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6 mayo, 2020

Biofertilizantes: una alternativa cien por ciento orgánica para volver a empezar

Por Anabella Almonacid Fernández

Biofertilizantes: una alternativa cien por ciento orgánica para volver a empezar

¿Después del Covid19 cambiaremos los hábitos?
Una iniciativa argentina pretende mejorar y conservar el medio ambiente y los recursos naturales, incluyendo la vida en el suelo.

 

El mundo tal como lo conocemos esta atravesando un contexto adverso. Una crisis humanitaria global, generada por un pequeño y potente virus, amenaza con derribar los grandes sistemas de poder que rigen en el planeta. Entonces, es necesario destacar alternativas que propongan un futuro mejor, más sustentable y en armonía con el ecosistema. Fue así, que esta cronista inició una búsqueda desesperada por encontrar acciones que piensen desde una lógica diferente los recursos naturales, que busquen convivir con la naturaleza y no depredar, explotar o consumir las únicas fuentes que permiten la existencia de vida sobre la tierra.

A medida que la compleja búsqueda se profundizaba, una serie de sucesos internacionales se apoderaron de la agenda pública. En febrero, este medio describía cómo un nuevo Coronavirus afectaba al turismo y a la economía de China. Apenas un tiempo después, Argentina padece la misma suerte con una pandemia sin precedentes en el mundo. Al igual que en muchos países en vías de desarrollo e, incluso, primeras potencias, la economía argentina se paralizó como consecuencia de un microscópico virus, que según la comunidad científica, en realidad, no es un organismo vivo, sino una molécula de proteína (ADN) cubierta por una capa protectora de lípido (grasa), que al ser absorbida por las células de las mucosas, nasal o bucal, cambian el código genético (mutan) y se convierten en células agresoras y multiplicadoras.

 

 

La cuestión que este Coronavirus afecta al sistema inmunológico humano, deteriorado por la mala alimentación, los factores climáticos y otros agentes externos, como los agrotóxicos, la contaminación ambiental o la falta de agua potable. Cualquiera de estas situaciones complejas pueden derivar, en algún momento, en el fin de la humanidad.

No obstante, en un esfuerzo típico de supervivencia, esta cronista dio con el proyecto Biocuno, pensado y llevando adelante por cuatro jóvenes de apenas 20 años, oriundos de la localidad de Tandil, provincia de Buenos Aires. La idea surgió a partir de un trabajo práctico que tuvieron que desarrollar en 2017 para la Escuela Técnica 2 «Felipe Senillosa».

Biocuno es un fertilizante natural para reactivar suelos degradados. Se trata de una iniciativa que pretende transformar al mundo a partir de un biopreparado, pensado para cumplir la función de «nutrir, recuperar y reactivar la vida del suelo», pero también «fortalecer la fertilidad de las plantas» y «estimular la protección de los cultivos contra el ataque de insectos y enfermedades». Es decir, que de emplearse este fertilizante ya no se registrarían más químicos en los alimentos. Según un informe del SENASA, realizado entre 2011 y 2016 en Argentina, una naranja tiene 34 agrotóxicos diferentes y el 62 por ciento de ellos son cancerígenos. Lo mismo sucede con la frutilla (30 agrotóxicos, 43 por ciento cancerígenos), la manzana (30 agrotóxicos, 50 por ciento cancerígenos), el apio (28 agrotóxicos, 43 por ciento cancerígenos) o la acelga (28 agrotóxicos, 46 por ciento cancerígenos). Y sólo por mencionar los cinco primeros alimentos del informe. La lista es larga.

Así la idea de un biofertilizante, de creación cien por ciento orgánica, empezó a cobrar un sentido muy relevante en estos tiempos de explotación indiscriminada. El Gran Otro consultó a Tomás Armendariz. uno de los autores del proyecto: «Biocuno, es una alternativa a los fertilizantes industriales de síntesis química, contiene elementos como (Nitrógeno, Potasio, Fósforo, Calcio, Magnesio y Manganeso entre otros), vitaminas, ácidos orgánicos, hormonas, microorganismo benéficos entre ellos bacterias nitrificantes como rizobios, y bacterias termoresistentes».

Según los estudios de impacto ambiental, el biofertilizante «no es nocivo, ya que todos sus ingredientes son productos orgánicos, y no generan trastornos al ecosistema. Los desechos obtenidos, tales como lo que no se disolvieron en el fermentador (lo que queda en la tela de filtrado), este mismo es derivado para un sustrato (subproducto). Se usa para abonar, debido que cuenta con microorganismos vivos, y nutrientes que enriquecen a la tierra».

Este producto inocuo representa una posibilidad real de aumentar la cantidad, el tamaño y la vigorosidad de la floración. Esta doble función, de repeler y nutrir o recuperar los suelos, es lo que hace tan particular a este tipo de biopreparado. Es decir, contienen propiedades nutritivas para las plantas o repelentes y atrayentes de insectos para la prevención y control de plagas y/o enfermedades, por lo que mejora los sistemas productivos. Y son amigables con el medio ambiente porque son elaborados a partir de sustancias biodegradables disminuyendo el riesgo de residuos tóxicos en los alimentos, el bajo costo de elaboración y capacitación técnica. «Queremos promover el uso de Fertilizantes Orgánicos para generar un cambio sano en nuestro mundo, en nuestros suelos, en nuestros alimentos y en nuestras vidas», reflexionó el joven.

“Casi 500 millones de litros de agrotóxicos son aplicados por año en la Argentina, lo que coloca al país en el tope del ranking de los mayores consumidores: cerca de los 11 litros por habitante», según denunció a fines del año pasado un grupo de profesionales y organizaciones ambientales, que diseñaron el primer Plan Nacional de Reducción de Agrotóxicos.

 

 

La idea de este proyecto implica la transición hacia la agroecología. Aquí esta la clave. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en sus siglas en inglés), la agroecología es una disciplina científica, un conjunto de prácticas y un movimiento social: «como ciencia, estudia cómo los diferentes componentes del agroecosistema interactúan. Como un conjunto de prácticas, busca sistemas agrícolas sostenibles que optimizan y estabilizan la producción. Como movimiento social, persigue papeles multifuncionales para la agricultura, promueve la justicia social, nutre la identidad y la cultura, y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales. Los agricultores familiares son las personas que tienen las herramientas para practicar la agroecología. Ellos son los guardianes reales del conocimiento y la sabiduría necesaria para esta disciplina. Por lo tanto, los agricultores familiares de todo el mundo son los elementos claves para la producción de alimentos de manera agroecológica».

La nueva pandemia llegó para darle un cachetazo a la humanidad. A medida que se propagó por el mundo, puso en evidencia la fragilidad del ser humano y, paralelamente, su capacidad autodestructiva. Basta con ver los reportes de delfines en la ciudad de Cagliari y peces en Venecia, Italia, o la disminución de las emisiones de varios gases contaminantes en China. Es difícil que el daño ambiental se reduzca en apenas unos meses, pero lo cierto es que la parálisis de las grandes ciudades por el llamado Covid-19 permite la descongestión de varios ecosistemas y hábitats.

Todo indica que la humanidad expandió la vida en el planeta en base a atajos químicos y habitó y explotó superficies geográficas sin preservar su entorno. Quizás sea hora de volver a nutrir los suelos y cambiar los hábitos para preservar la vida de cada ser.