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1 septiembre, 2015

Entrevero entre el sueño y la vigilia

Entrevero entre el sueño y la vigilia

Entrevista a Silvina Reznick

Por Margarita Gómez Carrasco

«El retrato siempre ha mostrado lo contrario de lo que dice: no la existencia, sino la total evanescencia» Jose Luis Brea, critico de arte español.

La imagen es mucho más que una producción estereotipada, las internas, son procesadas por el propio aparato perceptivo,- según Hans Belting – se manifiestan como resultado de una simbolización personal o colectiva. Así, el ser humano no puede entenderse ni ser entendido sino en una compleja red de relaciones, constituidas por miradas que se entrecruzan con otras. La imagen especular trae consigo un fenómeno de vacuidad y extrañeza, es tan inaprensible como la misma ilusión del espejismo, para Platón las imágenes espejadas,  que devolvía el espejo, eran como los espejismos.

Se advierte en la serie Entrevero  marcas encriptadas de la adolescencia. Puede el espectador jugar con las palabras «entre-Vero hay un entrevero» representado o velado por el ocio y la abulia, o simplemente entregarse  la sublime experiencia estética que transmiten.

Antes esta misteriosa obra, que demanda atención y lecturas, queda otro camino, a través de El Gran Otro entrevistar a su autora, la artista  Silvina Reznick

 

¿Cuál es el relato curatorial de la muestra que exhibiste en el Centro Cultural Castelli?

La muestra se llama Entrevero, es una serie de dibujos que parten de fotografías. A partir de esas fotos hice los dibujos. Armamos una escena teatral, un set, en donde chicas adolescentes simulaban una situación de ocio: leyendo, durmiendo o pensando recostadas en sofás o en sus camas. Esto nace de una idea que  tenía de trabajar, por un lado, con ese momento en que está entre el sueño y la vigilia, cuando te estas por despertar, ese instante donde no distinguís si eso que sucede es real o es parte de sueño. De algún punto es un cuestionamiento sobre cuál sería la realidad, si los sueños son parte de otra realidad o desencadenantes de algo que puede suceder, ¿pertenece al mundo visible o al onírico?. Es sobre la bisagra que hay en el medio, donde no todo está definido. Y por otro lado es un homenaje a los libros, esos que abren la puerta a un mundo nuevo. Por primera vez aparecen las citas en mis obras con los nombres de los artistas y escritores de estos libros.

¿Qué material utilizaste?

Carbonilla, es un material que a mí me gusta mucho y con el que me llevo bien. Mi obra tiene una relación estrecha con la fotografía, hago muchas fotos y trabajo a partir de ellas.

¿Sos fotógrafa?

No soy fotógrafa, pero sacó muchas fotografías. Sí considero a la fotografía como medio para producir nuevas imágenes en otras técnicas.

Tus obras son de grandes formato…

La carbonilla pide, al menos para mí, un formato grande, una expansión.

¿Por qué carbonilla?

Me gusta lo tosco, lo blando que tiene. Me gusta la sensibilidad al papel…

El monocromo le pone un acento dramático…

Es cierto… Estas obras siempre las trate como dibujos, quizás ahora armé algo con color, con otros materiales a partir de esto, pero es verdad que la carbonilla le agrega «algo» a la situación.

¿Cuándo decidís ser artista?

Yo creo que fue un devenir… En un momento empecé a sentirlo, a decirlo. Llega un momento en el que, después de tantos años de trabajo y formación, uno se siente un artista, sin valoraciones si bueno o mano, pero te sentís uno. De todas maneras es algo que quería serlo desde muy chiquita, dibujaba mucho era una especie de juego con mis hermanas. Luego fui a talleres, y ahí me di cuenta que quería ser eso: artista y dar clases. Eso fue a mis 15 años.

Estudie con muchos maestros, en muchos talleres, a la par hice la carrera de Diseño Gráfico. Después entre a la Escuela Superior de Bellas Artes, a la Cárcova, y terminé mis estudios ahí. Muchos años continué con una formación paralela, muy extensa, y con muchos maestros diferentes, Guillermo Roux,  Julio Racioppi, entre otros. Actualmente me sigo formando, el arte requiere de un oficio.

Entrevero es una serie que impele a ser leída una y otra vez por el espectador…

Disfruto mucho el feedback con el espectador, me nutro del intercambio con el otro: ese momento donde alguien me dice algo que no tiene que ver con lo que pensé al momento de hacer la obra pero que luego, a partir de eso, pienso en nuevas cosas..

¿Tu obra gira en torno a la representación de uno de los registros de la realidad?

Yo no represento la realidad: la interpreto. Yo tomo lo que hay y hago mi visión, a veces se despega y a veces no. Pero yo no busco copiar el mundo visible, es más bien una mirada subjetiva sobre la realidad.

¿Cómo sintetizarías tu propuesta artística?

Cierta recuperación de un oficio antiguo que personalmente valoro mucho, el trabajo del arte para mi tiene que ver con el placer y la belleza. Me interesa la belleza. En mi obra hay una búsqueda de lo estético, no bello, porque lo bello es muy subjetivo. Yo hago retratos pero no lo son, porque no son parecidos al modelo. Son retratos de «uno», que podría ser cualquier uno, un retrato genérico. En la muestra me paso lo siguiente una mujer agarró la tarjeta y me dijo que la iba a poner en un portarretrato, y no era un retrato de su hija ni de nadie.

¿Cómo viene tu agenda para el resto del año?

Estoy yendo a muchas ferias al exterior. En septiembre voy hacia el oriente y para el año que viene estoy preparando una muestra en San Pablo. Hace poco hice una muestra en Estados Unidos, «Affordable Fair», y otra en Washington. También participe de una muestra colectiva con otros artistas en Paris.

¿Otras propuestas?

Tengo varias ideas, para mí las ideas son puntapiés para hacer algo. Siguiendo la idea de la exposición me gustaría agregarle color y ver que ocurre a partir de ahí. Por otro lado, en pintura, he hecho varias imágenes urbanas de Buenos Aires, tengo una serie de imágenes del Parque Saavedra, otra de un patio de comidas, otra en una milonga, en el subte…Son escenas urbanas de buenos aires.

Es muy interesante encontrar en tu obra subyacente  huellas del retrato

Si, el retrato es muy interesante. Tiene que ver con quien es el otro y como lo ves. También me interesa mucho el tema del gesto, esa inmediatez de captar el gesto, una mirada, un momento.

¿Referentes a nivel nacional?

Julio Racioppi me ha ensañado mucho. Es un pintor argentino que ya falleció. Él me regaló el amor por el oficio, y una nueva mirada de la realidad, una manera diferente de percibirlo, de repente me encontraba mirando una sombra en el colectivo y me parecía bellísimo.

La serie Entrevero de Silvina Reznick remite a la importancia del  poder de la imagen, y aunque hay que diferenciar entre la ficción y lo imaginario,  no se puede soslayar que se construye por medio de una evocación o huella anémica del pasado, reconfigurada y re-significada. Dice Bacon que el rostro no es algo fijo, cambia, se deforma, se esfuma. Una foto, un retrato no lo abarca. De ahí la imposibilidad de completar el retrato del hombre.

 

 

Silvina Resnik
Nace en Buenos Aires. En 1988 egresa de la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires. En 1997 egresa de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Complementó sus estudios asistiendo a varios talleres,  entre otros, el de Julio Racioppi,  Guillermo Roux, Juan Doffo, Hermenegildo Sábat y Estímulo de Bellas Artes