en tiempos de redes sociales, donde pareciera que nuestra relación con el mundo ocurre a través de las publicaciones que hacemos en Facebook, de las fotos que mostramos en Instagram o las opiniones que dejamos en Twitter, la artista Elisa Insua decide hacer un alto y llamar a la reflexión. Propone alejarnos de la cotidianeidad en la que estamos inmersos y ahondar en lo profundo esta relación. ¿Qué tan problemático es el vínculo entre el yo real y el yo virtual? ¿De qué manera uno influye sobre el otro? ¿Cuáles son los paradigmas de la fama y cuál es su relación con el mundo económico? ¿Qué implica tener? ¿Qué implica mostrar?

 

 

Insua nos invita a reflexionar sobre estos interrogantes a partir del concepto de vanidad. A través de sus obras, ella nos dice: la relación que cotidianamente tenemos con las redes sociales es absolutamente narcisista y en ese juego, somos nosotros también, un producto de consumo. De acuerdo con su curador, Juan José Aguilar Orellana, “La muestra juega con las dos acepciones de la palabra vanidad: aquella que remite al afán de ser admirado se vincula con la que se refiere a la vacuidad e insignificancia”. Este doble juego que se nos propone está mediado por obras que exhiben un lujo simulado, una falsa ostentación de elementos materiales que son redescubiertos y resignificados de su función habitual en la vida cotidiana para darles un nuevo lugar. Este mismo formato es el que encontramos en nuestro propio accionar con la redes, en las cuales ejercemos un rol que desdobla nuestra identidad en un mecanismo ególatra manifiesto en el perfil de Instagram, por ejemplo. Mostramos aquello que queremos revalorar y lo miramos continuamente para confirmar aquello de lo que nos sentimos orgullosos. “Esto nos está obligando como especie a una externalización progresiva de nuestras capacidades, llevándonos a una situación que Slavoj Žižek acertó en definir como el “devenir máquina” del ser humano. Somos cada vez más dependientes de estas artificialidades. Surge de esta forma una dependencia y un culto al celular, así como una nueva hagiografía contemporánea donde las alabanzas son dirigidas ya no a la figura del santo sino a la de influencers y celebridades”, afirma el curador.

 

 

La artista retrata con humor e ironía, el temor que produce el anonimato en estos tiempos y el culto a la vanidad fugaz que se despierta a través de las redes. Insua vincula estos conceptos en sus creaciones y los une a la idea de modernidad líquida propuesta por el filósofo Zygmunt Bauman. De este modo, las antiguas aspiraciones por alcanzar la eternidad se reemplazan por lo que Aguilar Orellana llama inmortalidades momentáneas. Es decir, aquellos momentos en los que se alcanza cierta fama y notoriedad.

 

 

En este sentido, las obras de Insua intentan ser inmortales, convertir lo perecedero, lo descartable, lo desechado por el consumo en algo eterno. Sus obras de predominio dorado transforman lo banal, lo fugaz en objeto divino, sagrado. Los símbolos se cruzan y lo que a lo lejos parece ser una imagen barroca, de cerca es un conglomerado de caramelos, pastillas, cereales y gomitas. “Podríamos tomar cada perfil social como una muestra de la fugacidad con la que pasa la vida, el memento mori del siglo XXI o la imagen de un vánitas donde la simbología de la calavera sería sustituida por la carcasa de un móvil que nos recuerda lo que algún día fuimos. En su interior, una tarjeta de memoria guarda los recuerdos que no fueron colgados en la nube, mientras que los que sí lo fueron pasan a la eternidad”, afirma el curador.

La muestra es una invitación a sumergirse en el mundo de la artista, que luego de varios años trabajando en Europa, vuelve a la Argentina para realizar esta gran exhibición en un espacio público de la Ciudad. Insua nació en Buenos Aires en 1990 y desde que comenzó su práctica artística de forma autodidacta, incluyó materiales de descarte en sus creaciones, realizó ensamblajes y esculturas relacionando conceptos como la economía y el consumo. Hoy, continúa con este desarrollo visual y conceptual presentando una exposición para reflexionar sobre nuestras prácticas cotidianas, nuestros usos de la tecnología y la cultura de lo descartable.

 

 

La muestra permanecerá abierta hasta el domingo 22 de diciembre, en la Sala Laberinto de la Usina del Arte (Caffarena 1, esquina Pedro de Mendoza, La Boca, CABA). Podrá visitarse de martes a jueves de 14 a 19 hs y viernes, sábados, domingos y feriados de 10 a 21 hs, con entrada libre y gratuita.