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Postales de la pandemia: Nueva York a través de la cámara de Taj Howe

Por Rafael Giménez

Postales de la pandemia: Nueva York a través de la cámara de Taj Howe

Algún día habrá libros de historia que narren cómo se vivió la pandemia del año 2020. Al menos un capítulo estará dedicado, sin duda, a Nueva York, que en abril desplazó a China e Italia como epicentro del virus. En diálogo con El Gran Otro el fotógrafo estadounidense Taj Howe nos cuenta desde Brooklyn cómo hace para documentar esta crisis y cómo se vive hoy en la ciudad más golpeada por el Covid-19.

 

Brooklyn, 5 am. Taj Howe limpia su departamento. Higieniza todo. Afuera está oscuro todavía. Hoy saldrá a tomar fotografías. Se ajusta el barbijo, se pone los guantes y se carga la cámara al cuello. Se termina el mes de abril y en las noticias hablan de más de un millón infectados en los Estados Unidos, de los cuales 162.000 corresponden a la ciudad de Nueva York. Taj sale del edificio y se sube a su bicicleta. La ciudad se despierta. El virus no da tregua.

El sol de primavera rebota en las ventanas mientras Taj decide hacia dónde ir. Bushwick, Williambsburg, quizás Elmhurst. Una leve brisa del Hudson le trae recuerdos de Orcas Island, el escenario de su infancia.

 

 

La isla

Taj creció en una isla al norte del estado de Washington, en la Costa Oeste, no lejos de Vancouver, Canadá. Con poco más de 4000 habitantes, se trata de una región muy particular. Así la define Taj en diálogo con El Gran Otro:

«Orcas es única, definitivamente. Reúne a personas con diversas historias e intereses que comparten una fuerte identidad comunitaria y solidaria. En ese sentido, no es tan distinto a Brooklyn. Pero sí extraño el paisaje rural. Orcas siempre será mi casa».

Taj estudió ciencias económicas y se graduó con honores en el Whitman College, pero poco a poco su pasión por la fotografía se fue haciendo más fuerte:

«Siempre me interesó la fotografía, pero no sabía que me dedicaría a eso. De hecho, estudié economía. Sin embargo, en los momentos más decisivos de mi vida encontré un gran confort en la creatividad y en la cámara. Hoy es más una necesidad que una elección».

Su padre, Anthony Howe, es un escultor cinético famoso al que hemos entrevistado para El Gran Otro. Este artículo será publicado en breve. Ahora bien, podría pensarse que el hecho de ser hijo de un artista de tamaña envergadura traería ciertos condicionamientos en la vida de Taj, pero por suerte las cosas se dieron de forma natural:

«Mi papá nunca me presionó para que haga algo. De hecho, fue lo contrario. Siempre me dijo que podía hacer lo que quisiera. Y lo más importante es que me mostró con su ejemplo que si te dedicás por completo a tu trabajo, podés llevar la vida que quieras. Me considero muy afortunado de haber podido aprender esto de primera mano».

 

 

El océano

Taj cambió Orcas por Brooklyn, pero nunca se alejó del mar. De hecho, trabaja como productor digital en la división audiovisual de OceanX, una entidad filantrópica dedicada a la exploración y conservación de los océanos.

«El océano es uno de los recursos más valiosos del mundo y generalmente lo damos por sentado. Mi trabajo es cambiar esto. A través de imágenes y contenidos interesantes pretendo motivar a las personas para que se interesen en este mundo basto, inexplorado y bastante desconocido del cual todos dependemos. Tuve suerte de crecer con el océano como patio, así que mi amor y mi dedicación por nuestras preciosas aguas surgió muy tempranamente en mí. Me siento agradecido por poder compartir este amor a través de mi trabajo».

 

 

La ciudad

Paralelamente a su rol dentro de OceanX, Taj se dedica a la fotografía de manera independiente. Cuenta con algunas series muy interesantes, como la que realizó en las calles de Florencia, Italia, o la que llevó a cabo en su recorrido por varios campos de concentración alemanes. De todos modos, naturalmente, la mayoría de sus imágenes son tomadas en Nueva York y alrededores. Pero hoy el Covid-19 ha hecho que las fotografías de Taj adquieran otro valor: Howe está documentando para nosotros y para las generaciones futuras cómo se vive en el epicentro de la pandemia.

«Es muy raro ver largas filas afuera de los supermercados, viejos y jóvenes usando barbijos, guantes de goma y gafas de seguridad. Son imágenes dramáticas, al menos. Hay muchas sutilezas, también, pero dejo que mis fotos hablen por sí mismas».

Lejos de cualquier sentimiento sensacionalista, Taj se detiene en otros aspectos: la solidaridad. Nueva York es una ciudad gigante, sí, pero al final la vida se desarrolla en comunidades, en barrios. Y es hacia allí adonde Taj apunta su cámara.

«Los neoyorquinos son duros, pero solidarios. Y eso se evidencia ahora más que nunca. Estamos todos juntos atravesando estos tiempos locos y difíciles y ayuda mucho tener eso en cuenta».

La vida de Taj ha cambiado, sí, pero se siente agradecido de todos modos. Trabaja desde casa y solo deja su departamento para tomar fotografías y eventualmente hacer compras. Se siente privilegiado por tener un ingreso en este momento, sabiendo que hay mucha gente que la está pasando muy mal.

