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21 marzo, 2022

¿Es la pornografía el reflejo de la sociedad?

Por Camila Stehling

¿Es la pornografía el reflejo de la sociedad?

Que Arda: un proyecto intimista con perspectiva de género de Paula Costantino, que pone en jaque a la industria pornográfica, revelando otras formas de vincularse, gozar y desear en pos de una excitación colectiva.  

 

El mes de febrero finalizó con un amargo e irascible lunes, cuando alrededor de las 15 hs en Palermo una joven de 20 años fue subyugada por un grupo de varones, quienes dentro de un auto la violaron a plena luz del día. Un acto atroz que dejaba implícito un mensaje de dominación hacia las mujeres y de pertenencia a sus semejantes, tal como diría la antropóloga argentina Rita Segato:

…el violador emite sus mensajes a lo largo de dos ejes de interlocución […]. En el eje vertical, él habla, sí, a la víctima, y su discurso adquiere un cariz punitivo”, mientras que en el eje horizontal “el agresor se dirige a sus pares, y lo hace de varias formas: les solicita ingreso en su sociedad y, desde esta perspectiva, la mujer violada se comporta como una víctima sacrificial inmolada en un ritual iniciático; compite con ellos, mostrando que merece, por su agresividad y poder de muerte, ocupar un lugar en la hermandad viril y hasta adquirir una posición destacada en una fratría que solo reconoce un lenguaje jerárquico y una organización piramidal.

Lo mencionado da cuenta de una problemática estructural, de la urgencia de la deconstrucción de las masculinidades y de la apropiada implementación de la ESI. Vale decir, ¿cuáles han sido las fuentes por excelencia de educación sexual para lxs jóvenes en estos últimos años? ¿Cuáles son los discursos que continúan operando con respecto a las múltiples formas de vincularse sexo-afectivamente?

 

 

Para reflexionar sobre dichos cuestionamientos es necesario traer a escena a la pornografía y el papel que ocupa en el acervo imaginario y representativo social. Aquí se exhiben innumerables categorías, que denotan no solo un falocentrismo y monopolio masculino y heteronormativo del deseo y el placer, sino también denominaciones misóginas y cosificantes sobre las mujeres. Esta encarna el «imaginario sexual» contemporáneo, contribuyendo a la legitimación de la violencia explícita e implícita, al no consentimiento y la mercantilización del goce.

Dicho imaginario es el que intenta desarticular la psicóloga y visual argentina Paula Costantino con su proyecto Que Arda, el cual arremete contra toda convención y prejuicio, contra todo relato guionado y moldeado acerca de una supuesta «sexualidad unívoca». Dicha propuesta emerge confrontando discursos que se encuentran arraigados en la sociedad. De hecho, si realizamos una breve revisión sobre la misma nos encontramos con conceptos del sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman, por ejemplo, quien evidencia una sociedad inmersa en una suerte de «liquidez». Es decir, un estilo de vida acelerado que desaloja a lxs otrxs, en donde los sujetos se reducen a meras individualidades incapaces de intimar y comprometerse con lxs demás. En esta modernidad líquida cada entidad animada e inanimada se traduce en un objeto de consumo, que pierde su carácter utilitario y significativo en cuanto es experimentado.

Una lógica que inevitablemente interpela a los seres humanos, sus relaciones, sus prácticas sexuales y, principalmente, a la pornografía. Por eso mismo, Que Arda viene a ser un proyecto significativo en la desconfiguración de la sexualidad hegemónica, apostando por una mirada con perspectiva de género y educacional, así como la visibilización y exploración del placer. De este modo, Costantino diseña un archivo vivo mediante una plataforma digital de registro audiovisual sobre masturbaciones y encuentros sexuados diversos, en cuyo epicentro se encuentra el deseo y el consenso investido por la intimidad y democratización del goce de los cuerpos.

Según Paula «hay una bajada de línea con respecto a lo sexual, pero cuando salís un poco de la norma se empieza a generar algo interesante. Se exploran las fantasías, ampliándose un campo más creativo. Yo creo que parte de este proyecto es animarse a jugar un poco, porque nuestro sexo está contraído a nivel imaginario». Sus palabras convocan un universo de complicidad colectiva e irreverente ante los ojos de la industria pornográfica – fundante de la educación sexual de gran parte de la sociedad -.

Incluso, la sexóloga española Sonia Sellés – una de lxs entrevistadxs en la sección Hablar de ciertas cosas del proyecto – postula que «la pornografía es el reflejo de la sociedad en la que vivimos». Una reflexión interesante, que evoca a Bauman, cuando se la observa como uno de los tantos artilugios del capitalismo para deshumanizar a los sujetos, en donde el sexo es tan solo una frívola transacción de fluidos y placeres unilaterales. En este escenario, pareciera ser que, lo indecente y obsceno se encuentra plasmado en todo aquello convocado por el cruce entre pieles con cierta sensibilidad interpersonal.

 

 

No obstante, en contraposición a estas operaciones, Paula presenta una construcción expansiva, en donde articula relatos audiovisuales eróticos con un rodaje responsable, que preserva los espacios y los tiempos personales de sus partícipes, dando lugar a la exploración orgánica de los propios cuerpos y de sus parteners. «En cada caso voy viendo cuál es la distancia óptima y segura a la hora de filmar para que la persona no se sienta invadida», mientras que «la mirada de la industria pornográfica es la del tipo, que se focaliza en cuántos agujeros hay para penetrar».

En este contexto, la problematización de dichos productos no es un detalle menor, ya que generan un gran impacto en los diferentes ámbitos sociales. «Para mí el gran problema que tenemos es la disociación entre el espacio público y privado. Lo que sucede en el primero repercute en el segundo y viceversa. Somos un ecosistema, no lo podemos pensar como algo aislado, lo que sucede en la intimidad – como el consumo de la pornografía o los videos que se mandan los hombres de mujeres desnudas – se reproduce afuera. Entonces cómo vamos a pensarnos en un mundo mejor, si tenemos tan divididos esos espacios», expresa.

De aquí la relevancia de las «líneas de fuga» – rememorando a Deleuze -. Es decir, de desplazamientos que permitan nuevas narrativas, en contraste con aquellas líneas de subordinación jerárquica que ejercen poder y fuerza. Y, en este sentido, la constitución de territorios que permitan excitarnos en conjunto, deconstruir lo establecido y reformular el propio placer, se convierten en una acción social. «Las intimidades también tienen que ser colectivas, además, poder presentar y compartir este proyecto es hasta sanador. Es sano calentarnos e incomodarnos grupalmente porque las personas tienen goces y placeres diferentes».

De este modo, y volviendo a la premisa inicial que titula el artículo, si la pornografía afecta indiscutiblemente a las prácticas sexo-afectivas, cabría preguntarse qué producciones se eligen consumir y reproducir. Lo que está claro es que «cuando hay que generar un cambio estructural, tiene que explotar todo. Que arda todo lo que tenga que arder», manifiesta haciendo alusión al nombre que le dio origen al proyecto.

 

 

QUE ARDA
Sitio web: www.quearda.club
Instagram: @queardaclub
Twitter: @queardaclub

Créditos Fotográficos:
Entrevista a Paula Costantino, Photo: Melina Sottoriva, 2022 © Melina Sottoriva.