El Museo de Arte Moderno realiza una retrospectiva de la obra de Alberto Greco, artista rupturista de las décadas del cincuenta y sesenta, clave del paso del arte moderno al arte contemporáneo en la escena internacional. En esta nueva reapertura de los museos, nos acercamos a su trayectoria.

 

Si tuviéramos que distinguir las características que constituyen a un artista, ¿cuáles serían sus rasgos distintivos? ¿Sus procedimientos, técnicas, su particular mirada sobre el mundo, su forma de relacionarse con otrxs, el reconocimiento que le brinda el campo, sus exposiciones en museos y galerías, su excéntrica autobiografía? Alberto Greco (Buenos Aires 1931 – Barcelona 1965) logró condensar todo eso, haciendo resonar en un movimiento toda la esfera artística.

 

 

Inaugurada en abril, puesta en pausa debido a las restricciones y nuevamente abierta al público, el homenaje a su legado se organizó a partir de una investigación desarrollada y materializada en 2016 por Marcelo E. Pacheco y María Amalia García (quien recientemente fue designada curadora en jefe del MALBA). La exposición se llevó a cabo en un trabajo en conjunto con Javier Villa, curador senior del MAMBA, junto con los museógrafos Daniela Thomas y Felipe Tassara.

Recomponer a un artista como Alberto Greco significa desafiar su propia concepción, ya que él hacía frente a la perpetuidad de la obra. De esta forma, encontramos que la exhibición incluye tanto una selección ajustada de obras existentes como material documental devenido documento vivo y producción ficcional.

Debido a su continua fluidez espacial, Greco fue un nómade y, aunque desarrolló gran parte de su carrera en Europa, no dejó de mantenerse en diálogo con su país de origen y de participar de la esfera local, proponiendo nuevas acciones.

Alberto Greco fue un autor sincero con sus inquietudes y sus elecciones, impulsado por una gran libertad expresiva. A través de una multiplicidad de recursos, logró cuestionar las definiciones del arte y sus condiciones de producción y exhibición.

Siendo consciente de las tensiones dentro del campo artístico respecto a la legitimación y en un medio local que no lo comprendía, en 1961 decide salir a la calle para realizar una campaña de autopromoción. Empapeló el microcentro porteño con afiches de estilo publicitario con frases que lo exaltaban, dejando en claro su humor, ironía y transgresión.

 

 

El contexto que enmarca el desarrollo de su obra es el convulsionado periodo de post Segunda Guerra Mundial, donde Europa se encontraba en reconstrucción. En pleno auge de los medios de comunicación y entretenimiento masivo, con la televisión como el nuevo dispositivo que se empezaba a instalar en los hogares, Greco supo hacer una lectura crítica y distante de los medios de masas, apropiándose de algunos de sus mecanismos para jugar.

 

 

Luego de su paso por Europa y Brasil, donde se empapó de las corrientes artísticas, impulsó el movimiento informalista. En 1961 declara: «Creo en la forma de lo informe… Creo en la pintura vital, en la pintura grito, como en una gran aventura, de la que podemos salir muertos o heridos, pero jamás intactos…», como anticipando su intenso y temprano final y a la vez comprometiéndose con su acto creador.

Para sus obras, no utilizaba soportes ni materiales convencionales, en este sentido está en línea con una de las características que Ana Longoni nos acerca sobre las vanguardias:

«La reivindicación de materiales innobles y efímeros, groseros y procaces (muchas veces basura, desechos urbanos e industriales) como materiales artísticos no solo irrumpe contra la convención de las “bellas artes”, sino que también afecta la condición (potencial) de la mercancía de la obra al producir objetos o hechos inclasificables e imposibles de coleccionar o conservar.» (Longoni: 2014, 26)

Es así como Greco se posicionó frente a un mundo invadido por el mercado, se burló del sistema de producción artística, para valorar lo efímero. Además, con la intención de alejarse de la tradicional representación, irrumpe con gestos de presentación. Greco sale a la calle para señalar, para señalarnos la vida. Los «Vivo-Dito» no solo reconfiguran la definición de arte, también nos acercan a la realidad circundante con nuevos sentidos, haciendo viva la poesía, desplazando y potenciando nuestra mirada activa.