Taj toma todas las medidas de precaución al salir a la calle y cuando vuelve higieniza todo lo que estuvo en contacto con el exterior:

«Cuando salgo de mi departamento toco tres cosas: la puerta, mi bicicleta y mi cámara, y uso toneladas de alcohol en gel en el proceso. Me mantengo a dos metros de distancia de las personas y siempre uso un barbijo. La parte más arriesgada es ir a hacer las compras».

Su mayor preocupación es esparcir el virus sin siquiera darse cuenta.

 

 

La cámara

Me he pasado la tarde viendo las fotografías de Taj sobre Nueva York durante la pandemia y no pude evitar notar que la mayoría son en blanco y negro. Le pregunto sobre esto y me dice:

«La mayoría de mis fotos sobre Nueva York son en blanco y negro, sí, pero no todas. La ciudad está hermosa ahora mismo: cerezos rosados, cielos azules y parques verdes. Pero mostrar los colores de la primavera contrasta con la realidad que estoy documentando. El blanco y negro me parece más apropiado para el tono grave de la ciudad en estos momentos. Al final del día, elijo la forma que creo más conveniente para contar una historia más verdadera».

Debe ser difícil (conjetura este entrevistador que poco entiende de fotografía) capturar en una imagen un momento que condense la seriedad de la situación que atraviesa la ciudad cuando la primavera lo pinta todo de colores. Los neoyorquinos intentan seguir adelante con sus vidas, como todos, pero nadie puede ignorar que el virus está ahí afuera y esa tensión se siente en el aire. El fotógrafo puede encontrar una escena interesante, simbólica o íntima. Puede elegir el encuadre, pero ¿cómo definir el momento del clic?

«Cuando estoy afuera sacando fotos, es verdaderamente impulsivo. Por lo general, ando perdido en mis pensamientos hasta que algo me llama la atención. Si tengo suerte cuento con un par de segundos para encuadrar la imagen, pero la mayoría de las veces el instante sólo dura una fracción de segundo. Después de un rato mi sexto sentido entra en juego y sé que algo interesante va a pasar. Es ahí cuando mis imágenes son más fuertes».

Parte del proceso, cuenta Taj, es no estar todo el tiempo pendiente de la imagen perfecta: leer, estudiar, pensar, observar, escuchar y conversar. Todo eso ayuda a encontrar esos «momentos decisivos». El aspecto técnico de la fotografía tiene que ver con la memoria muscular. Hay que seguir aprendiendo y desarrollando la curiosidad.

 

 

El futuro

Le pregunto a Taj por sus planes a futuro y me responde que tiene muchos: «constantemente soñando, siempre inquieto». Se siente comprometido con OceanX donde tiene la oportunidad de trabajar por una causa que apoya. Me dice que lo que él quiere es descubrir y contar historias, que quiere ser bueno en eso. Que está aprendiendo y que lo más importante es identificar cuáles vale la pena contar.

Taj es un idealista. Quiere contribuir con su trabajo a mejorar el mundo. Es joven, trabajador y tiene talento.

Cuando entré en contacto con él y con su padre para entrevistarlos a ambos, me contaron que tienen planeado, para cuando pase esta tormenta, viajar en moto desde Estados Unidos hasta Argentina. Les dije que aquí los esperaba con asado, empanadas y vino.

Ahora pienso que si lo que Taj busca son historias, no se me ocurre mejor forma de recolectarlas que un recorrido con su padre por América Latina, de norte a sur y sobre ruedas. Esta tormenta va a pasar y algún día voy a escuchar las motos estacionando en mi casa de Mar del Plata. Los Howe van a venir a saludarme, voy a sentarme a escuchar las historias que Taj ha documentado en el camino. Y cuando sigan su camino, rumbo a la Patagonia, me voy a dar cuenta que yo fui una de ellas.

Mientras soñamos con viajes y visitas, el virus sigue avanzando. Busco en las noticias los datos sobre Nueva York para saber a qué se enfrenta Taj. El 30 de abril la ciudad registraba 12.974 muertes. Ningún estado ha implementado la cuarentena total obligatoria, aunque sí se recomienda e incentiva el distanciamiento social.

Ante la lentitud de la Casa Blanca, las declaraciones de Donald Trump y la falta de coordinación entre los estados, cada ciudadano y comunidad está tomando las medidas que considera oportunas. Sí se han cerrado los comercios y actividades no esenciales. El sector privado, por su parte, ha optado por los despidos masivos.

En la ciudad Nueva York los servicios sanitarios y las morgues ya están desbordadas. Un barco-hospital de la marina está fondeado en Manhattan y el Central Park se ha convertido en un hospital de campaña. En la isla de Hart, donde reposan los restos de indigentes y pobres que no pueden pagar un cementerio, se han abierto en las últimas semanas nuevas y más largas fosas comunes.

Frente a este panorama, los registros documentales como el de Taj Howe nos ayudan a no perder de foco que lo que está en juego es la propia humanidad. No como especie en riesgo, sino como concepto.

En las películas de Hollywood cuando una amenaza apocalíptica amenaza a Nueva York la respuesta ciudadana es el pánico generalizado. Pero el Covid-19 ha demostrado que los neoyorquinos son mejores que eso. Actúan con solidaridad y están dispuestos a superar esta pandemia desde lo colectivo.

«Es en los pequeños gestos de bondad en la ciudad de Nueva York donde todo esto sobresale. Al ver que la personas se preocupan por la salud de sus vecinos recuerdo que en esta ciudad de millones vivimos en comunidad».

 

 

Las imágenes utilizadas en este artículo han sido extraídas de la página web de Taj Howe: www.tajhowe.com

Seguí a Taj Howe en Instagram: @tajhowe