 

 

Experiencia Comunitaria

En el segundo piso del museo, una sala completa está dedicada a los registros fotográficos que realizó Montserrat Santamaría sobre la experiencia de Greco en el pueblo Piedralaves, una pequeña localidad de Ávila, en España. Con gestos performativos, llevó a cabo distintas acciones de señalización. En un trabajo colaborativo con lxs habitantes de la localidad, se generó el «Gran Manifiesto–Rollo del arte Vivo-Dito», un largo rollo que se desplegó por las calles. La experiencia comunitaria de Greco nos habla de su genuino interés por conectar con otrxs, concretando el vínculo entre arte y mundo.

 

 

Alberto Greco, Obra fuera de catálogo

Avanzando en el tiempo, la caída del muro de Berlín ya es Historia, entonces entramos en la década del 2000, y las tensiones mundiales se hacen cada vez más evidentes. Paula Pellejero, quien en ese momento era estudiante de artes plásticas, se fascina con Greco y decide comenzar la realización de un documental que le llevó quince años. Estrenada en 2017, la pieza audiovisual en formato collage es ideal para aproximarnos al multifacético artista.

 

 

En diálogo con su propia vida, Pellejero se acerca a la obra de Greco realizando viajes en búsqueda de los rastros del artista. Asimismo, retoma sus gestos artísticos, haciendo intervenciones colaborativas que la acerquen a sus movimientos.

 

Museo Vivo

En este segundo año de pandemia, el Museo de Arte Moderno potenció su acercamiento al público con nuevos dispositivos, ya que los espacios tradicionales de conexión con el arte quedaron nuevamente suspendidos por un tiempo. La institución supo reinventar el dialogo con lxs espectadores promoviendo algunas acciones urbanas y de difusión virtual con el fin de visibilizar al museo y, a la par, rindiendo homenajes al artista.

Desde el ciclo «La Fábrica», en su canal de YouTube, nos presentó a los coordinadores de las áreas de la organización del museo, donde en videos cortos se exponen algunos rasgos de las tareas, evidenciando el interés del museo en mostrar sus actividades.

Por otro lado, convocado, el artista Lino Divas se filma en un recorrido urbano para generar el «Tutorial para crear tu propio Vivo-Dito», donde nos invita a reconfigurar nuestra percepción y apropiarnos del entorno de otras maneras. A su vez, citando a Greco, define los «Vivo-Dito» como «un llamado a lanzarse a la aventura de lo real».

 

 

En otro video del canal de YouTube del MAMBA, el artista plástico Nicanor Aráoz nos propone su recorrido por la exposición de Greco, deteniéndose en las pinturas de su periodo informalista. Las piezas, montadas en una disposición circular, como en un ritual, se miran y nos miran, dejando ver su frente y su dorso, con las inscripciones y firma del autor.

 

 

Homenajes Urbanos es un proyecto coproducido por Ale Giorgga y Melisa Boratyn, que, a través de intervenciones callejeras y su impacto gráfico, busca revalorizar a artistas visuales argentinxs, masivamente desconocidos, pero que dentro del ámbito artístico se destacan.

En esta oportunidad, el colectivo retoma el espacio público donde se desarrolló el arte vivo de las obras de Greco, para difundir afiches xilográficos por las calles de Valencia, España, y finalizar en Buenos Aires, en el Barrio de San Telmo.

 

 

Bibliografía:

– García, María Amalia y Pacheco, Marcelo (2016) Alberto Greco, ¡qué grande sos! Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
– Longoni, Ana (2014) Vanguardia y revolución. Arte e izquierdas en la Argentina de los sesenta-setenta. Editorial Ariel

http://www.albertogreco.com/
https://museomoderno.org/
https://www.youtube.com/modernodebuenosaires/

Museo de Arte Moderno
Dirección Av. San juan 350, San Telmo, Buenos Aires

 

Foto Portada: Durante la realización colectiva del Gran Manifiesto-Rollo del Arte Vivo-Dito, Alberto Greco en Piedralaves, 1963. Foto de Montserrat Santamaría (Colección Privada)

 

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